19.Punto por punto

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Punto por punto, aquello no sonaba demasiado bien, implicaba que sabían más cosas que al principio, que tenían más pruebas de las que disponían al iniciar la investigación, y aunque ninguna de ellas pudiese acusarme directamente yo sabía que la policía era capaz de darle la vuelta a la tortilla para que yo también pareciera culpable.

-Verás muchacho, con la detención de José de la Calle e Inés Deulofeu hemos descubierto más cosas...cosas que ya sospechábamos...y de las que esa mujercita tuya no te podrá librar…

Hice mención de levantarme de un modo furioso pero uno de ellos me cogió del hombro y me pegó a la silla.

-Tranquilo hombre...mira, ambos han confirmado nuestras sospechas de tu complicidad en el robo

-¡Eso no es cierto!

-¿Qué no es cierto? Inés nos dijo que faltaban unas cuantas joyas...joyas que tú tenías que guardar allí en las Galerías Velvet...¿quién iba a sospechar de esas galerías? Ahora mismo tenemos agentes allí, buscando esas joyas...si las encuentran asunto resuelto

-¡No van a encontrar nada porque yo no tengo nada que ver!

Me empecé a poner nervioso, aquello era aún peor de lo que yo pensaba. Lo peor que podía hacer en esa situación era ponerme a la defensiva pero era el único recurso que encontré en aquel momento.

-Si no encontramos nada mejor para ti...de lo contrario vas a pasar algún tiempecito con tu amigo José…

*******

Abrí los ojos al escuchar un portazo seco. Había perdido ya la cuenta de las horas que llevaba allí, sentado en aquella endeble e incómoda silla. Quizás había pasado ya toda la noche, ¿quién sabe? Allí no entraba ni un ápice de luz, era imposible determinar la hora.

Uno de los policías entró y arrojó una bolsa de plástico sobre la mesa. Había un par de anillos, broches de plata y oro y tres o cuatro colgantes.

-Lo han encontrado unos agentes en las Galerías Velvet…¿ahora qué?

-Le juro que no he visto eso en mi vida...no sé de donde ha salido

-¡Venga ya! Has intentado ser muy precavido no escondiendolo en tu habitación…pero las hemos encontrado igualmente

-¿Dónde lo han encontrado?

-En la habitación de la jefa de taller, aunque se supone que tú ya lo sabes, ¿cierto?

Aquello fue la gota que colmó el vaso. Como si fuese un flash me vino todo a la mente. Inés. Inés había pasado horas sola en aquella habitación, las pudo esconder en cualquier lugar y en cualquier momento.

-¡Le repito que yo no lo sabía! Fue Inés la que estuvo ocupando esa habitación durante dos días…¡pudo colocarlo cuando quisiera!

-Sabemos que fuiste en varias ocasiones a esa habitación a comprobar como estaba…¿quién no dice, por ejemplo, que entre los dos lo escondisteis?

Llevé mis manos hasta mi rostro y lo hundí en la mesa. Estaba perdido. Solo un milagro podía salvarme entonces. Todo se había vuelto en mi contra, por mucho que les dijese que yo no tenía nada que ver ninguno me iba a creer.

Uno de los policías iba a decir algo cuando la puerta se abrió, contándole en seco.

-Hernández, ya está ella aquí. La llevamos a la sala contigua.

-Está bien, ahora mismo voy

Me levantaron de la silla y me arrastraron hasta el pasillo.

-Vamos a hacer un descansito...¿Te parece?

La sonrisa irónica de aquel tipo me daban ganas de abofetearle. Era totalmente repulsivo.

Me guiaron a través de los pasillos hasta que nos encontramos con Blanca en uno de ellos. Gritó mi nombre y corrió hacia mí, abalanzándose sobre mi cuerpo para abrazarme.

-¿Estás bien?-preguntó mientras acariciaba mi rostro

-Sí, tranquila, todo va a ir bien...

Nunca antes había estado tan poco convencido de algo pero debía mentirle, aunque ella supiera de sobra toda la verdad. Había una mínima esperanza en la mentira de ambos.

-Te voy a ayudar, te voy a sacar de aquí...

-¿Sabe él que estás aquí?-le susurré mientras me abrazaba y el policíame seguía cogiéndome por los brazos

-No, y no quiero que lo sepa...

-Bueno, ya está bien, lo siento señora pero debemos llevarnos al muchacho...usted pase a esa sala, ahora mismo voy a atenderla

-¿Me dejará verle después?

-Depende de la ayuda que usted nos preste...-rió

Cogí aire tan despacio como pude para intentar contenerme. No quería que Blanca se metiera en aquella sala, todo el mundo sabía lo que podía ocurrir si una mujer entraba ahí. Aquellos policías no tenían respeto por nada ni por nadie. Pero en aquel punto en el que me encontraba yo no podía hacer nada salvo callar.

Me guiaron hasta una de las celdas, esta vez algo más grande pero igual de sucia y deprimente. Empecé a dar vueltas en aquel cubículo. No podía quitármela de la cabeza, ni a ella ni a Esteban, ni a Inés ni a José. Estaba harto de aquello, pero no sabía cómo solucionarlo, si es que había solución posible.

-¡Eh tú!

Un policía abrió la celda. Por momentos pensé que iban a dejarme salir pero estaba equivocado. Era Blanca la que iba a entrar.

-5 minutos, ni uno más

Al ver que el policía desaparecía por el pasillo, Blanca se acercó a mí. Tenía los ojos vidriosos e hinchados. La envolví con mis brazos.

-¿Qué ha pasado?

-Les he dicho todo lo que sabía...dicen que eso no demuestra nada...que para ellos sigues siendo culpable...Lo siento, lo siento tanto...

-Blanca, mirame, no te preocupes, lo vamos a solucionar, ¿vale? Pero prometeme que te vas a mantener alejada de esto, por favor...

-¡No puedo mantenerme alejada mientras tú estás aquí!

-Pues tienes que hacerlo

La miré a los ojos. Ambos sentíamos el mismo miedo. Nunca la había visto tan preocupada por mí. Quizás la situación propició que mostrara los sentimientos que tenía hacia mí. Acaricié su rostro y la besé, envolviendo todo su cuerpo con mis brazos. Necesitaba sentir sus labios junto a los míos. Ella mordió mi labio inferior con los dientes mientras mi lengua buscaba desesperadamente recorrerla por completo.

-Prométeme que vas a estar bien

-Voy a estar bien... te lo prometo...

Mientras nos despedíamos volvió el policía, que nos observó desde fuera con cara de pocos amigos. Ella salió de la habitación, llevándose mi mano consigo hasta el momento en que el policía volvió a cerrar la celda.

BlancaWhere stories live. Discover now