V e i n t i c u a t r o

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Pov Dazai

Le di un beso en la frente y le sonreí, quería guardar su rostro en mi mente hasta el final, hasta mi final. No sé cuando o por qué Fumiko se convirtió en una parte esencial en mi vida, tal vez todo inicio por la culpa que sentí al utilizarla de esa forma y dañarla, pero ¿Por qué? No era la primera vez que dañaba gente, pero si la primera que me importaba.

Aún no lo sé

Pero me alegro

Mis ganas de morir eran algo difícil de cambiar, en algún momento llegaría mi final, pero de alguna manera, muy dentro de mi, me alegra de poder compartir más tiempo con todos, con ella. Podía párame en el borde de un acantilado y saltar sabiendo que ella lo evitaría, podía intentar colgarme pero sabía que ella llegaría justo antes de que diera mi último suspiro, lo sabía.

Pero ahora, ya no deseo eso.

Sus ojos ya no eran los mismos, siempre fue algo fría pero sus ojos tenían un brillo especial, ese brillo que yo borré, yo fui el que convenció a Chuuya para usarla, yo le dije a Mori lo que podríamos lograr con su poder a máximo esplendor, yo fui el culpable de su dolor. No merezco más que ella me salve, ni siquiera lo deseo ahora.

Esta bien, ya lo he aceptado.

—Creo que hoy es un buen día para morir.

Sonreí con amargura

Tal vez sea un deseo egoísta, pero es lo que mejor hago.

Me subo a la pequeña pared que funcionaba como baranda de la azotea, espero morir en el instante, sería muy problemático si sobrevivo.

El aire es fresco, muy fresco, me da paz.

A quien engaño, paz es lo que busco al acabar con mi vida.

Balanceó mi pie derecho y me inclino hacia adelante.

—¡¡Dazai!! —giró y veo a Fumiko corriendo hacia mi, tenía una expresión como nunca, era una mezcla de emociones que ella no solía mostrar

Mi cuerpo ya esta en el aire y solo puedo sonreír mientras una lagrima escapa, emociones del momento, supongo.

Pov Fumiko

Me dolía el cuerpo mientras subía las escaleras lo más rápido posible, mi cabeza parecía explotar y mi corazón latía a mil. Llegué a la puerta de metal que daba a la azotea, la abrí de un portazo esperando estar errada en mi presentimiento, pero no.

—¡¡Dazai!! —grite mientras me acercaba a él corriendo como podía

El giro mientras iba cayendo y pude ver esa sonrisa, una sonrisa de despedida.

No ahora, no cuando aún debo decirle algo.

Mi mano pudo sujetar la suya unos segundos y pude verlo a los ojos, fue tan rápido pero pareció pasar en cámara lenta, sus ojos estaban llorosos.

—Te perdono —dije intentando jalarlo como podía, pero estaba en una mala posición y no podía soportarlo por mucho tiempo— y gracias por ayudarme.

El sonrió y soltó mi mano.

Lo Que Nunca Pensé Tener  Where stories live. Discover now