Diecisiete

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-¿Podemos hablar adentro? -dije susurrando nerviosa. -Por favor.

Blanchard se levantó de donde estaba hincado y asintió confundido.

Todos nos miraban extrañados, obviamente esperaban que le dijera que sí de inmediato, acaso era la única que pensaba que esto era muy pronto.

Caminábamos hacia el interior de la casa Blanchard, yo iba siguiendo a Blanchard, que por su caminar era obvio que estaba molesto.

No concibo que mi tía Ann estuviese de acuerdo, debía hablar con ella lo antes posible.

Llegamos a la sala de estar y la espalda de Blanchard al detenerse abruptamente interrumpió mis pensamientos.

-Explícame el numerito que me acabas de hacer pasar -dijo él en cuanto se giró, sus ojos estaban rojos y su mandíbula parecía la de un perro rabioso.

-Yo... no... -no podía hablar, seguía en shock -Fuiste tú quien se precipitó.

-¡¿Yo?! ¡¿Precipitado?! -se asomó por la ventana de la sala y vio que alguien venía, seguramente a ver como estábamos -Subamos.

Tomó mi muñeca y me jaló escaleras arriba, su agarre era muy fuerte y me lastimaba.

Tenía mucho miedo pero no tenía a donde correr.

Llegamos a la planta alta y se presento ante nosotros un corredor con tres puertas, seguramente habitaciones.

Sin dudarlo un segundo, Blanchard me llevó al interior de una de ellas.

Estaba llena de cajas por una esquina y se notaba polvorienta, parecía mas una bodega que una habitación, pero las repisas con fotos y la cama delataban que había pertenecido a alguien en algún momento.

Blanchard soltó mi mano y me hizo ponerme frente a él.

-Shaily te amo -dijo mirándome a los ojos -No puedo perderte, necesito saber que eres solo mía, necesito estar seguro de que no te irás con otro.

Lo miré con lágrimas en mis ojos, mi muñeca ardía por la presión de su mano y no podía responder.

-¡Háblame con un demonio! -gritó mientras me tomaba de los hombros y me zarandeaba. -¡No eres muda!

-Yo no puedo casarme contigo -le dije con un tono de voz tembloroso -No puedo casarme con alguien que me trata de este modo, no puedo si quiera seguir con esta relación.

Gran error.

Lo supe cuando su mano se estrello con mi mejilla.

-Tú no puedes dejarme -dijo lo bastante cerca de mi como para sentir su aliento en mi cara -Eres mía, no puedes dejarme e irte lejos, te amo y me amas.

-Estás muy mal -dije juntando un poco de fuerzas y empujándolo lejos de mi. -Necesitas ir a terapia Blanchard, me prometiste que no me harías daño.

Aproveche el segundo que lo saqué de control y corrí hacia la puerta, salí de aquella habitación y baje las escaleras lo mas rápido posible, miré mi bolso en uno de los sillones y seguí con mi camino.

Mis articulaciones dolían y mi mejilla derecha punzaba de dolor, seguramente tendría la mano de August en mi rostro.

Llegué hasta el jeep que habíamos aparcado justo en la entrada del garaje de la casa.

Mientras lo encendía vi a Blanchard saliendo de la casa, no lo pensé mas y arranque.

Necesitaba alejarme de él lo mas posible, tenía razón cuando dijo que lo amaba, pero no lo amaba mas que a mi misma.

Al menos no aún.

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