9. Problemas

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Desperté temprano. Quería ir a ver a Inés antes de que empezara el barullo por los pasillos. Alcancé la habitación de Blanca y abrí la puerta, despacio, como temiendo lo que fuese a encontrarme allí. Inés seguía tumbada en la cama, tal como la habíamos dejado la noche anterior. Me senté a su lado en la cama. Ella hizo ademán de moverse y abrió lentamente los ojos.

-Inés...estás despierta...menos mal…

Ella llevó su mano hasta su pelo. Me miró extraña. La comprendí, acababa de despertar en un lugar totalmente desconocido para ella. Seguramente no recordaba nada de lo que había pasado.

-Inés, soy Max, ¿te acuerdas de mi? Compartimos un tiempo orfanato en Barcelona…
-¿Qué? ¿Qué hago aquí? ¿Dónde estoy?
-Tranquila, estás en las Galerías Velvet, te encontramos inconsciente en el callejón
-¿Callejón?

Intenté calmarla un poco y cogí sus manos. Ella fijó su mirada en mí, como intentado hallar en mi rostro al pequeño pícaro al que un día conoció pero ahora no era capaz de reconocer. Llevó sus manos hasta mi cara y acarició mis mejillas.

-¿Has dicho Max? ¿Maximiliano? ¿El que yo conocí cuando era pequeña?
-El mismo

Se incorporó ligeramente. Me levanté y la ayudé a colocarse el cojín en la espalda.

-Madre mia, Max...cuantos años...¿Qué haces en Madrid?
-Trabajar, ¿y tú?
-Casi lo mismo, intento dejar atrás la vida que llevaba en Barcelona...digamos que el Paralelo no era la mejor zona para vivir…Max...¿saben lo que me pasó? Quiero decir…
-Si, te estabas desangrando, tuvo que venir el médico y eso…
-¡Dios! Ahora estoy en un buen lío…¿les has dicho quién soy?
-Solo lo sabe doña Blanca
-¿Quién es esa doña Blanca?
-La jefa de taller...y la dueña de esta habitación-sonreí
-¿Su habitación? ¿Y dónde está ella? Tengo que irme de aquí…

La detuve. Aún estaba demasiado débil para levantarse.

-Tranquila, ella tiene a quien la acoja mientras tú estás aquí...quédate en la cama, no intentes levantarte...yo me tengo que ir a trabajar pero luego en uno de los descansos vendré a verte

Dejé la cama y llegué hasta la puerta.

-Max...te veo bien...me alegro de que al menos a ti te vayan bien las cosas…

******

Mientras volvía a guardar algunas de las cosas que una clienta me había hecho sacar para luego no llevarse ninguna, vi a Blanca llegar al hall. Miraba a su alrededor como buscando algo o a alguien. Yo intenté seguir a lo mio hasta que se acercó a mí.

-Maximiliano, ¿tiene un momento?
-Claro, doña Blanca…

Me guió hasta una de las pequeñas habitaciones que había en el hall y cerró la puerta.

-¿Ha ido a verla? ¿Cómo está?
-Sí he ido, todo está correcto…¿le ocurre algo? La noto nerviosa…
-Me parece que estamos en un buen lío, esa muchacha tiene que irse de estas galerías
-¿Por qué? ¿Qué ha ocurrido?
-La policía se presentó anoche en casa de Esteban, dijo algo de una chica, la andaban buscando por toda la ciudad...algo relacionado con un robo...no sé...no pude escuchar más...Esteban les dijo que él no sabía nada...pero…estoy segura de que se trata de ella...

Me acerqué a ella y puse mis manos sobre sus brazos. Los recorrí despacio. No sé cómo, pero tenía la sensación de que cada vez había menos distancia entre los dos.

-Tranquilícese...hablaré con ella y lo solucionaremos, ¿de acuerdo?
-Creo que será mejor que le acompañe
-Me ayudaría más que me cubriera con don Emilio-sonreí
-Por supuesto...vaya

Me dispuse a salir pero algo me lo impidió, su mano agarró la mía. Empecé a sentir como se me humedecían.

-Por favor, intente que no sepa todo el asunto de la policía...para las galerías sería un auténtico desastre si algo así saliera a la luz y sepa que me estoy arriesgando mucho contándole esto
-No se preocupe...sé arreglármelas…

Bajé a toda prisa hasta la habitación. Antes de entrar tomé aire e intenté aparentar normalidad.

-Inés…
-¡Oh Max menos mal! Gracias por venir, no sabes lo aburrido que es estar aquí sola
-¿Cómo te encuentras?
-Mejor. Supongo que te estarás preguntando por qué hice lo que hice, ¿verdad?

Asentí. No sabía muy bien cómo iba a encarar aquello pero consideré que todo debía fluir con normalidad, no iba a ser yo el que forzara la situación.

-Verás...vine a Madrid hará unos dos meses, con una mano delante y otra detrás, todo lo que había ganado en Barcelona se quedó allí, en manos de la que regentaba el local donde trabajaba, el caso es que no sabía cómo ganarme la vida así que volví a lo mismo…me encerraron un par de veces, por estar en la calle...hará cosa de un mes empecé en un local y bueno...supongo que imaginas el resto…
-Uno de tus clientes te dejó embarazada…
-Así es, no podía tenerlo, no ahora...
-¿Por qué dejaste Barcelona? Allí al menos podías vivir relativamente bien
-Quería dejar atrás todo, Max...toda esa mierda en la que un día nos metió José…-pareció lamentar haber dicho aquel nombre
-¿Has vuelto a ver a José?

José era un tipo con el que mejor no juntarse. Era la típica persona que había asumido que como la vida le había jodido desde el día de su nacimiento él se la iba a devolver. Se dedicaba ya a los pequeños hurtos cuando ni siquiera levantaba dos palmos del suelo y aquello aumentó con la edad. Yo alguna vez había participado con él, por aquello de probar, pero sabía que no era el mismo tipo de persona que él.

-Le vi antes de venirme…
-¿Sigue igual?
-Como siempre, ese parece no escarmentar nunca...no le importa que le cojan y le den de palos, él siempre vuelve…
-Sabes que no es una buena compañía
-Iba a ayudarme con algo de dinero para venir a Madrid...la cosa se puso bastante fea…
-¿Qué hicisteis?
-No quiero hablar de eso
-Inés, te puedo ayudar, pero necesito que me lo cuentes todo…
-Quiero dormir un poco...no me encuentro demasiado bien…

Asumí que no iba a sacar nada más en claro por el momento. La dejé dormir y salí de la habitación. Blanca esperaba en la garita, visiblemente mucho más nerviosa de lo que la había dejado momentos antes. Me acerqué a ella. Sin decir nada me cogió de la mano y me guió hasta uno de los almacenes.

-¿Y bien?
-No he averiguado mucho, salvo que en el tema anda metido José, uno del orfanato
-¿Y eso es mala señal?
-Bastante mala, sí.

Blanca llevó su mano derecha hasta sus labios. Se notaba que estaba preocupada. Que, por alguna razón, había asumido hacerse cargo de aquel tema, intentando involucrar a la menor gente posible.

-Doña Blanca, no se preocupe tanto...este asunto terminará cuando ella se vaya...en unos días quizá...
-Espero que sí…

Me senté en el suelo y apoyé mi cabeza en la pared. Necesitaba asimilar todo aquello. Quería convencerme a mí mismo de que iba a ser así, que una vez Inés se fuera todo volvería a la normalidad. Blanca se sentó a mi lado como pudo, aquella estrecha falda de tubo le limitaba los movimientos.

-Esa chica...no le involucrará a usted ni nada por el estilo, ¿verdad?
-Yo diría que no…
-No me gustaría...ya sabe...que usted tuviera problemas…

Me giré y la miré directamente a los ojos. Sabía que aquella mujer rígida y constantemente distante también tenía su corazón en alguna parte, que había empezado a sentir cierto cariño por mi. Por el momento eso bastaba.

-Al final me ha cogido cariño, ¿eh? Vamos, reconozcalo...le gusto-reí en un intento de destensar el ambiente

Empezó a reír. Era una risa suya a la que no estaba acostumbrado, era clara y sincera. Llevó su mano hasta sus labios, intentando cubrirla.

-Es un desvergonzado pero supongo que sí, es un gran chico…

Los dos reímos y nos miramos, cómplices. Agradecí al cielo cada segundo de aquel momento de intimidad con ella. De pronto la puerta se abrió y Esteban apareció al otro lado.

BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora