26.Pez Azul

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Miré mi reloj algo nervioso. Aún quedaban unos minutos para terminar el turno. Todavía no podía escaparme. Fui recogiendo mis cosas a toda velocidad para terminar de hacer tiempo y nada más cerrar las puertas corrí hasta mi habitación para cambiarme y quitarme el uniforme. No sabía si coger algo. No tenía ni la menor idea de que le podía estar pasando a Blanca, de que era lo que estaba tramando.

Salí al callejón, estaba aún tranquilo, el resto de empleados no habían salido todavía. Así era mejor, evitaba que alguien me viera. Metí mis manos en los bolsillos de los pantalones y puse rumbo a la calle Pizarro. No estaba lejos pero lo estaba lo suficiente como para no encontrarte con nadie de las galerías. Llegué hasta un edificio más iluminado que el resto. Unas luces de neón decoraban la puerta. El Pez Azul. Entré y miré todo lo que me rodeaba, un par de salones y un gran mostrador de madera.

Me acerqué, dubitativo, a la recepcionista. No sabía si Blanca habría llegado ya ni como iba a localizarla.

-Disculpe, estoy buscando a alguien…

-¿Es usted Maximiliano Expósito?

-Sí, soy yo

-Vaya a ese teléfono, ahora mismo le paso una llamada.

Asentí. Llegué hasta una especie de saloncito donde había algunos sillones y un par de sofás. El teléfono empezó a sonar y lo descolgué.

-¿Sí?

-Max, soy yo, Blanca. Estoy en el bar, justo enfrente de ti. Pide una habitación y cuando la tengas entra en el bar, pide algo y dejame, sin que se note, la llave de la habitación. ¿Lo has entendido?

-Sí pero…

-Hazlo. No me saludes, no me mires...nada...no me conoces

-Pero…

No me dio tiempo a rechistar nada. Ella se adelantó colgando el teléfono. Hice lo que me dijo, no podía hacer otra cosa.

Me acerqué a la recepcionista de nuevo, pedí una habitación, la 178, y llegué al bar. Intenté no buscarla con la mirada, evitarla por completo. Fui directo a la barra. Al verme llegar, el camarero se acercó a mi.

-Buenas noches, ¿me pone un whisky?

Mientras el camarero se volvía a por la botella y me lo servía vi una sombra a mi lado. Sin duda, era ella. Dejó su bolso justo a mi lado, apoyándolo en la barra. Fue cuestión de un segundo pero al tiempo que ella dejaba su copa vacía sobre la barra, yo dejaba caer la llave en el interior de su bolso. Nadie de los presentes reparó en ello. De momento, todo iba como ella había dicho y yo seguía sin entender nada.

Cogió el bolso, se separó de mí y salió del bar en dirección a las escaleras. Yo apuré mi copa y pedí otra.

Miré mi reloj. Estaba poniéndome cada vez más y más nervioso. La incertidumbre me ponía neevioso. Cuando ya habían pasado unos 20 minutos desde que ella había salido, pagué las copas y subí hasta la habitación. Recorrí todo el pasillo hasta dar con ella y al llegar llamé un par de veces.

Blanca apareció al otro lado de la puerta y tiró de mí hacia dentro.

-¿Te ha visto alguien?-preguntó nerviosa

-No, nadie. ¿Me puedes decir a qué viene tanto misterio?

-Siéntate

-¡No! ¡Quiero que me digas que coño pasa!

-No te pongas así, tómate algo anda

-Blanca, si esto es algún tipo de juego no me gusta en absoluto.

Seguía sin entender nada y eso me ponía aún más nervioso de lo que ya estaba. No iba a ser un encuentro como amantes, eso lo tenía claro. No ahora después de haber estado juntos en las galerías. Tenía que ser otra cosa que escapaba de mí.

Se acercó a mí y me quitó la chaqueta, dejándola sobre una de las sillas.

-Tranquilizate...te lo voy a contar...para eso estás aquí...pero antes...una cosa, ¿cómo supiste el número de casa de Esteban?

-Lo busqué en tu habitación...también encontré esto...supongo que son para tus maravillosas noches con Esteban

Metí mi mano en el bolsillo y saqué el par de preservativos que había cogido de su cajón. Los arrojé sobre la cama. Ella los siguió con la mirada. Se acercó a la cama y los cogió, observándolos detenidamente. Se sentó justo en el borde de la cama con ellos entre sus manos.

-Esto no es mio…

-Estaban en tu habitación, en tu cajón

-¿Y los has traído porque quieres usarlos? ¿O como va el tema?

Se cruzó de brazos al mismo tiempo que cruzaba sus piernas mientras yo, de pie, empezaba a dar vueltas prácticamente sobre mi mismo.

-¡No sé por qué los he cogido!

-¿Quieres saber por qué? Yo te lo diré, los has cogido porque estás celoso

-¡Pues sí! ¡Mira, sí! ¡Se me comen los celos porque estoy harto de que estés conmigo, de que te acuestes conmigo y que luego vayas y te acuestes con él!

Dejó los preservativos sobre la cama y se puso en pie, acercándose a mi. Estaba extrañamente tranquila.

-Por eso mismo te he traído aquí, Max

-Si vas a dejarme podrías haberlo hecho por teléfono...te hubiera costado menos…o en las galerías mismo, total nos vemos todos los días...

Cogí mi chaqueta y puse mi mano sobre la manivela, dispuesto a marcharme, no quería escuchar nada más de lo que tuviera que decir, ni siquiera sabía por qué había acudido pero me detuve en el instante en el que ella abrió la boca.

-Quiero matar a Esteban

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