Capítulo 33: "Fuego" PARTE I

133 34 2
                                    



SCARLETH



El aire se atascaba en mi garganta, impidiendo a que llegaran a mis pulmones. Mis ojos lagrimeaban constantemente por la fría luz de la habitación. Mi cuerpo ardía con el roce de las criaturas que seguían usándome como un alimento viviente.

Cada vez que yo era capaz de mantener los ojos abiertos por un par de segundos, los veía. Bebiendo vorazmente mí sangre. Lamiendo la sangre que había ensuciado su ya horrenda cara.

Cuando yo era niña, solía ver películas que hablaban de seres inmortales que bebían sangre como si fuera agua. En aquellas películas, estos seres eran casi celestiales y hacían suspirar a cualquiera que tuviera el corazón cálido. Pero. Aquellos seres, que estaban constantemente en la habitación blanca, no se parecían para nada a los que yo veía por la televisión. Quizás ni siquiera brillarían con la luz del sol como diamantes. En cambio estos monstruos, no eran más que oscuridad. Jalaban de mí para caer más y más en su mundo. Oscuro y cruel.

El calor ya estaba abandonando mi cuerpo y sin importar las veces en que me alimentaban y en que me dieran sangre. Era una lucha interna el tener los ojos abiertos y el poder mover mis brazos. Mi mundo se había encogido a una habitación blanca con muebles y luces blancas. Ya empecé a odiar el blanco... Se ensucia mucho.

Si te colocabas a pensar, después de pasar varias horas en aquella habitación, empiezas a encontrar realmente agradable caer en la oscuridad. Un lugar en donde sabes que podría haber peligro o paz, pero al fin y al cabo, sería un lugar en la cual tus ojos podrían descansar finalmente. Quería rendirme. Quería ser oscuridad absoluta y descansar en ella.
Ni siquiera noté cuando la blanca pared calló al suelo, en varios pedazos. Ensuciando el perfecto blanco. Tampoco noté a los vampiros luchar con feroces bestias que les ganaban en tamaño. Quizás sus fuerzas podrían ser exactamente iguales, pero estaba demasiado débil como para fijarme en ello. Simplemente quería caer y descansar. Sentía demasiado frío en mi cuerpo y el otro lado, el lugar oscuro, era mucho más prometedor que aquí.

Scarleth...

Una voz ronca y a la vez cálida resonó en todo espacio de mi cabeza. Inundando todo rincón de mi mente con oleadas de calor y cariño. Acarició mi corazón con brazos cálidos y magulladuras que sufrían mi cuerpo dejaron de molestar. Por un momento, la luz, el blanco esperanzador se volvió agradable. Quería abrazar aquella bola de luz que viajaba por todo mi cuerpo, explorando lugares oscuros y escondidos.

Vive por mí.

Logré escuchar los feroces gruñidos de ambas criaturas, el fuerte estruendo de los muebles partirse y el venenoso siseo por parte de los vampiros. Pero aun así, aquella voz se sintió tan cálida como el sol.
Sentí como mi cuerpo empezó a flotar con ternura a una clase de manta que raspaba delicadamente mi piel. El olor a la tierra mojada enriqueció mis pulmones, bañándome de la esencia que tanto anhelaba sentir. Por primera vez en mucho tiempo, me sentí llena de vida. Me aferré a esa manta peluda con las pocas fuerzas que tenía y dejé que me llevara a un lugar igual de cálido como la voz que canturreaba canciones de amor en mi mente.

¡Scarleth!

La cálida voz gritó mí nombre cuando sentí como alguien tocaba mi pierna, quemándome la piel como un veneno. Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando sentí como la sangre empezaba a brotar en aquella herida que me estaba ocasionando el ser oscuro. Y sin más, me solté. Caí en la helada tierra del bosque, clavando mi piel con las ramas como si fueran simples agujas. No me había dado cuenta que habíamos salido al exterior, pero en el momento en que caí en la realidad, mi cuerpo se erizó. El ser oscuro se enredó en mi cuerpo, quemándome con su tacto.

El lobo de los ojos amarillos | [Libro 1] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now