D o s

8.2K 709 159
                                    


—¡¡Hayashi!! —el grito de Akutagawa hace que reaccione pero muy tarde.

Siento un gran dolor en mi brazo izquierdo y en la pierna derecha como si me hubieran rebanado, la sonrisa del enemigo es lo último que veo.

Unos días después

Despierto, estoy en un lugar con luces algo tenues, miro a los lados y hay máquinas que parecen estar conectadas a mí, observo a alguien sentado en una silla más allá de la cama donde estoy. Es Akutagawa, nadie mas viste de negro completo y tiene ese peculiar cabello. Está dormido, se ve tierno me recuerda a mi infancia y cuando el llegó con su pequeña hermana Gin. No quiero despertarlo pero Chuuya entra a esta especie de habitación de hospital improvisado, ya que por obvias razones no me pueden llevar a uno.

—Akutagawa. —el pelinegro se levanta— ve a descansar, me encargaré yo.
—Lo siento Nakahara-san. Si quiere puedo volver en una hora.
—Se que te interesa Fumiko-chan pero ahora la cuidaré yo.—dice Chuuya tocando el hombro de Akutagawa.
—Yo estaba ahí y no pude protegerla, es solo eso. No cumplí con mi trabajo —dijo para irse.
—Si, claro.

Chuuya se acercó a mi y me miró para darse cuenta que estaba despierta, paso su mano por mi cabeza y sonrió.

—Estabas despierta.
—Ustedes hablan muy alto.—digo con la voz un poco ronca— tengo sed. ¿Cuantas horas han pasado?
—120 —dice pasandome el vaso con agua y un sorbete— abre la boca.
—¡Cinco días! Yo puedo Chuuya.—digo intentando mover mi brazo pero siento un dolor horrible.—¡Aggghrr!
—Fumiko, no debes mover tu brazo izquierdo. Aún no sabemos que es lo que te hizo ese idiota. —dice dándome con el sorbete en la boca, solo puedo aceptar.—¿Recuerdas algo?

Día de el ataque.

Llevaba varios días algo ida, no prestaba atención, no hacía nada en las misiones y se las dejaba a Akutagawa. Ya han pasado unos meses desde que Dazai se fue, Odasaku-san y los niños murieron pero aún recuerdo el rostro de Dazai mirando el cuerpo de Odasaku-san entre sus brazos.

El hecho de que haya decidido ir al lado bueno, me dio gusto. Ahora era libre, nadie puede hacerle daño porque es el único que puede controlar a Q.

—Hayashi, ve con Akutagawa. —asiento y lo encuentro en el lugar de siempre.
—Que ganas de mandarte a ti siempre, mas te vale estar atenta. No te salvaré otra vez.
—Lo que digas.—digo y lo sigo.

No me siento con ganas de nada, no quiero pelear, no quiero matar, no quiero defenderme. Tan solo quiero estar tranquila. Solo eso.
Sin darme cuenta ya habían empezado los disparos, la sangre por el suelo manchaba mis zapatos. No escucho nada...

No puedo oír nada.

¿Quien soy?
¿Por qué hago esto?
¿Quiero seguir viviendo?
¿Para qué?

—¡¡Hayashi!!

Pov Akutagawa.

Grité pero ella no respondía y ya era demasiado tarde, ese tipo tenía un poder parecido al mío, no quise darle tiempo a seguir sonriendo y lo atrapé con mi Rashomon para luego despedazarlo, aunque el nunca borró su sonrisa. Nunca. Maldito imbécil.

Maté a los que quedaban cerca y los demás se encargaron del resto, me acerqué a Fumiko rápidamente y la cargué para sacarla de ahí.

—¿Que te pasa? —dije mientras tomaba su mano que estaba helada— eres estúpida, pero nunca ha este punto.
—...—obviamente no hubo respuesta

Ella era molesta, tenía una gran fuerza, también la amistad y cariño de Dazai-san, una gran habilidad pero ella esta tan ajena a eso. Soy tan débil que no pude protegerla.

Lo Que Nunca Pensé Tener  Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum