PARTE 31

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CAPÍTULO 27
Pasión Por La Danza

pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación;
1 Tesalonicenses 4:3

Al medio día.

Después de orar por todos los que estaban en la cafetería, en especial por Leonie y Sean; Kate y yo nos fuimos a caminar un poco. Muchas veces las personas se matan por comprarles obsequios costosos a los demás, cuando muchas veces lo que realmente quieren es que le dediques tiempo (obvio, un detalle también es un gesto romántico, pero la atención que le brindes a una persona, el tiempo que le dediques será mucho más difícil de olvidar que cualquier regalo que le des). Juntos (Kate y yo) íbamos caminando sin rumbo por las calles de Chicago.

─¡Oye Kate, me gustaría tomarte de la mano, ¿puedo?! ─le pregunté.

─¡Claro, me gustaría que lo hicieras! ─me dijo.

Era extraño el hecho de que Kate no era mi novia, pero aun así podíamos llevarnos muy bien, tratarnos con cariño, pero con respeto. Era algo tan especial para mí, no sólo el estar paseando, sino que estar paseando con ella, a veces no es el lugar, sino la persona.

Cuando íbamos caminando me pareció muy familiar el lugar en donde estaba, luego recordé que era el mismo lugar en el cual estuve persiguiendo a Leonie y a Sean, el mismo lugar donde la muerte apareció y se sentó en una banca. Miré a mi izquierda y allí estaba aquel hotel, pero no sólo eso, sino que Nicole estaba a punto de entrar al hotel. No sabía como debería actuar y menos al saber que era lo que iba a pasar, pero algo tenía que hacer.

─¡Kate!

─¿Si JD? ─me dijo.

─Tengo unos asuntos que atender, ¿me harías el favor de esperarme?

─¡Claro, te voy a esperar sentada en esa banca!
Dejé a Kate sentada en la banca y me fui al hotel donde estaba Nicole, ya sabía que estaría en la cafetería del hotel esperando al idiota de Jack. Mientras ella lo esperaba yo llegué y me senté.

─¡JD, ¿qué haces aquí?! ─me preguntó Nicole.

─La verdad no sé, tan sólo te vi y me dije: tengo que darle una explicación a Nicole... tan sólo terminé contigo y ya; jamás te dije nada específico.

─No hacía falta ─dijo una voz de hombre; era Jack que había llegado, ahora que él estaba aquí no tenía la menor idea de como rayos se terminaría esto, ¿bien o mal? Sólo Dios sabrá.

─¡Tú ya terminaste con mi prima, déjala en paz! ─dijo Jack─. Ella tiene derecho a estar ahora con quien le dé la gana.

─Por ejemplo, ¿contigo? ─le dije.

─No sé de que hablas ─dijo el muy descarado.

─¡Ah no sabes! ¡¡Bien!! ─le dije─. ¿Piensan que no sé que los dos se acostaban a mi espalda? ¡Vamos! Si me van a mentir por lo menos sean inteligentes en ese aspecto; ya lo sé todo.

Ambos desviaron la mirada, estaban apenados y no querían verme a la cara, los dos pensaron que jamás lo sabría, pero no contaban con la astucia de Dios. (Proverbios 10:32)

─¿Por qué engañarme con este tonto? ¿Alguna vez te preguntó que era lo que realmente querías en la vida? ─le dije a Nicole.

─¡No!

─¡¿Tú lo hiciste acaso?! ─me preguntó Jack.

─Pues no, cuando quería hacerle la pregunta, resulta que se estaba acostando contigo ─le contesté.

Los Tres Deseos De La Muerte ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang