Capítulo 48: "¿Dónde está Carol?"

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—¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! —golpeaba incesante la puerta blanca ante mí.

—¿Se puede saber que te hizo mi puerta, querida?

—¡Me mintió! —le grité a la voz que me habló dulce y burlona a la vez tras mí.

—Vaya, eso es nuevo —dijo ella abriéndola para darme paso a entrar—. A mí una vez me rompió una llave, pero jamás me ha mentido.

Una vez dentro caí sobre la alfombra peluda que había en el recibidor.

—Cariño, yo de ti cierro la boca, la alfombra al pie de la puerta es para restregar los pies al entrar, no el rostro —después del comentario sarcástico me ayudo a poner de pie apoyando mi peso en su hombro— ¿Ahora son dos los alcohólicos? ¿Qué los jóvenes no tienen otra forma de olvidar sus penas?

—Me mintió, Rosa... Me lastimó.

—Sí, preciosa, sí... Soy Julieta, ¿lo recuerdas?

—¡Me lastimó!

—Ven conmigo...

Traté torpemente de seguir sus pasos, subimos escaleras y todo se veía tan familiar, entramos a la primera puerta, la habitación era grande, sentí mi cuerpo caer sobre algo después de que me soltara para dejarme caer.

Ese algo se removió bajo mi peso notablemente fastidiado, la señora salió de la habitación anunciando algo que no logré entender, no podía mover mi cuerpo, así que como había caído, así permanecí mientras ese algo bajo mí se acomodaba, cerró sus brazos sobre mí y enrolló sus piernas con las mías para susurrar algo que me permitió caer en profundo sueño tras la dulzura de su tono y el olor a alcohol que él también desprendía.

—Eres bella, ángel...

POV's MATT

—¿Estás terminando todo nuevamente? —dije con un fuerte nudo en la garganta.

—No, esta vez lo terminaste tú —acusó sin mirarme. Fría, tan fría como cuando la conocí.

—Dame una última oportunidad —casi rogué desesperado.

—No más, Mattías, esta vez no más —y ahí, exactamente en ese momento, fue que mi corazón se rompió en esa pequeña y significante frase.

Entendí que la había embarrado, entendí que la había lastimado, que jamás debí aceptar el trato, que jamás debí caer en la mentira y el odio, Julieta tenía razón, mi alma se contaminó tanto con la ira que no pude controlar el engañar y herir a alguien más. Pero lo que ya empezó, no lo puedo detener... Las cosas tendrán que darse, no puedo meter en problemas a mi familia, pero tampoco dejaré que le hagan daño a ese ángel que con su indiferencia salvó eso que en mí se perdía.

Yo te cuidaré, ángel, siempre te cuidaré.

No pude seguir resistiendo verla llorar, esas lágrimas que trataba con tanto odio retener llevaban mi nombre impreso en cada gota, me dirigí con dolor hacia aquel ventanal por el que había entrado con una mentira tonta con tal de volver con ella y que seamos felices juntos, pero no, perdí toda su confianza y sobre todo, la perdí a ella.

—Adiós viejo —me despedí de Patrick quien ya últimamente se acostumbró a verme salir, pero jamás entrar a esta casa. Él simplemente sacudió su gorra fuera de la ventanilla de su caseta mientras sonreía emocionado.

Cruzaba las calles de la ciudad en mi moto a alta velocidad, no quería saber más nada, sólo sentía el viento en mi rostro y en la lejanía la bocina de los autos que resonaban cuando me les imponía por el frente mientras conducía en contravía esquivando a cualquiera de ellos. Finalmente, llegué a donde quería llegar, el pequeño bar al que mi papá me trajo a los 15 cuando le dije por primera vez que yo ya era un hombre, pues me quiso hacer ver la diferencia entre lo que es ser un hombre y lo que es aparentar serlo, obviamente todos aquí, eran parte de esa segunda opción. Sin embargo, hoy yo le había fallado también aquel hombre que me dio las mejores lecciones de vida.

Infiltrada [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now