57. Quiero que lo hagas.

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Emell.

Tenía los ojos llorosos, el estómago me dolía al igual que mi mandíbula de tanto reírme. Extrañaba a los chicos, siempre los estaba extrañando y la mejor parte de todo era cuando estábamos juntos; lo disfrutaba al máximo.

Nathaniel e Ethan estaban sentados en el piso acurrucados con una gruesa manta. Canille y Tinna estaban en un pequeño sillón apretujadas, solo Canille traía una delgada manta ya que Tinna nunca tenía frío, así de rara era. Yo y Anther igual estábamos en un sillón, con una manta que el había traído, el me tenía entre sus brazos así que no sentía ni una pizca de frío.

Jacob estaba haciendo una mala imitación de Harry Potter que resultaba tan graciosa. Antes nos había hablado de una chica que había conocido y que le resulto endemoniadamente linda, pero un poco mayor, no mucho y la idea le parecía increíble a Jacob.

Por alguna razón y a pesar de que me hizo sentir mal, la idea de que Jacob se consiguiera a una chica me aliviaba. Porque de alguna forma algo me decía que Anther seguía gustando de el.

Ya era demasiado tarde y Jacob tenía que ir a su casa porque ya se le había armado un lío.

- Bueno chicos, al parecer uno de mis hermanos se dio cuenta de que no estoy. Mi madre va a armar una montaña de esto así que debo irme ahora.

Me pregunte que se sentiría que tu madre armara una montaña de algo. Quiero decir, mi abuela nunca lo hacia, era bastante relajada y aunque lo hiciera el sentimiento sería diferente. Me gustaría saber como se siente ser regañado por tus padres por llegar ebrio, por llegar tarde, por no ordenar tu habitación, realmente me gustaría.

Mire a Anther y me pregunte si su madre alguna vez armaba montañas de algo. Siempre me ponía triste el pensar en su familia, en lo culpable que siempre se sentía. Nunca me he sentido demasiado culpable por algo así que no lograba entenderlo.

- Vaya, tenemos que irnos, mañana tengo que empezar mi tesis. - Ethan estaba a nada de acabar la universidad.

- Suerte con eso chico. - Tinna le dio un golpecito amistoso en el hombro.

- Gracias linda - miró a Nath -, ¿nos vamos?

- No. - Nathaniel miro a Anther - Te molestaría llevarnos a casa, el Uber es caro y no cagamos dinero.

Anther sonrió.

- Para nada. ¿Ya nos vamos?

Anther se incorporó y estiró sus brazos mientras bostezaba, sentí el frío de repente. Me incorpore  también.

- Si, ya es bastante tarde. Tengo que llamar a mi abuela.

- Oye - Anther me miraba -, ¿puedo dormir contigo esta noche? Realmente no quiero ir a mi casa.

Recordé que la "familia" de Anther seguía ahí. No tenía problema con que durmiera en mi casa y supongo que mi abuela tampoco, aun que ella no tenía porque enterarse.

- Claro que puedes. Bien, pues vámonos.

Tinna y Canille nos acompañaron a la puerta, nos despidieron a los cuatro con un beso en la mejilla. Comenzamos a caminar por el pasillo y Canille dió un gritito.

- ¡No hagan cosas sucias!

- ¡Y si lo hacen no olviden grabarlo! - Está vez quien hablaba era Tinna.

- ¡Lo tomaré en cuenta! - Anther les grito en susurros.

Ambos sonreímos. Nathaniel se había subido a la espalda de Ethan y ahora le repartía besos en toda su mejilla. Me pregunté qué haría Anther si yo hiciera eso.

La teoría del caos. Where stories live. Discover now