Capítulo once; The Rat

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Cuando llegamos todos al almacén, lo primero que hice al irse los guardias fue sentarme en la esquina más apartada de todas cruzando mis piernas.

Cerré los ojos apoyando mi cabeza en la pared.

«No nos iremos aún, no nos iremos aún», repetía una y otra vez en mi cabeza, intentando que fuese real.

En esta parte de la historia, Michael hacía que se llevasen a Lincoln a la enfermería con una pastilla negra, la que le hizo vomitar.

Burrows tenía que tomársela a las 8:10 pm. Eran las 2:17 pm.

Mike se pensaba que podrían salir por un tubo que él había roto con productos químicos; pero cambiaron el tubo por uno más resistente y no podríamos salir por ahí.

Eso significaba un nuevo plan: el del manicomio.

Pero aún no habíamos llegado a esa parte.

-Entonces, flautista de Hamelin, ¿qué hacemos ahora?-habló una hora después T-Bag. Abrí los ojos y miré a Michael, quien estaba apoyado de medio lado en la pared dando golpecitos con una herramienta sin hacer efecto alguno.

-Lo de siempre: fingimos trabajar y ser ciudadanos modelos, hasta que llegue el momento-murmuró con cansancio sin moverse.

-¿Y cuándo será eso?

-A las nueve.

-Olvidas que el trabajo de la IP acaba a las cinco-habló con una ceja alzada Bagwell.

-Pues habrá que asegurase de que no acabe-le fulminó con la mirada-. ¿No crees?

Media hora más tarde, los chicos (menos Michael, que estaba sentado en la mesa pensando) empezaron a sacar ideas para quedarse hasta las nueve en la sala de guardias. Yo les miraba discutir alzando una ceja sin decir nada.

Sucre se acercó a mí, ya harto de ellos, y se sentó a mi lado.

-No aguanto un segundo más con estos idiotas discutiendo sobre qué hacer-me dijo Fernando rodando los ojos. Me reí ante su comentario-¿A ti se te ocurre algo?-asentí sonriendo. Él frunció el ceño-¿Y por qué no lo dices?

-Porque es divertido verles así-reí, haciendo que Sucre soltase una pequeña risita negando con la cabeza. Me levanté del suelo, sacudiéndome el polvo del mono-. A ver, idiotas-alcé la voz haciendo que todos se callasen y que Michael alzase la mirada del suelo-. ¿Qué tal si rompemos una tubería, lo empapamos todo y nos montamos una excusa sobre que podría salir un moho tóxico o algo así?-levanté una ceja.

-¿En serio crees que eso funcionará?-dijo con sarcasmo Theodore.

-Si los guardias son igual de estúpidos que tú, entonces funcionará-sonreí burlona cruzándome de brazos.

-No es mala idea-murmuró Michael sin mirarme. Le miré, no me gustaba que estuviese tan seco conmigo. Sentí una mano en mi hombro y me giré en esa dirección.

-Ya se le pasará, tranquila-dijo Fernando sonriéndome en forma de apoyo. Le sonreí agradecida.

«Si no fuera por Sucre, ya habría perdido las ganas de seguir con el plan»

Unos minutos más tarde, Scofield rompió una tubería con un martillo, mojando todo el lugar, incluso a nosotros. Dos guardias no tardaron en llegar.

Nos sentamos en el suelo, esperando a Bellick, en este orden: Theodore, Benjamin, después yo, Michael, Fernando y Charles. En cada esquina de nuestra fila había un guardia.

«Como el guardia que tengo a la izquierda no deje de mirarme los pechos, le arranco los ojos de cuajo»

Todos estábamos serios y en silencio esperando al jefe de los guardias, que no tardó en llegar.

Allison Adams [Prison Break]Where stories live. Discover now