cuarenta y cuatro

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Jeon Jung Kook

Había pasado un mes desde aquello, yo intentaba seguir con mi vida de manera normal pero simplemente no podía, todos los días la veía, todos los días veía como caminaba junto a sus amigas hablando o riendo de algún chiste, todos los días me descubría a mí mismo observándola de reojo cuando ella no estaba prestando atención, todos los días me maldecía a mí mismo por haberla tratado de aquella forma, todos los días quería golpearme en el rostro al ver que cuando nuestros ojos hacían contacto visual ella sólo miraba para otro lado o bajaba la cabeza. Los recuerdos de aquella vez que ella me siguió pidiendo hablar conmigo me hizo sentir peor de lo que ya era, recordé que caminaba algo coja y su nariz, oh vaya, su nariz estaba cubierta por un pequeño yeso resultado del pequeño torneo de voleibol. Recordé cuando ella cayó al suelo y cuando su nariz comenzó a desangrar, recordé su mirada de dolor al escuchar todas las oraciones que yo solté contra ella, su mirada nublándose por las lágrimas, sus insultos hacía mi persona, sus manos tocando las mías, y luego yo, soltando más idioteces.

«Ya no hay nada que arreglar»

Ella no merecía tanta frialdad pero fue lo único que, en esos momentos pude ofrecerle. Luego cuando llegué a mi hogar, descargué toda mi furia contra mis puños empezando a golpear mis paredes, estaba eufórico, no pensaba con exactitud, me arrepentía de haberla dejar sola ahí y más cuando había empezado a llover. Quise salir a buscarla y abrazarla y decirle que todo estaría bien, pero era algo que yo ya no podía hacer, porque mi puta personalidad la había herido y peor que eso, la había hecho llorar. Me maldije a mí mismo al recordar todas esas veces en que le pedí que nunca llorase por un chico, que nunca dejara que un chico la hiciera soltar lágrimas, pero heme aquí. Me contradije en todo, la había herido, la había hecho llorar, la había insultado con las peores cosas. Todo era una mierda.

El hecho de recordar como todo había terminado me hacía enfadar hasta empezar a golpear mis almohadas con ira, me alteraba el hecho de saber que él había tocado sus labios, me jodía tanto saber que él imbécil sabía que ella me gustaba y aun así ignoró eso y empezó a joder nuevamente. Todo era perfecto y estábamos bien, pero de un segundo a otro las cosas habían dado un vuelco muy negativo. Odiaba seguir teniendo sentimientos por ella, me aborrecía a mí mismo, pero a la misma vez seguía pensando en su sonrisa y en lo bien que está me hacía sentir.

Ella era hermosa en todo el sentido de la palabra, y maldición, la extrañaba a montón, pero mi orgullo era más grande que mi amor por ella y simplemente había comenzado a ignorarla sólo por intentar desaparecer mis sentimientos hacia ella.

Pero saben algo, había sido del todo inútil.

Aún la quiero, sigo queriéndola con mis huesos, sigo extrañándola, sigo pensándola, sigo añorándola, sigo extrañando sus besos y caricias, sigo extrañando sus cursis apodos, sigo extrañando su presencia cerca de mí.

Joder, la extrañaba a ella.

Aun conservaba nuestras fotos juntos, pensaba en nuestros momentos juntos riendo, saliendo, hablando. Ella siempre terminaba en mis pensamientos y eso me hacía sentir tan jodido, intentaba olvidarla, vaya que sí, pero mi corazón seguía latiendo por ella.

Aquel día en el parque la hice sentir de la peor manera posible, dije tantas cosas sin sentido, solté tantas cosas sin pensarlo y terminé hiriéndola a más no poder, al llegar a mi hogar me sentí una verdadera mierda. Había actuado de la manera más cobarde de todo el jodido mundo y entendía si ahora ella debía estar odiándome, yo también me odiaba, odiaba esta situación. Mis padres siempre preguntaban por ella, y yo sólo respondía que estaba ocupada y que no tenía tiempo para estar conmigo. Ellos parecían creerme y no seguían preguntando o cuestionando. Y eso, me aliviaba un poco, no necesitaba molestas preguntas de parte de mi madre o reproches de mi padre.

Él y yo⇝Jungkook→BTSWhere stories live. Discover now