6. ¿Perdidos?

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Aquella mañana desperté temprano. Apenas había podido pegar ojo. Había pasado la noche dando vueltas en la cama, recordando una y otra vez el momento del baile. No podía sacarlo de mi cabeza.

La voz de don Emilio empezó a recorrer el pasillo de los chicos y la de doña Blanca el de las chicas. Tocaba volver a la realidad y emprender un nuevo día de trabajo con la nueva colección.

Recorrí los pasillos en busca de la cafetera que las chicas ponían todas las mañanas. Saludé a Clara y a Rita, que hablaban animadamente pero que pronto se detuvieron al ver a doña Blanca, que giraba la esquina. Desaparecieron. Me quedé perplejo, no entendía que podía estar pasando.

-Buenos días, doña Blanca...

Ella levantó su mirada pero pronto la desvió al café. Se sirvió un vaso y se sentó en una de las sillas.

-Buenos días Maximiliano

-Eh...-tímidamente me senté a su lado-¿ocurre algo?

-¿A qué se refiere?

-Bueno...no sé...parece que ha pasado algo entre...

-Mire, Maximiliano-me cortó en seco-Tiene que ir aprendiendo que no se puede quedar bien con todo el mundo. Yo, como jefa de taller, siempre tomaré medidas que ustedes no entenderán y usted como empleado de estas galerías que es, lo más común es que tome partido por sus compañeros y no por los jefes.

-Cierto...y lo siento...yo solo...es que me he quedado un poco confuso...

-Sus compañeras anoche alargaron la fiesta más de la cuenta...dejemoslo ahi...

Asentí. Decidí no preguntar nada más, no quería entrometerme demasiado. Me levanté de la silla y dejé mi vaso junto a los otros. Blanca hizo lo mismo.

Me dio la sensación de que toda la felicidad de la noche anterior se había desvanecido y no quedaba ni rastro de ella. El día volvía a ser igual de monótono que el resto de días.

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-Maximiliano, está aquí, suerte que aún no se ha marchado

-¿Qué ocurre, don Emilio?

-Todos sus compañeros se han ido ya y tenemos un encargo que llevar a uno de nuestros clientes

-¿A estas horas? ¿No puede esperar a mañana?

-Me temo que no. Es necesario llevarlo ahora mismo...¿sabe conducir?

Justo en ese instante las puertas del ascensor se abrieron y Blanca apareció en su interior. No pude evitar un claro gesto de sorpresa. Iba sin uniforme, con un vestido negro ajustado, tacones más altos de lo habitual y el pelo completamente suelto. Estaba preciosa. Se acercó a nosotros, visiblemente nerviosa.

-¿Ha podido solucionarlo?

-Maximiliano lo llevará...aquí tiene la dirección...

Don Emilio me tendió un pequeño papel blanco con algo escrito. Leí la calle, no tenía la menor idea de donde estaba, apenas conocía Madrid aún.

-Yo...yo no sé donde está esto...

-Yo le acompaño-suspiró Blanca-pero vamos, dese prisa

Dejé lo que estaba haciendo y rápidamente llegamos hasta el callejón. Me subí a la furgoneta de repartos. Nunca en mi vida había conducido una furgoneta como aquella pero supuse que no podía ser tan complicado. Blanca se sentó a mi lado y me miró, incrédula. Estaba claro que no se fiaba de mí.

BlancaWhere stories live. Discover now