Angie una chica que se había casado muy joven con el que creía convencida que era el amor de su vida, hasta que conoce a George que hará que se cuestione cada una de sus decisiones.
Angie estaba muy concentrada leyendo el periódico cuando escuchó que alguien estaba en el patio trasero, rápidamente agarró una escoba como arma ya que no tenía nada con que defenderse, pero cuando se asomó por la ventana de la cocina vio que Harrison estaba tirado sobre el suelo y a lado de él se encontraba una maceta.
-¿Que haces en mi casa, Harrison?- preguntó Angie cruzando los brazos lanzandole una mirada de desaprobación.
-Mierda, pensé que hoy trabajabas, quería que fuera una sorpresa.- se quejó Harrison poniéndose de pie rápidamente.
-Los chicos decidieron que no necesitaba que fuera todos los días con ellos, solamente cuando necesitaran una sesión de fotos.
Ayer ella estaba lista para acompañar a Mick, cuando él la detuvo le dijo que no necesitaba que fuera con él todos los días, que sería mejor que se quedara en casa, cuando la necesitara él le diría, Angie sabía que tenía razón pero eso le dejó demasiado tiempo libre, solo llevaba un día y ya se sentía completamente aburrida en la casa. Había pensado en trabajar como fotógrafa para una revista o algo así.
-Un momento... ¿Tu plan era entrar a mi casa, sin que nadie se diera cuenta?
-Si, se que suena mal pero era para darte una sorpresa.
-No puedes entrar así a una casa ajena menos traer macetas contigo, es tan irrumpiendo espacio privado.
No es que Angie no le agradara George al contrario pensaba que era muy simpático pero también era muy confianzudo necesitaba dejarle claro que no podía estar en su casa y pasearse a sus anchas.
-Bueno te dejaré esta maceta y tu...
-¿Qué me vas a dejar que?
-Este árbol, lo iba a plantar en medio de tu patio para que tuviera más de vida , luego llegarías y lo verías ahí y te preguntaría ¿Como había llegado hasta ahí?... Ya vi que no te hace gracia como había pensado.
Era claro que no le había hecho la ilusión que había pensando ya que lo miraba seriamente.
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-No lo hace, llévate esta cosa.
-Me costó mucho subirlo a mi auto desde luego pasarlo por la barda de tu casa no fue fácil, no me lo voy a llevar, es un regalo y los regalos no se devuelven.- argumentó el castaño con terquedad.
-Pero yo no se hacer esas cosas George, además nunca te pedí un árbol.
-Entonces ¿Qué te enseñaron en la escuela?
-Desde luego jardinería no.
Como la mayoría de las escuelas de esa época, la educación para un colegio de señoritas se basaba principalmente en los modales que las niñas salieran siendo unas damas y en segundo lugar de enfocaba en las cosas académicas pero nunca le daban importancia a otras cosas, como la música, arte, deporte, entre otras cosas.
