Dieciséis

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Hace seis meses

Llevaba casi tres meses saliendo con Blanchard, todo iba relativamente bien, aún tenía ciertos ataques de de celos pero se habían controlado en el momento en que deje de salir con mis amigos, no es que dejaran de agradarme, simplemente prefería tener a August tranquilo.

Hoy era el día que conocería a su madre, me había contado que después de la muerte de su padre, ella se había hecho cargo de lla empresa de bienes raíces hasta que el terminó su carrera y luego ambos la habían sacado a flote y hecho crecer a lo que hoy era.

Mi domingo consistiría en levantarme y ponerme lo más presentable posible, en la universidad ya varios rumores corrían de que el profesor Blanchard salía con una alumna, pero las vacaciones de invierno se les habían atravesado a esos cotillas y no había podido comprobar nada.

Termine de alisar mi vestido floreado y me puse unas alpargatas, no usaría tacones por que Blanchard me había dicho que era un almuerzo informal en el jardín de su casa.

Su casa.

Nunca había estado en ese lugar.

Hannah y Malia me habían ayudado a elegir mi guarda ropa, ellas eran las únicas que sabían lo que sucedía con nosotros, ya que Hannah era -por ordenes de August- quien coordinaba todas sus actividades para que los fines de semana los tuviéramos solo para nosotros.

El timbre sonó y era él, sonreí cuando lo vi esperando con un ramo de flores en la entrada, y me lancé a sus brazos.

-¿Cómo estás? -dije mientras ponía las flores en agua y tomaba mi bolso para salir.

-Muy bien ahora que estamos juntos -tomo mi mano y fuimos al jeep -Esto de las vacaciones se esta volviendo tedioso sin ti.

-Tranquilo solo son un par de semanas mas. -sonreí y ambos nos montamos en el jeep, desde la primera vez que Blanchard me llevó en su auto no volvió a conducir, se ponía muy tenso y prefería conducir yo siempre que fuese necesario.

-Tienes razón -tomó mi mano sobre la palanca de cambios -¿Lista para conocer a mi madre?

-Por supuesto -sonreí nerviosa -¿Cómo no estarlo?

-Claro, después del interrogatorio de tu tía Ann la semana pasada, cualquier cosa es menos intensa.

-Mi tía no fue intensa -reí -Solo quería asegurarse de que fueras un buen chico.

-Lo sé, cualquiera que te ame tanto querría asegurarse de que estés en buenas manos -dijo.

El camino a la casa de los Blanchard fue tranquilo, la madre de August vivía en la orilla de la playa, muy cerca de Santa Mónica de hecho.

Bajamos del jeep y esperamos en el pórtico a que la madre de August abriera.

Cuando lo hizo, lo primero que miró fueron nuestras manos entrelazadas, August ya le había hablado de nosotros, cuando levantó la mirada me abrazó.

Fue uno de los momentos mas agradables.

Ninguno dijo nada, la mujer solo me abrazó por unos minutos y luego se separó de mi para abrazar a su hijo e invitarnos a pasar.

-Es un verdadero placer tener aquí -dijo mientras ponía unos vasos de limonada frente a nosostros -August me había comentado de ti y no pude creerlo, eres tan hermosa como el me contó.

-Para mi también es un placer conocerla -los nervios se habían ido, esta mujer era un encanto -August también me habló de usted.

-Bueno, los invitados no tardan en llegar -nos comentó y mi confusión se hizo presente, miré a August y él solo se encogió de hombros.

-¿Invitados? -me atreví a cuestionar -Creí que solo comeríamos nosotros tres.

-Oh, ¿August no te lo dijo? -lo miró con reproche -Hoy tenemos una pequeña reunión para conmemorar los 30 años de la inmobiliaria.

-Creo que olvidé comentarte -dijo al fin el susodicho -Lo siento.

Su madre y yo lo miramos con burla, que otro se trague el cuento.

-Bueno, saldré a la playa a ver como van los bocadillos -dijo la madre de August -Nos vemos en unos minutos.

Ambos asentimos y en cuanto la señora salió por la puerta trasera miré mal a August.

-Pudiste decirme que me vistiera con algo mas adecuado.

-Así estas perfecta -dijo el abrazándome -Quería aprovechar para presentarte a viejos amigos de la familia.

-Esta no es la manera Blanchard. -estaba molesta, pero tampoco era un pecado mortal lo que había hecho.

-Te amo -susurró en mi oído.

-Yo a ti -dije drogada con su aroma y lo besé.

Salimos a la playa.




Los invitados habían empezado a llegar y la reunión iba de maravilla, todos los amigos de la madre de August eran muy atentos, me miraban como viendo a quien ha salvado el día.

Todo iba perfecto, hasta que eun un punto Blanchard tomó el micrófono.

-Buenas tardes a todos -empezó y todos lo miramos -Quiero agradecerles por asistir a la celebración de la inmobiliaria que fundó mi padre y que mi madre ha sacado a flote a pesar de todos los problemas que hemos tenido y que sostuvo sobre sus hombres cuando yo no estaba en condiciones.

Su discurso era muy sincero, todo el mundo asentía y su madre tenía los ojos cristalizados.

-Todo saben que no la tuve fácil -continuó -pero hoy de nuevo ha llegado alguien a mi vida que la hace feliz -me miró entre la gente y me hizo una señal para que me acercara a él.

Camine hasta el y le pidió a uno de los meseros que le sostuviera el micrófono.

Cuando me tuvo enfrente se arrodillo ante mi y de uno de sus bolsillos sacó una cajita roja aterciopelada.

Llevé mis manos al pecho, mi corazón quería salirse, era muy pronto, solo quería pedirle que no lo hiciera, pero la presión de todas las miradas me impedía hablar.

-Shaily Carston, desde que te vi supe que me volverías loco -habló -La semana pasada tu tía Ann me concedió tu mano, pero necesito escucharlo de tus labios.

Tomo mi mano izquierda y me mostró el interior de la cajita, un bello diamante se asomaba.

-Shaily Carston, ¿Quieres ser mi esposa?

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