Veinticinco

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La boda concluyó sin nuevos percances, y a pesar de que Blanchard y yo no nos habíamos dirigido la palabra mas que para cosas muy necesarias, al parecer nadie -salvo mis amigas -había notado nuestra discusión.

El auto que August había rentado nos llevo hasta mi casa, nuestra casa.

Ni siquiera me ayudó a bajar, simplemente tomó su movil del asiento y se encaminó a la entrada, tampoco se tomó la molestia de esperarme, abrió la puerta y entró como si yo no fuera tras él.

-Vamos a hablar -dije acercándome y abrazándolo por la espalda. -No quiero que nuestra nueva vida comience con nosotros molestos.

Se giró entre mis brazos y me tomó por las muñecas lanzándome al sofá de la sala.

-No me toques, tu no eres... Quise intentar y de verdad te amo, pero no puedes...

-No entiendo nada, y ya me harté de esta situación -Había llegado a un punto en que no toleraría que me comparara con su ex, yo era su esposa y lo soy por que él así lo quiso.

-Tú no lo entiendes, para mi es muy difícil verte con otras personas, ella jamás...

-¿Jamás qué? ¿Jamás te engañó? ¿Jamás tuvo amigos? -Me levante del sillón y empecé a gritarle -Si ella te hubiese amado la mitad de lo que yo lo hago, estaría aquí vestida de blanco.

Sentí el impacto de su palma con mi mejilla, iba a regresarle el golpe, pero de inmediato otro golpe más llegó, está vez a mi labio.

-¡No te atrevas! ¡Ya te había dicho que no la mencionaras!

-Detente -dije cubriendo mi rostro con mis brazos, pero jalándome del cabello hizo que sacara mi cara de su escondite y que lo mirara a los ojos.

-Jamás Shaily, jamás vuelvas a insinuar que Mía fue mala conmigo.

Me soltó del cabello empujándome contra la mesa de centró, me di un golpe en la costilla, la misma que me había lastimado la primera vez que lo vi.

Se fue y escuché la puerta del baño golpear al cerrarse.

Me dije que no lloraría, así que me levanté tomándome el costado de mi abdomen, me dolía mucho y sentí el sabor metálico de la sangre de mi labio.

Mía -pensé una vez sentada en mi cama -Así se llama la muy...

Ni siquiera pensando me atrevía a decirle algo malo, me daba miedo.

Cerré los ojos, esa noche debería haber sido distinta, todo debió ser diferente.




Un par de días y mucha indiferencia de Blanchard después su madre nos invitó a un almuerzo, yo salía de trabajar al medio día y August me había dejado una nota que me vería en casa de su madre ya que tenía clase a la una de la tarde.

Salí de la oficina en la que trabajaba y me monté en el jeep.

Tenía miedo de contradecir a Blanchard, los moretones de la pelea el día de la boda a penas comenzaban a difuminarse, los cubría con algo de maquillaje, y al parecer bastaba.

De camino a casa de la madre de August compré un pay no quería llegar con las manos vacías.

Llame a la puerta y de inmediato la mujer me recibió.

Aún no olvidaba lo que me había dicho en la boda, aquello sobre un accidente y quería aprovechar que August llegaría tarde para averiguar un poco mas.

-Buen día Shaily -dijo cuando ambas entramos a la casa -¿Qué tal va todo?

-Excelente -mentí y le di el pay -Traje esto para postre.

-Muchas gracias, no era necesario -tomo el pay y nos dirigimos a la cocina donde lo deposito en la mesa que ahí se encontraba. -¿Quieres un poco de té helado?

-Si, gracias.

Me dio un vaso y después sirvió algo de té de una jarra, después se sirvió ella otro poco.

-Y dime, ¿Qué tal te trata la vida de casada?.

Sonreí nerviosa, no podía decirle la verdad, esta mujer solo quería ver a su hijo feliz y a mi me trataba de lo mejor, ademas era su madre, obviamente estaría de lado de él.

-Pues, aún nos estamos adaptando. -dije y tomé un sorbo de té.

-Haces feliz a August -me dijo tomando mi mano -Gracias, creí que no volvería a verlo así.

-¿Podría decirme a que se refería en la boda cuando menciono un accidente? -solté sin procesar.

-No puedo decirte mucho, August me pidió que no te lo dijera por que el lo haría, es algo muy difícil.

-Lo sé, pero tenía algo de curiosidad, el es muy reservado con ese asunto.

-Tranquila, algún día te dirá -sonrió -Dale tiempo.

Tiempo, tiempo, tiempo, era lo que mas le había dado y solo rompía sus promesas.

Deje el vaso y me disculpe diciendo que iba al sanitario.

Subí por las escaleras y busque la habitación que supuse era de Blanchard.

Di con ella, y giré el picaporte para explorar un poco.

Había algunos juguetes de niño, y la habitación seguía oscura.

Necesitaba saber si ahí había algo que me ayudara a saber mas sobre mi esposo.

En uno de los muebles había una foto.

En ella salí August, unos años mas joven y con el una mujer y un niño de a penas unos meses de edad.

-¿Qué Diablos haces aquí?

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