La teoría del caos.

58. Arte.

Anther.

Nuestros cuerpos levemente teñidos por el sudor hacían un ruido obsceno al chocar entre sí.

Mis manos apretaban sus delicadas piernas intentando dar impulso y profundidad en las estocadas.

Los gemidos que salían de su hermosa boca eran tan preciosos, eran sublimes. Sus manos se enredadas en mi cuello. Me eleve un poco, necesitaba besarlo, al parecer el lo entendió, pego sus labios a los míos de manera apresurada y continuo besándome por un largo tiempo.

Lo tenía sobre mi, viendo su cadera subir y bajar sobre mi, elaborando un vaiven que me volvía loco. Toque su espalda, sus piernas, todo lo que tenía a mi alcance mientras él se aferraba a mi abdomen con sus pequeñas manos.

La gente solía decir que el verdadero arte en este siglo era ya casi nulo y en algún momento lo creí, ahora me doy cuenta que estaban equivocados; el auténtico arte lo tenía ante mis ojos. Gimiendo en la penumbra de su habitación, corriéndose sobre mi abdomen y entrelazando fuertemente mis manos.

La belleza que irradiaba mi chico en este momento haría mierda a las pinturas de Van Gogh, a las mejores creaciones de Leonardo Da Vinci. Aquella imagen era digna de museos pero en este momento me sentía colosal al ser yo quien tuviera el fortunio de poder observarlo.

Agotado sobre las sábanas blancas, con la respiración agitada y el sueño cerrándole sus inigualables ojos.

- Nos iremos al infierno. - Sonrió somnoliento.

Me importaba una mierda arder infinitamente ahí si es lo que tengo que pagar por verlo de esta manera.

- No dejes que eso te quite el sueño. - Bese su frente y me acosté a su lado. Susurré. - Eres mi condena. Mi hermosa condena.

Los amo, bai. <3