45. Beso

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—Así que...definitivamente te vas hoy...vuelves a Madrid...

Dejé la camisa que sostenía entre mis dedos dentro de la maleta aún vacía y me volví hacia la puerta. Janette se apoyaba en el marco de madera con los brazos cruzados mientras miraba de reojo la maleta.

—Sí...—volví a centrarme en la ropa—Creo que es lo mejor dadas las circunstancias...

—Claro, habrá mucho que resolver...te vamos a echar de menos...

Supe que entraba en la habitación por el sonido de sus tacones contra el suelo de madera y el leve quejido de la puerta al abrirse del todo. Se acercó a mí. Me miró de arriba abajo y llevó su mano hasta mi mejilla derecha. Me dedicó una mirada dulce y triste. Aproximó su rostro al mío. Pensé que iba a abrazarme pero antes de que me diera cuenta sus labios estaban junto a los mios. Me quedé quieto, no pude reaccionar a tiempo.

Justo en la puerta vi una sombra y algo blanco que captaba mi atención entre la oscuridad del pasillo. Fue tan solo un segundo pero aquello, fuese lo que fuese, cayó al suelo. Reaccioné, apartando a Janette de mí. Blanca estaba en la puerta, con una camisa mía, que ahora descansaba a sus pies. Me miró fijamente.

Janette se volvió y la observó, tomando algo de distancia respecto a mí. Blanca no se inmutaba al observar aquella escena.

—Será mejor que me vaya...

Bajé la mirada hasta el suelo. Mierda. Tomé aire. Debía arreglar aquello. Janette salió de la habitación, no sin antes cruzar una mirada fría con Blanca. Miré de reojo. Blanca entró en la habitación, cerró de un portazo y arrojó mi camisa sobre la cama.

—Blanca no...

No me dio tiempo a decir nada. Ella fue más rápida. El estallido resultante de su mano contra mi cara recorrió la habitación. Apreté los labios. Me mejilla empezaba a calentarse y a sonrojarse. Dolía.

— ¿Por qué?

— ¡Yo no he hecho nada! ¡Ha sido ella!— grité mientras señalaba la puerta

— ¡Pero tú no te has apartado!

— ¡No me ha dado tiempo!

No dijo nada. Me miró furiosa. Alargué mis manos hasta ella pero se apartó de mí, retrocediendo unos pasos.

—No me toques...

— ¡Blanca por favor!

—Será mejor que vuelva sola a Madrid

— ¡No! ¡Ni se te ocurra!

—Tú no vas a impedirme nada

Alcanzó la manivela de la puerta, dispuesta a salir de allí pero yo no pensaba dejar eso así, no por un hecho como aquel. Me adelanté y me pegué a la puerta, cerrándole la salida.

—Déjame salir, Max

—No. Blanca te quiero, te quiero más que a mi vida y no voy a dejar que te vayas sin hablar. Janette no significa nada para mí, lo ha hecho precisamente para esto, para que discutieramos, para que tú te enfadaras, para que te fueras y yo me quedara aquí...por favor no le demos ese lujo, no después de todo lo que hemos pasado, no ahora...está celosa desde que llegaste y lleva todo este tiempo intentando algo así

—No intentes convencerme—me cortó

—Vamos, sabes de sobra que yo jamás estaría con una mujer como ella

—¿Por qué no?

Me despegué de la puerta y me aproximé a ella. La miré fijamente a los ojos. No aparté mi mirada de ella ni por un segundo. Mis manos llegaron a su cintura. Ella se mantuvo quieta, aguantándome la mirada. Entrelacé mis dedos con los suyos y acerqué mis labios a su oído. 

—Porque ella no es como tú...—susurré aún a riesgo de recibir otro bofetón.

Intentó esconder una media sonrisa, que se dibujó tímida en su rostro. Su mano derecha escapó de la mía y llegó hasta mi mejilla. La acarició despacio pero no tardó en volverme a abofetear, aunque esta vez algo más suave.

—¿Pero qué?

—No vuelvas a hacer algo así, ¿me has oído?

Asentí. Me aproximé a su rostro y la besé. Ella no me rechazó. Alargué el beso cuanto pude, abrazándola, pegándola a mi cuerpo, recorriendo su cuerpo con mis manos. Ella mordió mis labios. Casi a tientas la guié hasta la cama y la dejé caer sobre ella. La miré. Con su dedo indice me marcó un "no" repetidas veces.

— ¿Qué ocurre?

—Que haya dejado que me beses no significa que no esté molesta contigo—se puso en pie y llegó hasta la puerta—Ahí tienes tu camisa. Te esperaré fuera, el coche llegará en media hora para llevarnos al aeropuerto.


BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora