Capítulo 23: "Manos sucias"

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SCARLETH


Los estudiantes que caminaban apresurados en el pasillo, empujándose entre sí para poder avanzar e irse a sus respectivas clases; no me dejaban avanzar, ya que cada vez que daba un paso, éstos me empujaban nuevamente al rincón. ¡Maldito seas Caleb! Abandonándome en éste lugar. Preferiblemente era ir a recoger tus cosas en tu casillero dos minutos antes del toque de timbre, para impedir esta avalancha de alumnos caminar de aquí para allá, golpeándote con sus mochilas o sus libros, o simplemente dándote golpes con los hombros para quitarte de su camino. Eran animales, cada uno de ellos.

Cuando estuve por avanzar nuevamente, viendo la posibilidad de entrar en la avalancha y moverme entre ellos, con la agilidad que había obtenido durante todos los años que estuve aquí. Un chico estrecho, caminaba arrastrando las piernas como la mochila que se caía de su hombro. Aquel chico, quien tenía el rostro cubierto de granos, empujaba sin disculparse, todo a quién que se le atravesara en su camino. Normalmente, me habría tirado atrás para no recibir un golpe suyo, pero, ya había entrado al grupo de chicos que caminaban contra la corriente, y no quería volver atrás para perderme esta oportunidad y llegar aunque sea a mi casillero, que para en este entonces, estaba bastante lejos.

Una chica caucásica, quién estaba pisándome los talones —literalmente—, fue empujada por un chico que a paso veloz, nos sobrepasó; La chica se tiró encima mío, y al sentir como su cuerpo caía encima del mío, fui impulsada hacía adelante, justo en el camino del chico estrecho, y por un momento, vi su mochila a centímetros de mi cara. Si no hubiera sido, porque alguien jaló de mi brazo, yo habría sido embestida por su mochila, la cual no se veía para nada vacía.

Fui empujada hacia atrás, por la misma persona que tiró de mi brazo para impedir el golpe. Cerré mis ojos al ver la multitud pasar por mi lado. Más de una vez, esperé a que alguien me mandara un codazo en la mandíbula o en la nariz, pero aquel golpe nunca llegó, puesto que mi espalda se apoyó en una pared. Abrí los ojos y un cabello sedoso y castaño, brillaba con las luces del pasillo. El cabello caía en forma de cascada por encima de un abrigo de color beige. La chica se dio vuelta y sus mejillas se hincharon al sonreír.

—Eso estuvo cerca, ¿no? —Eleanor se apoyó en la pared, justo al lado mío.

Incluso de cerca, era una belleza. En su piel no se le veía ninguna imperfección y ninguna marca. Sus largas pestañas parecían aletear cada vez que ella parpadeaba y sus labios se curvaban en una perfecta sonrisa, y ni hablar de su nariz. Eleanor parecía una muñequita. Una muñequita de porcelana.

—Gracias—Dije soltando todo el aire que contuve en mis pulmones.

Eleanor negó con la cabeza.

—No hay de qué. Ese chico casi te golpea con su mochila y si lo habría hecho, te hubiera dejado una horrible marca en tu cara.

Le sonreí y ella me sonrío ampliamente y pude observar, con el contraste de la luz; un pequeño hoyuelo, casi escondido en su mejilla. Quizás, esa sería la primera imperfección que le pueda encontrar. Incluso me sentí celosa por su belleza.

Eleanor se inclinó hacia adelante, para ver si ya no había otra avalancha de alumnos pasar. Cuando estuvo segura de que ya no había más "peligro", se acercó a mí y entrelazó nuestros brazos, y jaló de mí para empezar a caminar en el pasillo más calmadamente. Aún había algunos alumnos en el pasillo, pero ya no eran tanto, como hace unos momentos.

—No recuerdo haberme presentado—Dijo—. Y eso que estamos en varias clases juntas.

—¿En serio? —Pregunté.

El lobo de los ojos amarillos | [Libro 1] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now