Capítulo 55: "En nombre de todos."

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Me soltó y seguí el camino, caminé rápido evitando hacer bulla con mis incómodos tacones. No tenía idea sí lo estaba haciendo bien, sí el camino por el que andaba era el correcto, mi vestido fastidiaba, pero tampoco podía quitármelo, regresé a mirar atrás para asegurarme de que nadie estuviera siguiéndome, al volver la mirada al frente, un pedazo de alma me volvió al cuerpo

—¿Jay?

Corrí a abrazarlo con fuerzas, estaba aquí, él me llevaría a casa... Todo estaría bien, seguiría con mi vida y este será sólo un fracasado intento por quitarme del camino.

Sus brazos en mi cintura y sus manos en mi espalda me estrujaban con fuerzas, revolvió mi cabello y besó mi frente repetidas veces —Por fin Carol, eres tú... No sabes todo lo que te he extrañado, estamos en líos, debemos irnos de aquí ya.

—Gracias, gracias, gracias... Gracias por venir por mí —estaba al borde de las lágrimas, aun estábamos en esta pocilga, pero ya me sentía segura.

—Vendría por ti, aquí y al mismo infierno, sólo por ti.

Me estrujé más contra sus brazos y seguimos el camino que él conocía mejor que yo, al bajar las escaleras del techo, estas provocaron un estruendo debido a que la madera se rompió por la humedad y estas cayeron partiéndose en varias partes.

—Demonios —maldije— ¿en serio?

—Ellos debieron escuchar eso, piensa rápido en una solución —me ordenó alborotando su cabello.

—Bueno pues, yo soy porrista y tu un musculoso y fortachón, elévame, yo la abriré y subiré, una vez arriba, te ayudaré a subir.

—Por eso te amo —sonrió poniéndose de rodillas, dándome paso a subir en sus hombros, me senté allí, cómodamente hasta que él se puso de pie, seguía sin alcanzar del todo, empujé levemente y esta se abrió de manera mecánica, ¿así funcionaba? ¿Qué importa? ¡Está abierta!

Subí como habíamos acordado, pero cuando llegó mi momento de ayudar a Jay, la puerta volvió a cerrarse por la fuerza que ejerció una patada en ella mientras yo terminaba de subir.

—¿Qué crees que estás haciendo? Déjame ayudarlo —refuté.

—¿Acaso no te duele que sea parte de todo esto?

—Sí ya sabes la respuesta, ¿para qué lo preguntas? Déjame ayudarlo, no lo repetiré una vez más.

Él cedió y abrió la puerta, Jay aún estaba ahí, al verme empezó a saltar tratando de alcanzarme lo que fue inútil.

—Déjame a mí —me empujó a un lado y prácticamente metió la mitad de su cuerpo para darle la mano. Sostuve sus piernas para que no cayera en el intento.

—¿Él también vino por ti? —preguntó Jay una vez arriba.

—No, él me trajo aquí.

—¿Qué? —se sorprendió.

—No hay tiempo de explicaciones, deben irse ya.

—No seguiré tus órdenes, idiota.

—Estoy tratando de ayudarte, ángel.

—No, no más ángel —exigí.

—No hay tiempo para discusiones, debemos ir por Alex y Bruno.

—¿¡Están aquí también!?

—No creíste que vendría sólo, ¿no?

—¿Dónde está Alex? —preguntó Matt.

—Esa es una buena pregunta —afirmó Jay asegurando la puerta para que esta no pudiese ser abierta desde abajo.

Infiltrada [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now