Maestro.

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Delante de mi estaban por lo menos veinte jóvenes. 

No tengo idea de como termino esto así. Se suponía que solo enseñaría a mis compañeros, así que salimos a las afueras, pero antes de darme cuenta estaba rodeado por lo que parecía todos los niños y adolescentes del pueblo. Incluso había una mujer mirándonos, como si nos estuviera evaluando.

Me acerque a ella para preguntarle porque estaban todos ahí. Al ver que me dirigía hacia donde se encontraba, me sonrió y comenzó a hablar antes de que yo pudiera abrir la boca.

-Mis alumnos vieron a la chica de allá -dijo, señalando a Aria con la barbilla- entrenando a la orilla del río, cuando le preguntaron les dijo que tú eras su maestro, pero que estabas muy débil como para salir debido al ataque, así que le dije a Hilda que me avisara cuando al fin estuvieras bien. Hace poco fue a la escuela y  me aviso que irías a las afueras a entrenar a tus compañeros, por lo que traje a mis alumnos para ver que tan bueno eras -me miro de arriba a abajo-. Aunque eres muy chico ¿seras acaso un hobbit?

¿Eh? ¿Que no esos los invento Tolkien?

-Ojala, pero, no, soy humano. Les enseñaré lo que pueda, aunque debo advertirle que quizá quede decepcionada.

Regrese a donde se encontraban todos, la mayoría de los reunidos eran mayores a quince, sólo había algunos más pequeños, entre ellos se encontraban las chicas que estuvieron rondando a Sarel, incluyendo a la chica-gato, aunque ahora miraba con atención a donde estaba.

-Muy bien -hable con la voz más fuerte que pude-. Alcen la mano aquellos que aun no sepan usar magia -solo los más pequeños lo hicieron-. Ustedes irán con mi hermana, ella los ayudara a canalizar su energia mágica. ¡Los demás vengan conmigo!

Ayudado por Aria, para mi suerte, nos dirigimos hacia donde estaba una roca plana sobresaliendo del suelo, en la cual me subí. Desde ahí podía verlos bien a todos.

-Bien, cada uno tomara una de estas -saque de la bolsa varias hojas de papel con una linea que las dividía a la mitad y le pedí a Clarisse que le entregara una a cada uno de los jóvenes, incluyendo a Aria y Sarel, ella y yo estaríamos algo apartados, por si llegara a suceder algo.

-¿Y que hacemos con esto? -la que preguntó, algo grosera, por cierto, era una muchacha al lado de la chica-gato de antes, esta le dio un codazo y le dijo en voz baja "callate, Tris". A pesar de lo grosera que fue conmigo esa noche, le estoy agradecido.

-¡Que bueno que preguntas! A ver, levantate ¿como te llamas?

-Trezellia -respondió ella con los brazos cruzados y un semblante arrogante.

-Muy bien, Trezellia, ¿que magia utiliza?

-Viento.

-Bien, intenta por favor cortar ese árbol, solo ese -señale uno de los arboles del bosque que estaba cerca.

La chica no dijo nada, pero arrojo una ráfaga que corto el árbol, junto con todos los que estaban cerca, aunque los cortes eran superficiales. Ella me miro, orgullosa, pero yo la mire seriamente.

-Ahora imagina que ese árbol era tu enemigo, pero lo demás eran tus compañeras. Intentalo de nuevo.

La chica volvió a arrojar su ráfaga, pero volvió a cortar todos los arboles a su alrededor, incluso la rama de uno salio volando.

-¡Felicidades! Mataste a tus compañeras, ahora sientate -comencé a pasearse por la roca-. De nada sirve que posean una poderosa magia si no saben controlarla. Un ejemplo es el que acaba de demostrar su compañera, incluso en una situación desesperada podría ser contraproducente. Pero si la logran usar bien -reuní una gran cantidad de magia en mi mano y la arroje al árbol, este cayo completamente quemado. Los demás permanecieron intactos -incluso si no son muy fuertes pueden ser de ayuda.

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Where stories live. Discover now