23. Te necesito.

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Emell.

Me confundí un poco en el camino, eso no evito que diera con la casa de Anther. Era una casa bastante ordinaria, tenia un jardín amplio. Igual tenia dos pisos, de un color amarillo claro, muy claro. Algunas flores y varias ventanas. Era una casa bonita.

Camine por el pasillo de baldosas grises que recorrían la entrada hasta el porche. Su puerta era blanca, toque el timbre. Dos veces. Mi teléfono sonó, era un mensaje.

Anther: ¿Eres idiota? No puedo moverme imbécil. ¡Todo me duele! La puerta esta abierta, mi cuarto es el segundo después de las escaleras. ¡No robes nada insecto!

Reí un poco. Vacile antes de abrir la puerta y entrar. Al final me decidí y entre, cerré detrás de mi.

Vaya, era linda por dentro; una sala con cuatro sillones, un televisor, un comedor. Cuadros con la familia de Anthet. Mierda, que deprimente era observalos.
Su hermano y su padre lucían tan felices, la vida parecía gustarles. Su madre y el no tenían sufrimiento alguno, no había silla de ruedas. No había ojeras en aquel niño lindo de la foto. Todo lucia diferente.

Subí las escaleras, un miedo me invadió antes de entrar en el segundo cuarto. ¿Cómo iba a verlo a la cara ahora? No podía. Ya no iba a ver a el Anther que tanto me gustaba si no a un niño indefenso de once que se quedo sin su papá y hermano. Aun así, abrí la puerta.

Había mucha oscuridad, las cortinas eran negras. Olía a humanidad y enfermedad. Y hecho bolita en la cama, estaba Anther.

- ¿Anther? Estoy aquí. ¿Anther?

- Lo se. - Su voz estaba mas ronca de lo normal. Me encantaba.

- Oye necesito verte. ¿Cómo veré que te pasa?

Se quito las cobijas. Su piel tenia un color blanco, pálido, casi transparente. Brillante por todo el sudor que le corría, lucia mas delgado. Debajo de sus preciosos ojos, había unas ojeras enormes. Sus labios estaban morados, tal vez azules.

- Te vez terrible. - Mentí, se veía muy sexy.

- Ya lo se. Callate.

Acaricie su mejilla, estaba fría, no, helada. No temblaba, pero me decía que tenia mucho frío.

- ¿Necesitas algo?

- Dormir.

- Bien, ¿Quieres que me vaya?

- No, no, por favor, no te vayas. Quedate conmigo, solo quedate.

- Bien, me quedo.

Volvió a acostarse, a los minutos ya estaba dormido. Era hermoso. Mas aun dormido, era lo mas parecido a la perfección. Me gustaba tanto.

Lo observe, sus ojos con inmensas ojeras, su cabello largo y enredado, sus labios morados.
Lucia muy mal, y tuve miedo, miedo de que en realidad estuviera mal.

- Oye, me estoy asustando. ¿Necesitas ir al hospital?

- No. Me obligara a llamar a mamá y tu tendrás que irte. No quiero que te vayas.

Una sonrisa involuntaria se dibujo en mi rostro.

- En ese cajón, hay analgésicos. Dame tres, por favor.

Obedecí, en el tocador había solo un cajón y ahí se encontraban los analgésicos. Tome dos, tres eran demasiados. En aquel tocador había una fotografía de un hombre y en niño, era su padre y no estaba muy seguro si el niño era el o su hermano. Un dolor agudo paso por mi pecho y un nudo decidió atorarse en mi garganta. Maldita sensibilidad.

Pase los analgésicos a Anther, el los tomo. Luego se recostó viendo el techo.

- Tengo frío. Mucho frío. - Su voz era inmensamente ronca.

- ¿Quieres una cobija?

- No, ya tengo bastantes, pesan y el frío no se quita.

Sin pensar lo que hacía me metí en la cama con el, lo abrace. El no se negó, y sonrió. Tenia una sonrisa tan hermosa.

- ¿Sabes que vas a contraer lo que yo tengo? - Me dijo muy cerca de mi oído.

- No me importa. - Me pegue mas a el. - ¿Quieres que me quite?

- No Emell. - Se callo, luego me miro. - Te necesito a ti.

Lo mire, sonreí. El empezaba a quedarse dormido.

Me necesitaba a mi.













Bueno, si llegaste hasta aquí, gracias. Te amo un montón.
Al rato continuo. c:
TE AMO UN MONTÓN. ❤

La teoría del caos. Where stories live. Discover now