30.Consejos

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Abrí los ojos despacio, intentando adaptarme a la poca luz que entraba por la ventana. Era aún una luz débil por lo que intuí que sería todavía temprano. Estiré mis brazos y froté mi rostro con mis manos. Miré a mi lado, no había nadie. A veces me daba miedo esa capacidad que Blanca tenía de desaparecer por las noches sin que ni siquiera me percatara de ello. Acaricié las sábanas, su olor seguía impregnado en ellas, y miré el reloj. Todavía tenía algo de tiempo.

Dejé la cama y me metí en la ducha. Intenté no pensar en ella pero en aquellos instantes de soledad me fue imposible no hacerlo. Salí y recogí mis cosas con calma. Cuando me disponía a salir vi una nota y una llave sobre la mesa del escritorio.

"Te dejo esto. Es la llave de las galerías para que don Emilio no te descubra. Nos vemos el próximo lunes. Blanca"

La guardé en el bolsillo derecho del pantalón y dejé atrás aquella habitación de hotel.

Llegué hasta las galerías después de un corto paseo en el que no me había cruzado con nadie, las calles estaban aún completamente desiertas. Saqué la llave del bolsillo y abrí la pesada puerta de metal, intentando hacer el menor sonido posible. Todos seguían durmiendo. Llegué hasta mi habitación y me dejé caer en la cama. Mientras observaba el techo me puse a pensar en la dura semana que me esperaba.

Mi mente me empezaba a obligar a tramar algo para la vuelta de Blanca, algo que la hiciera darse cuenta de que ya no podía seguir tratándome como objeto de su diversión. Algo que la alejara de Esteban. Ahí estaba, algo que alejara a Esteban.

La voz de don Emilio me apartó los pensamientos. Suspiré y me puse en pie. Nada más salir de la habitación me crucé con Pedro que iba a toda prisa por los pasillos.

-¿Qué ocurre?
-No sé, quieren vernos a todos en el vestíbulo

Le seguí. No entendía muy bien que podía estar pasando. Todos los dependientes formamos una hilera mientras las costureras formaron otra. Don Emilio se colocó en el centro y entonces llegó Esteban. Miré detrás de él, allí estaba ella, con su seriedad y sus brazos cruzados pero sin su uniforme. Su abrigo negro impedía saber que llevaba puesto. La observé de arriba abajo, no aparté mi mirada de ella pero ni siquiera reparó en mi presencia.

-¿Se estaran preguntando por qué les he reunido? Pues bien, me gustaría anunciarles a ustedes antes que a nadie que Galerías Velvet ha cumplido lo que llevaba mucho tiempo persiguiendo, la fusión con otra empresa de moda francesa. Así pues, trabajaremos codo con codo con París, lo que dará a Velvet mucha más distinción de la que ya dispone. Para ello, como primer paso, doña Blanca me acompañará esta semana a París donde estableceremos los primeros negocios mientras don Emilio se queda al frente de estas galerías. Es todo, pueden volver a sus puestos de trabajo.

Observé a mis compañeros, todos parecían estar muy contentos con la notícia. Para Velvet era una gran notícia pero yo no lo tenía tan claro.

-¿Has oído? ¡Velvet trabajando ahí con los franceses!
-Sí, es una gran notícia,  Pedro
-Parece que no te alegres...imagínate, si las cosas van bien allí igual nos trasladan, ¿tú te imaginas? Nosotros dos trabajando en París
-Sería una gran oportunidad, eso seguro...

Mientras Pedro me hablaba miré a mi alrededor. Blanca había desaparecido, no había ni rastro de ella. Dirigí mi mirada hasta la calle, un coche negro empezaba a arrancar. Se había ido. Ya se había marchado y yo no había podido decirle nada.

Volví al trabajo. Era lo único que podía hacer dadas las circunstancias.

******

-¿Qué hace aquí a estas horas?

Me giré. Don Emilio aparecía a mis espaldas. Miré mi reloj. Las once de las noche. No podía estar en mi habitación y pasearme por las galerías me pareció la mejor opción.

-No podía dormir...
-Piensa en ella, ¿verdad?
-¿Cómo sabe...?
-Créame, eso se nota
-Don Emilio, ¿puedo preguntarle algo?
-Adelante
-Si usted supiera que alguien le ha hecho daño, y lo sabe a ciencia cierta, aunque el resto de personas no lo sepan...¿usted se vengaría? Quizás no vengarse pero...
-No sé por qué me da que se trata de Esteban...
-Fue él quien tramó todo para meterme en la cárcel sin que yo hubiese hecho nada
-Se estaba usted acercando demasiado a su don más preciado, ¿cierto?
-Cierto...aunque es ella la que también lo hace...
-Yo no le he dicho nada pero quizás...podría usted aprovechar esta semana para, ya sabe, pensar algo...
-Esteban es demasiado poderoso para jugarmela con él, ¿no cree?
-No lo es tanto como parece...pero vaya con cuidado...ya sabe que ella está en medio
-Lo sé, por eso me da miedo hacer algo
-Mire, Maximiliano, si algo he aprendido en todos estos años es a saber donde está la posición de cada uno, la que yo tengo y la que tienen los demás...pero resulta que también he aprendido que el tiempo le devuelve a cada uno lo que le toca, sino es de un modo será de otro
-¿Entonces no hago nada y espero a que el tiempo decida hacer algo? Porque eso no me ayuda...
-El tiempo es sabio...pero uno puede...agilizar el proceso...seguro que tiene algo...y sino ya se le ocurrirá...Piénselo bien, Maximiliano...

Don Emilio me dio un par de golpecitos en la espalda y desapareció, dejándome solo de nuevo. Me puse a pensar. Debía hacer algo.

BlancaWhere stories live. Discover now