53. Agonía y amor.

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Emell.

- Emi, despierta. - El susurro en mi oído provoco un cosquilleo.

- ¿Mmhm?

Escuche la pequeña risilla de Anther.

- Estas babeando. - Su risa se hizo mas fuerte.

Abrí los ojos rápidamente y absorbi el hilo de baba que colgaba de mi boca. Mire a Anther, el seguía riendo.

- Deja de reírte, no es gracioso.

- Si, si lo es - Limpio un poco de baba que había quedado en mi labio con su dedo pulgar. - dormiste demasiado.

Talle mis ojos y me incorpore en la cama.

- ¿A sí, cuanto?

El suspiro e hizo como que contaba con sus manos.

- Un montón. - Me sonrió infantilmente.

- Vaya, que buen cálculo Anther. ¿No has pensado ser matemático?

- Obviamente si. Imagínate, soy tan hermoso y aparte de todo matemático. Le partiría el culo a Albert Einstein.

Me reí por el comentario.

- Tu - Rodee su cuello con mis brazos y lo atraje hacia mi. Caí en la cama con el sobre mi pecho. - adoras a Albert Einstein.

El ladeó los ojos y me sonrió.

- Mmmhm, de cierto modo estas en lo correcto.

- Y, a la única persona que le puedes partir el culo es a mi bonito, así que, quita esas ideas de tu mente.

El abrió sus ojos como platos al igual que su boca. Luego rió un poco.

- Ese vocabulario no es al estilo Emell.

- No, probablemente sea al estilo Anther.

- Te estoy convirtiendo en un malhablado entonces.

- Eres mi novio, puedes convertirme en tantas cosas.

Lo bese, y el igual me beso. Y asi seguimos por un rato. Pero la mamá de Anther lo llamo de la plata baja.

- Tenemos que bajar. - Se separo de mi y se levanto de la cama, echo un vistazo a la ventana y giro los ojos. - Mi estúpida "familia" a llegado.

Me incorpore en la cama y lo observe un rato. Se vio una ultima ves a el espejo y se desordenó el cabello lo mas que pudo. Lucia demasiado guapo.

- Y - Me miro. - ¿qué tal?

Llevaba puestos unos converse gastados y unos jeans ajustados, lucían viejos y rasgados. También llevaba una camisa de manga larga que tenia de ilustración a Jim Morrison y de inscripción ponía en letras grandes "The doors", con una chaqueta negra por encima.

- Eres un desastre Anther Joseph.

El me sonrió. 

- Lo se. Tu estas todo fachoso.

- Si, ni creas que fue porque me empape con agua helada. - Le pinte el dedo de en medio. El solo se carcajeó.

- Estas perfecto.

- ¡Anther, ven abajo por favor! - La madre de Anther volvió a llamarlo 

El rodó los ojos.

- ¡Bajaré cuando yo quiera, son unos cabrones así este o no este yo ahí!

- ¡Anther, cuida tus palabras jovencito!

La teoría del caos. Where stories live. Discover now