La cacería.

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Me adentre en el bosque. Aunque era bastante denso, aun así lograba moverme con facilidad gracias a lo pequeño que era mi cuerpo primera vez qu agradecía por ello.

Además, era mejor que fuese de esa manera, pues una de las bestias que el cazador envió tras de mi era demasiado robusta para pasar entre los huecos los árboles, lo que hacia me fuera más fácil evadirla. Pero, por desgracia, no todo el bosque tenía árboles. En un descuido, causado por no ver a dónde iba, salí a dar a un claro.

Una especie de león gigantesco salto de entre la espesura y se coloco frente a mi, rugiendo con fiereza, mientras mantenía los ojos de rubí, característicos de Charlenne, fijos en su presa. El cazador lo controlaba a distancia. No me mataría, ninguna de sus bestias era tan fuerte, al menos por separado. Su misión era retrasarme hasta que Charlenne me atrapara.

La bestia ataco, pero logre esquivarla, para luego atacarla con mi espada. Apenas logre rasguñar su dura piel. No estaba usando mi energía mágica, esa era una regla táctica, debía ahorrar lo mas fuerte para el final. Mas no me quedo mas opción, pues me cortaba el paso, así que use la suficiente magia para paralizarlo unos instantes y poder escapar.

Me escabullí entre los arboles mas unidos que encontré, debido a su complexión la bestia no podía seguirme. Pero todavía estaban las demás tras de mi. Una de ellas era una enorme serpiente de color jade, que se arrastraba entre la espesura, era tan delgada que a ella no podía dejarla atrás como hice con el león, así que desgraciadamente tenia que usar de nuevo algunos de mis recursos. Espere a que se acercara y lance una descarga. Deje a la serpiente inmovil en el suelo y continué corriendo.

Pense que tenia algo de ventaja, pero en ese momento gran parte del bosque frente a mi desapareció. Escuche un grito y al mirar hacia arriba puede ver al otro perseguidor, una enorme ave negra con aquellos ojos de rubí. Entendí el mensaje que envió el cazador de inmediato. No tienes opción, pelea, cansate. Tú y tus amigas ya son míos.


Aria

Tenia un sueño muy extraño. Me encontraba frente a un estanque muy bonito, rodeado de bellas flores. Alrededor del estanque se alzaban cuatro enormes piedras blancas, con tronos en lo mas alto. En uno de ellas se encontraba sentada una mujer con cabellera plateada, ojos dorados y de aspecto delicado, vestida solamente con una toga blanca y que me miraba con expresión de profunda melancolía.

-Mi niña, te necesita.

-¿D-de que habla? - no podía hablar bien, algo en mi se sentía enormemente cautivada ante aquella persona. También sentía nostalgia, como si ya la conociera.

-Acércate -con su mano señalo el pequeño estanque.

Lentamente me fui acercando, cuando llegue a la orilla me arrodille y mire en sus aguas cristalinas. Al principio solo me observaba a mi, pero poco a poco la imagen se fue distorsionando. Cuando se aclaro por completo vi a una persona tirada en medio de un claro de bosque, cubierta de sangre. Cerca se encontraba un hombre encapuchado, riendo en voz baja.

Cuando la persona ensangrentada miro hacia arriba tuve que reprimir un grito. Era Hill, bastante malherido. El hombre encapuchado movió su mano izquierda y Hill comenzó a desaparecer en medio de un grito agónico.

-¡¿Que esta pasando!? -le grite a la mujer. Aquella visión no podía ser verdad, nos acabábamos de separar hacia muy poco tiempo, el estaba en la ciudad.

-Es lo que ocurrirá si no lo ayudas -la voz de la mujer era muy calmada, demasiado.

-¡¿Donde esta?! -me estaba desesperando, pues recordé que el deseaba ver un pozo especial en el bosque cercano.

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora