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Anther.

Hoy era el ultimo día de detención. Mamá dijo algo como «Bien Anthi, espero ya no te metas en mas problemas, mira que dos semanas en detención tuvieron que ser una pesadilla.» ¿Lo había  sido? No, en realidad no.
Durante esas dos semanas me había preguntado cuando me la había pasado tan bien; Ideas distorsionadas de mi familia me llenaban la cabeza en momentos, luego se esfumaban. El recuerdo de que eso no se repetiría jamas las alejaba de una manera violenta. Eran recuerdos fugaces que de alguna manera nunca me gustaron, me hacían olvidar la felicidad que tuve en ese momento. Felicidad digna de un niño de nueve años o diez. Momentos breves, pero irrepetibles. Arruinados por descargas innegables de culpa y tristeza, deje de pensar en ello.
Empecé a pensar en el club. ¿Qué pasaría con mis chicos? Los freeks deben estar unidos. Al menos hasta verano, espero estar con ellos hasta verano. Pero especialmente, muy dentro de mi sabia que esperaba tener a Emell hasta verano.

Camine por el pasillo, hasta llegar a la sala de musica. Ahí ya me esperaban los idiotas mas importantes en mi puto mundo.

- Hey Anther. - Canille lucia muy feliz. - Llegas tarde.

- Lo se, lo siento.

- Hablábamos de pollas y lubricantes. No creo que te interese bonito.

Sonreí forzadamente. - No sabes Nathaniel, es mi tema favorito en el mundo. Pollas y lubricantes, un tema precioso.

Emell río. Su risa no era escandalosa, tampoco tímida. Su risa era bonita. Su risa me gustaba.

- Ay Anthi. Si quieres que acepte casarme contigo tienes que dejar el sarcasmo. Te ves sexy utilizándolo, pero no me va.

- Dejaría todo para que te cases conmigo amado Nathaniel.

- ¿Tu heterosexualidad por ejemplo? - Interrumpió Emell. Parecía molesto, el siempre me decía que lo le iban estos juegos.

- Si, hasta eso. - Me acerque ferozmente a Nathaniel. Canille soltó un gritito, Emell se inclino un poco en su silla.  Nathaniel, a tan solo unos centímetros de mi se echo a reír.

- Sabes podría besarte ahora bonito. - Alzo una ceja.

- No lo hagas, tendré que golpearte. - Fruncido el seño. El sonrió, yo sonreí.

Nathaniel se dejo caer en las piernas de Canille. Yo me senté a lado de Emell, este sonrió. Su sonrisa no era gruesa, sino delgada y sus labios tenían un color claro. Era una linda sonrisa. Su sonrisa me gustaba.

- ¿Has dejado de fumar?

- ¿Has dejado de hacer preguntas ilógicas?

- No me contestes mi pregunta con otra pregunta.

- Se llama evadir. - Me acerque a el, demasiado creo. Susurré. - Es muy útil. Deberías hacerlo. - Sentía como se tensaba, me aleje.

- ¿Debería?

- ¿Y por qué no hacerlo?

- ¿Por qué tengo que hacerlo?

- ¿Lo de tu playera es mostaza?

- ¿No te gusta la mostaza?

- Bien, para ser novato lo haces bien.

- Lo se. Soy genial.

- ¿De qué hablan ustedes dos?

- De la mostaza en la playera de Emell.

- Tengo una idea. - Canille interrumpió.

La teoría del caos. Where stories live. Discover now