PRÓLOGO

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Hola a todxs. Bueno, antes que ustedes puedan continuar con el resto de los capítulos, quisiera dejar unos avisos para los que leyeron esta novela nuevamente, y estoy segura que deben estar confundidxs porque cambié algunas cosas.

Quisiera explicarles que este libro lo escribí cuando tenía 17 años y lo terminé a los 18, por lo que sería uno de mis primeros libros que escribí (Antes solo había escrito relatos cortos), por lo que se encontrarían bastantes huecos y bueno, no podía dormir pensando en esos horribles agujeros, así que tomé la decisión de re-escribir la historia nuevamente, por lo que en los siguientes capítulos se encontrarán con descripciones que anteriormente no estaban.
Para lxs que están leyendo esto por primera vez, entonces les doy la bienvenida a esta mezcla de mitología y mucha imaginación. Espero que les guste.

Recuerden dejar sus estrellitas por si les gustó. Lo valoraría muchísimo<3



El invierno siempre ha sido mi estación preferida. Incluso cuando era pequeña lo prefería por encima del verano, incluso del otoño (Siendo este último la estación que más colores cálidos ha traído en el paisaje que me rodea), pero aun sabía muy bien que este podría ser el invierno más seco de todo el siglo, pero de algo estaba muy segura y era que este podría ser incluso más crudo que los anteriores, pero no era nada más que una simple corazonada, y no es que tuviera tiempo como para concentrarme en esta clase de cosas, pero no podía evitarlo, incluyendo si estaba completamente ocupada en aprobar todas mis materias y conseguir una beca para la universidad, y así evitar que mis padres gastaran una fortuna para mi educación. Era lo que más me importaba en aquellos momentos, pero aun así no podía evitar que estas corazonadas me permitieran desconcentrarme de vez en cuando.

A mi corta edad, sabía muy bien que todos los inviernos siempre eran duros y helados, ya que desde que tengo memoria, he despertado antes del alba, sintiendo el gélido aire invernal que parecía filtrarse por las ventanas (Si es que olvidaba cerrar las cortinas por la noche) y más de una vez he tenido que tragar mis ganas de quedarme un rato más en mi cálida y mullida cama. No es que me molestara salir en plena noche invernal para poder llegar a tiempo al colegio, debido a que vivo extremadamente lejos de toda civilización, y no es algo que tampoco me molestara, de hecho me gustaba bastante. Los árboles a mí alrededor y el aire frío que parecían más bien agujas pinchar mis mejillas me hacían sentir, en cierto modo, libre. Pero solo bastó una mañana tan normal como las otras, para que el frío congelara el motor de mí auto y así evitar que pudiera llegar al paradero más cercano de mi casa, y tomar el siguiente bus (aunque dudaba que pudiera llegar a tiempo).

Seguí el oscuro sendero siendo débilmente iluminado por la pequeña linterna que mi madre había comprado para mí en esas pequeñas tiendas que suelen vender cosas interesantes, como algunas bastante estúpidas e innecesarias, pero ese día, estaba eternamente agradecida por el pequeño objeto. A pesar de la oscuridad de la noche, podía ver el vapor que salía de mi boca y lo único que podía escuchar de todo ese oscuro silencio era como mis dientes castañeaban como si fuera un maldito esqueleto de esas películas raras que suelen dar en SyFy. Sin embargo, el evidente sonido de cómo me estaba congelando lentamente y de mis insultos entre dientes por no haberme colocado una bufanda, fue nublado cuando en medio de la oscuridad escuché un devastador aullido. Mi piel se erizó cuando identifiqué el ruido inmediatamente, era un lobo y lo primero que me vino en la mente fue en varias escenas de como yo me convertía en un delicioso desayuno para unos feroces y hambrientos lobos. Maldición.

Di una rápida mirada a mi reloj que se encontraba en mi muñeca. Aún era muy temprano y pronto amanecería, por lo que si los primeros rayos del sol atravesaban los árboles, entonces sabría donde estarían los lobos y ellos sabrían dónde estaría yo, por lo que no dudé ningún segundo en empezar a caminar rápidamente hacia mi destino. Pero parecía una misión completamente imposible de realizar, ya que justamente había decidido tropezar con todas las piedras que encontraba en mi camino, haciendo que mi avanzar se dificultara y con cada paso que daba, hiciera un gran estruendo al golpear las piedras o pegar una resbalada de vez en cuando. Realmente me estaba colocando nerviosa. Era la primera vez que vería unos lobos con mis propios ojos y no era estúpida como para creer que ellos me dejarían en paz.

El lobo de los ojos amarillos | [Libro 1] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now