Allison Adams [Prison Break]

Capítulo uno; Allen

Abrí los ojos poco a poco al sentir cómo me movía. Al acostumbrarme a la luz, vi a alguien sentado delante de mí. Llevaba un arma en la mano e iba vestido de azul, como si fuera un guardia o policía.

Sentí algo pesado en mis muñecas al intentar moverlas, bajé la mirada y vi unas esposas; pero eso no era lo único que llamó mi atención; no llevaba la misma ropa que hacía unas pocas horas: un pantalón azul marino ancho, unas zapatillas, una camiseta gris de manga larga y una camisa azul celeste encima.

-Vaya, veo que te has despertado-dijo el hombre que se encontraba enfrente mía. Fruncí el ceño-. Mejor, porque ya casi hemos llegado.

-¿Llegar a dónde?-mi voz sonaba ronca cuando lo decía, tosí un poco y miré a mi derecha, hacia la ventana.

-¿A dónde crees que vamos?-levantó una ceja-. Vamos a la prisión de Fox River, donde te han condenado tres años.

«¿De qué me suena eso?»

-¿Qué se supone que he hecho?

-Tráfico de drogas-dijo como si fuese lo más normal del mundo.

-No, no... Debe de ser un error... Yo no he hecho nada.

-Eso dicen todos.

Me quedé callada, mirando a mi alrededor; seguramente estaba en un camión, por su forma. Miré otra vez por la ventana y la vi, la prisión en la que debería estar.

El camión entró por fin en el edificio, bajé la mirada a mis manos, pensando: «¿Cómo he llegado hasta aquí?»

•°•°•°•

Al llegar, me mandaron directamente al lugar donde estaban las celdas, al hacerlo me di cuenta de algo.

Miré al guardia que me llevaba del brazo y le hablé:

-Esto es una prisión de hombres, ¿qué hago yo aquí?-me miró de arriba a abajo y se encogió de hombros.

-Y yo qué sé.

-Pero, ¿tú eres consciente de que soy una mujer?-le dije bruscamente.

-Eh, relájate-me empujó para entrar donde se encontraban las celdas-. Además, estarás sola en tu celda, no tienes por qué preocuparte.

Empezó a sonar una especie de alarma, y todos los presos empezaron a tirar cosas fuera de las celdas.

El guardia que me había empujado, me llevó al piso de arriba, ignorando el hecho de que todos los presos se habían vuelto locos. Paró en una celda vacía, supongo que la mía.

-Abre la 40-escuché en mi lado izquierdo. Era uno de los guardias. No veía quiénes estaban en la celda al lado de la mía hasta que la abrieron-. Preparándote para la revuelta, ¿verdad?-dijo con cautela- Dámelo.