El hombre de blanco.

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Tyna

Todo el mundo dormía, incluso ese elfo que encontramos tirado en el bosque. Dormían porque confiaban en Hill, pero yo no podía hacerlo. Y no era porque desconfiaba de él, aunque es cierto que en más de una ocasión ha hecho alguna estupidez que hizo que casi lo mataran, bueno, siendo honestos, una de esas veces fue técnicamente mi culpa, pero no era por eso. Era debido a que, a pesar de que ninguna criatura nos había atacado todavía y teníamos puestas las runas de protección, había posibilidad de que algo ocurriera y debía estar alerta.

Afuera seguía lloviendo y el sonido de truenos en la distancia me indicaba que, como temía, el idiota de mi hermano había hecho una tontería otra vez. Debí haber ido yo, estoy segura, habría sido más útil allá que estando aquí, simplemente esperando. Pero, como dijo Hill, soy la más fiable para estos asuntos. Aun así el aburrimiento ya era demasiado grande, pronto, si algo no ocurría, caería dormida yo también.

Como si el destino se riera de mis pensamientos y me respondiera de una forma cruel y burlona, una voz aterciopelada me saco de mi somnolencia.

-Así que usted es la señorita Fell - me di la vuelta instintivamente. Ahí, de pie entre Aria y Sarel, se encontraba un hombre de cabello negro vestido con una especie de abrigo muy largo y blanco, pero muy delgado, además llevaba vendas cubriéndole su ojo izquierdo. Mostró una sonrisa que intentaba ser agradable, pero que en realidad daba escalofríos. Comencé a reunir mi energía mágica, pero antes de que pudiera hacer cualquier cosa, desapareció.

-No debería atacar a las visitas, es de muy mala educación.

Su voz venía desde fuera de la cueva. Salí de inmediato, dispuesta a confrontarlo, solo para verlo mirando, con las manos en su espalda y postura recta, en dirección de donde provenía el sonido de truenos.

-¿Quién eres?

-Debería saberlo, señorita Fell, según he escuchado, me ha estado buscando. Pasaba por aquí y decidí verle. He escuchado mucho de ti y quería ver si valías la pena. Aunque en este momento no lo pueda parecer, veo en ti un gran potencial, es una lástima que tu alma este ligada al mundo, sino podrías ser una valiosa aliada.

-Eres él -ese sujeto era "el pensador" de quien me había hablado el amigo de Sarel. Ya no había dudas, debía atacarlo, él era el responsable de la muerte de mi padre y de Kriten, debía pagar.

-¡Oh! ¡Lo siento! Es una vergüenza que no me presente, me llamo Aurien y le advierto que atacarme en este momento puede ser... contraproducente.

Como si le fuera a hacer caso.

Reuní toda la energía mágica que pude, dispuesta a destruirlo. Ahora que lo tenía enfrente no debía dejar pasar mi oportunidad. Pero antes de que pudiera hacer cualquier cosa, el pensador desapareció. Justo en ese momento una enorme presión me aplasto contra el suelo, empujándome en el barro. La magia que había reunido se descontrolo y exploto a mi alrededor, destruyendo todo a varios metros, pero sin dañar al tipo, que apareció de nuevo delante de mí, mientras seguía sonriendo, como si le divirtiese verme así.

-Te lo advertí, pequeña.

Mire con dificultad hacia la cueva, una explosión así debió llamar la atención de los demás, si se apresuraban a llegar lo atacaríamos entre todos, con su ayuda estoy segura que podría vencerlo. Sin embargo nadie salió. Al fijarme bien me di cuenta que la entrada estaba rodeada por runas brillantes de color azulado, las cuales creaban una pared casi imperceptible. Eran las mismas runas que dibujo Sarel no hace mucho, pero modificadas.

-¿Cuando...?

-¿Lo hice? -el pensador desapareció de enfrente mío para luego reaparecer en la entrada de la cueva, examinando las runas-. Estaban bien hechas, solo que necesitaban una ligera modificación. Son preciosas ¿no lo crees? Asumo que conocen su nombre vulgar, pero ¿sabes cuál es su verdadero nombre?

-¡Te matare! -intente levantarme o arrojar algo de magia, pero era inútil, la presión era cada vez mayor.

-No seas tan agresiva jovencita. Soy amable, así que te diré su nombre, asegúrate de transmitírselo a tu hermano, seguramente le será interesante. Se llama escritura divina y fue creada por un dios antes de la era de la magia, en un intento para oponerse a los otros dioses.

Un trueno rugió en la lejanía. Ese era Hill, estoy segura. Si estuviera aquí, él y Clarisse me podrían ayudar, pero sonó demasiado lejos, debían de seguir luchando.

-¿Qué es lo que quieres? ¿Qué buscas? ¿Porque aún no me has matado?

-Tranquilizante jovencita, comportarte de acuerdo a tu edad. Aunque debe ser difícil ¿no es cierto? ¿Sabe tu hermano la verdad?

-¿De que estas hablando?

-Sabes de lo que hablo, Tyna Fell, yo también tuve un gemelo, aunque el murió hace mucho. Por mi mano, por supuesto. Pero si tú quieres seguir negándolo es tu problema -el pensador volvió a suspirar-. La verdad quería conocer al joven Fell, pero hasta que no descubra la verdad no sabré de qué lado esta. Claro que si se me opone tendré que matarlo. Eso sería un desperdicio, ya muchos buenos prospectos han muerto por estar del lado equivocado.

-Solo dices incoherencias, pero te prometo, te atrapare y te matare antes que puedas hacer cualquier cosa, no descansaré hasta verte muerto -sentía como la rabia quemaba mi pecho y mi garganta, pero también sentía algo más. Miedo. Ese tipo sabía demasiadas cosas de mí, demasiadas. Además su semblante estaba siempre sereno, como si en realidad lo supiera todo, como si lo controlara todo.

-Intentar cualquier cosa contra mi solo significaría tu propia ruina, y eso sería un inconveniente. Tengo planes para ti, niña Fell, aunque antes he de esperar a que seas más fuerte, en tu estado actual no sobrevivirías, pero si me obligas no me dejaras más opción que destruirte, junto con tus compañeros.

-¿De que estas hablando? ¿Qué planes? -le pregunté, ya en mi límite. La presión sobre mi había aumentado demasiado, ya casi no me dejaba ni respirar.

-Fue un placer hablar contigo, pero he de retirarme, tengo asuntos que atender. ¡Ah! Otra cosa, niña Fell. Pregúntale a tu hermano si recuerda cómo murió. Creo que eso le dará algo en que pensar.

El pensador se desvaneció al mismo tiempo que la presión desaparecía. Me levante rápidamente, para encararlo si aún estaba cerca, pero al hacerlo, algo cayó y se enterró en el barro. Era una pequeña piedra con una runa grabada.

Un nuevo trueno en la lejanía me indicaba que mi gemelo todavía seguía luchando.

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Where stories live. Discover now