29.Despedidas

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-Blanca, ¿dónde estás?

En aquella habitación de hotel, en completa penumbra, Blanca había escapado de mis manos.

-Estoy aquí...búscame...
-Vamos, Blanca

Escuché su risa. Yo no veía absolutamente nada pero ella no iba a ser más lista que yo. Me acerqué a la mesilla de noche de al lado de la cama. Palpé la madera hasta encontrar el interruptor que colgaba de ella. Encendí la luz y levanté la mirada. Blanca no estaba allí. ¿Dónde se había metido?

-¿Blanca?

Me coloqué delante de la cama. La puerta del baño estaba cerrada. Me quité la chaqueta y me crucé de brazos, esperándola. De pronto, la puerta empezó a abrirse. Iba a reprocharle no sé muy bien que pero no pude, me dejó sin habla. Se había desprendido de su uniforme, había soltado su pelo, ahora sus rizos caían con gracia sobre sus hombros, tan solo cubría su cuerpo una especie de sedoso camisón negro. Se acercó a mi sin decir nada, puso sus manos sobre mi pecho y me empujó con fuerza. Caí sobre la cama, efecto de los muelles hice un leve rebote que la hizo sonreir con cierta malicia. Fue hasta el discreto estudio que había en la habitación y encendió la radio, sonaba algo de jazz, lo que creaba un ambiente entre terriblemente sensual y paradójicamente extraño.

Llegó de nuevo hasta mi y subió a la cama, sentándose sobre mis muslos.

-Nos vamos a despedir bien, ¿verdad?
-¿Es necesario que te vayas?

Lanzó su mirada hacia arriba y no respondió. Siempre hacia lo posible por evitar responder las preguntas que no le gustaban. Llevó sus manos hasta mi pecho, empezó a desabrochar los botones y abrió la camisa por completo. Se mordió el labio inferior. Yo llevé mis manos hasta su cintura y me incorporé. La miré a los ojos y acerqué mis labios a los suyos.

-No quiero que te vayas con él
-Celoso-me susurró al oído

Hice algo de fuerza y la aparté de mis muslos, girando en la cama y teniendola ahora debajo de mí. La cogí por las muñecas.

-Quédate conmigo

No dijo nada, simplemente me besó. Solté sus muñecas. Mi mano derecha pasó a sus muslos. Sus manos agarraron mi pelo y mi trasero al mismo tiempo.

-Sólo hazme feliz esta noche
-¿Sólo esta noche?

Otra vez la malicia en su mirada y en su sonrisa. Sus manos volvieron a recorrer mis muslos sobre los pantalones. Se detuvo en mi bolsillo izquierdo. Mierda.

-¿Qué es eso?
-Nada...no es nada...

Se adelantó a mi y lo sacó del bolsillo. Miró sorprendida el par de preservativos.

-Así que ya venías dispuesto...
-No, son tuyos
-¿Míos? ¿Pero que dices?
-Estaban en tu cajón...
-¿Hurgando entre mis cosas? ¿También rebuscaste en el cajón de mi ropa interior?
-Nunca haría eso
-Mientes...cualquier hombre lo haría si se le deja la oportunidad
-Ya, pues yo no lo hice

No sé cómo pero salió y se alejó de la cama. Yo me acerqué a ella.

-No importa...¿quieres usarlos conmigo?
-¿Sabe que es una pícara, doña Blanca?-solté con cierta ironía
-Tú aún no me conoces

Con tan sólo la yema de sus dedos desabrochó mi cinturón y bajó mis pantalones. Sin que le diera tiempo a reaccionar, la cogí en brazos y la llevé de nuevo hasta la cama. Subí su camisón y empecé a besar sus piernas hasta llegar a sus muslos, hasta su parte más sensible. Ella bajó sus manos hasta mi pelo. La escuché gemir una y otra vez. Sus manos pellizcaban y se agarraban cada vez con más fuerza.

-¡Max!

Alcé mi mirada hacia ella. Sus mejillas ya estaban rosadas y su pelo empezaba a revolverse.

-¿Quieres venir a Francia conmigo?-preguntó casi sin respiración
-¿Estás de broma?
-No...te quiero todas las noches conmigo...
-Oh, así que es por eso...bueno entonces voy a mostrarte sin lo que te vas a quedar durante una semana...quizá más...

Llegué hasta su altura pero mis manos esperaron en sus muslos. Hundí dos de mis dedos en ella. Se volvió a morder los labios. Besé su cuello despacio, la zona de la mandíbula y la de su oído.

-Te gusta, ¿verdad? Dudo mucho que él te haga sentir como yo lo hago...
-No pares...

Todo mi cuerpo se recostó sobre el suyo. Se quitó el camisón que la cubría por completo. Besé sus pechos y los envolví con mis manos, mientras mordía sus pezones. Gemía cada vez más. Despacio, me fui adueñando de su cuerpo. Ella cerró los ojos y abrió ligeramente la boca.

-No me dejes sin esto...sin ti...
-Haberlo pensado antes

No sé cómo habíamos llegado ahí pero ahora el que tenía cierto grado de superioridad era yo aunque sabía que en aquellos momentos no podía creer nada de lo que Blanca dijera porque nunca era verdad.

Sentí su mano sobre mi trasero, apretándolo mientras se contraía con cada envite contra ella. La besé mordiendo sus labios. Seguramente ahora el que tenía más carmín en los labios era yo.

-Más...-suspiró en mi oído como un leve gemido

Aumenté algo mi ritmo. Empezaba a sudar bastante aunque ella también lo hacía. Mis músculos empezaron a tensarse y a contraerse con mucha más pesadez. Blanca lanzó sus manos al cabezal metálico de la cama. La observé cogerse con fuerza, sabía que iba a alcanzar el clímax. Entré dos veces más en ella pero no pude más, caí sobre su cuerpo totalmente agotado. Una respiración cálida y un gemido profundo resonaron en mi oído.

Me tumbé a su lado y respiré.

-Espero que cuando vuelva nuestro reencuentro sea aún mejor...
-Quizás no haya un "aún mejor"
-¿Por qué no?
-Bueno...teniendo en cuenta que vas a estar toda la semana sola con él...
-Él no es como tú...eso está claro...por eso sé que habrá un reencuentro como toca
-Quizá no, Blanca, quizá no...

BlancaWhere stories live. Discover now