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Tus nudillos estaban literalmente blancos por la fuerza que estabas ejerciendo sobre el volante de tu auto.

El trabajar como enfermera en una dependencia de salud siempre era estresante, pero tu turno de hoy había sido bastante difícil. 3 pacientes habían fallecido durante el turno de 12 horas que habías hecho, habías tenido que hacerte cargo del papeleo con las familias y al mismo tiempo, seguir haciéndote cargo de los otros pacientes como naturalmente lo harías durante tus días de trabajo.

No habías comido nada aparte del pequeño pan tostado que habías comido rápidamente en tu pequeño descanso de 5 minutos a las 8 am, ahora eran las 5 pm y te morías de hambre que sentías que tu estómago comenzaba a doler, tus pies estaban punzando por no haberte sentado por más de 10 minutos y tu cabeza estaba apunto de explotar.

Dejando salir un suspiro, detuviste el auto en una luz roja; el tráfico de Los Ángeles añadiéndose a tu mal humor. Cerraste los ojos y recargaste tu cabeza en el respaldo del asiento; podías sentir a las lágrimas amenazando con caer así que mordiste un poco tu labio inferior en un intento de evitarlo. Trataste de alejar a tu mente del estrés y enfocarte en la comodidad de tu casa pero aún así el estrés hacia que tu cuerpo se sintiera demasiado tenso así que obligaste a tu mente a pensar en Niall, una copa de vino y sus brazos esperando por ti tan pronto y cómo pusieras un pie dentro de la casa; y sin darte cuenta, en vez de conducir en dirección a tu casa, pronto estabas camino a casa de Niall. El pensamiento de verlo en unos momentos hizo que tu cuerpo se relajara un poco, sabiendo que podrías acurrucarte en el sillón con él a tu lado; sabías que eso era lo que necesitabas para que el estrés desapareciera.

El sonido de la bocina del auto de atrás causó que te sobresaltaras y notaras que la luz del semáforo había cambiado a verde y emprendieras el camino de nuevo mientras le dedicabas una mirada molesta y maldecías al conductor por el espejo retrovisor, pisaste el acelerador y continuaste con tu camino a casa.

Estacionaste tu auto justo al lado del de Niall, saliendo de él rápidamente, con el sentimiento de alivio apoderándose de ti por estar finalmente en casa. Tomando la llave de la puerta que Niall te había dado, la abriste y rápidamente entraste, cerraste la puerta detrás de ti y recargaste tu espalda sobre ella, cerrando tus ojos y descansando tu cabeza sobre la madera. Sabías que no serías capaz de evitar las lágrimas ahora que te encontrabas en la comodidad de la casa de tu novio, sintiéndote libre de bajar la guardia y liberar tus emociones.

Sentiste las primeras lágrimas deslizarse por tus mejillas y soltaste un suspiro.

-Um... ________, ¿estás bien?- Una voz hizo que te sobresaltaras, una de tus manos viajando directo a tu pecho una vez que viste a Willie, el primo de Niall mirándote atentamente.

-Jesús, no me había dado cuenta que estabas ahí.- Mencionaste, tratando y fracasando en el intento de limpiar las lágrimas de tus mejillas. Fue en ese momento cuando escuchaste más voces provenientes de la sala, por supuesto, los amigos de Niall estaban ahí. Los querías a todos, incluso podrías considerarlos también como tus amigos pero aparentemente siempre aparecían cuando más necesitabas a Niall para ti sola.

-¿Quieres que llame a Niall?- Willie preguntó, acercándose a ti y poniendo una de sus manos sobre tu brazo.

-No, no. Estoy bien. No sabía que todos estarían aquí, pero estoy bien, no te preocupes.- Le sonreíste, tratando de parar las lágrimas.- Es solo que tuve un día algo difícil, iré a arriba a tomar una ducha.- Le volviste a sonreír y rápidamente diste vuelta para caminar hacia las escaleras y llegar a la habitación de Niall.

Una vez que te adentraste en su habitación, solo tomó un par de minutos para que Niall atravesara la puerta del lugar, de inmediato supiste que Willie le había mencionado sobre el estado en el que te había encontrado porque su ceño estaba fruncido y una mirada llena de preocupación estaba en su rostro. Sus ojos pudieron verte sentada en la orilla de su cama, tu cabeza entre tus manos mientras dejabas salir sollozos silenciosos.

Imaginas | NHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora