Capítulo siete; Tweener

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¿Por qué tenía que trabajar en la IP? Por favor, todos sabían que odiaba todo lo que tuviera que ver con el esfuerzo físico.

Dejé el pico boca abajo y con la manga derecha de mi mono azul me limpié el sudor, suspirando.

-¿Ya te has cansado, Adams?-habló Abruzzi mirándome de reojo y golpeando nuevamente la pared con su pico.

-Claro que no-mentí levantando una ceja mirando cómo trabajaba-. Oh vamos, Johnny, dale más fuerte, hasta yo con 5 años la golpearía con más ganas-seguí con lo mío.

-¿Y luego dices que soy yo el que le da flojo?-dijo irónicamente con una sonrisa divertida. Rodé los ojos.

-Abruzzi, Adams. Menos hablar y más golpear-alzó la voz con firmeza Bellick, que nos estaba vigilando.

En ese momento entró Scofield cargando más cajas, me giré y golpeé con más fuerza la pared arrancando un gran trozo.

-"Ven tú a quitar esta mierda entonces, capullo"-murmuré en español, haciendo que John me mirase con una ceja alzada y que Sucre soltara una carcajada. Me encogí de hombros y seguí arrancando trozos de madera.

Si no recordaba mal, dentro de poco iban a venir nuevos presos. Eso significaba que David Apolskis, también conocido como Tweener, aparecería por fin. Eso también significaba el suicidio de Seth, el actual perrito faldero de T-Bag.

Tenía que hacer algo por él, no podía suicidarse así, sin más; era sólo un peón en este gran juego, ni siquiera se le podría nombrar peón... ¡ni siquiera jugaba al mismo juego, por las barbas de Merlín!

-Eh, ya basta. Bellick ya se ha ido. Adams: manos a la obra-sentí una mano en mi hombro. Me giré encontrándome con el italiano. Miré detrás suya, viendo cómo Michael ponía el manto blanco para no hacer ruido mientras rompiéramos el suelo y Fernando cogía las mazas.

Asentí en dirección a Abruzzi mientras dejaba mi pico en el suelo junto al suyo. Sucre me pasó una maza y empezamos a golpear. Unos segundos después, habló:

-Si ven tanta piedra se darán cuenta de que ocurre algo-dijo Fernando sin parar de golpear.

-Por eso hay que deshacerse se ellas, piedra a piedra-dije golpeando nuevamente con más fuerza.

Cuando acabó el horario de la IP, todos cogimos un puñado de piedrecitas para luego ir tirándolas en el patio.

Me puse junto a una reja, tirando disimuladamente unas cuantas piedrecitas para luego pisarlas y hundirlas en la tierra. Miré a mi derecha, encontrándome con la mirada de Michael; levanté una ceja con una media sonrisa. Él rodó los ojos sonriendo disimuladamente y miró a Bagwell, luego a Sucre y por último a Abruzzi, quienes hacían lo mismo que nosotros.

Empecé a caminar, tirando las últimas que me quedaban. Me paré justo cuando escuché un motor, miré por encima de mi hombro al otro lado de las rejas, donde se veía de lejos un autocar.

«Tweener»

Sentí una presencia delante de mí, al girarme me encontré la cara de un Seth asustado y enfadado.

-Me dijiste que me ayudarías y no lo has hecho-habló con una pizca de miedo. Fruncí el ceño.

-Y te voy a ayudar, ¿por qué crees que no?-pregunté confundida mirándole preocupada.

-Él me dijo que no lo harías-le miré sin entender.

-¿Quién te dijo eso?-dije con el mismo tono.

-Me dijo que no eras de fiar, que no harías nada por mí-espetó mientras se le aguaban los ojos, haciendo que mi corazón se estrujara-. Que dejarías que Bagwell hiciera lo que quisiera conmigo.

Allison Adams [Prison Break]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora