Los Juegos Playeros

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-E-esto...¡Diviértanse!- Fue lo único que puedo articular, con una gran gota en la frente. Al instante todos se fueron marchando hacia el lugar.



-¿Señorita, viene?- El autor de la pregunta fue su amigo Pearl. Ella se giró hacia él y sonrió de forma sincera. Por alguna razón que desconocía el joven de la boina no se encontraba al lado de su fiel compañero de comedia, pero consideró de mala educación preguntar.



-Sí, dentro de un momento. Voy a comprobar que todo está en su sitio.- Tras esas palabras se despidió del rubio.



-Está bien, pero no se preocupe demasiado ¡Recuerde que son unas vacaciones después de todo!-Ella suspiró y asintió, despidiéndole con la mano.




Entró al edificio con los documentos de los horarios y reglas apoyados en su pecho y se dirigió al ascensor. Quería comprobar que ya se habían instalado todos y que nada había sido dañado, sobre todo en la habitación de los chicos. Cruzó el pasillo con calma y barrió con la mirada ambos cuartos. Parecían en orden. Salió del cuarto de las chicas y apoyó su espalda en la puerta. Suspiró por enésima vez esa mañana.



-Pearl tiene razón. Tengo que disfrutar yo también y no pensar que todo depende de mí...



Platinum fue de vuelta al ascensor, perdida en varios pensamientos. No sabía el por qué, pero tenía la extraña sensación de que algo iba a salir mal y por eso estaba algo preocupada. Se convenció a ella misma de dejar de darle vueltas a cosas que no iban a suceder y a centrarse en disfrutar. Una sonrisa cruzó su fino rostro al recordar la batalla de Gimnasio contra Fantina, era un ejemplo perfecto de que su mente a veces le jugaba malas pasadas por no abstraerse un poco.




Cruzó el portal y saludó al portero. Miró a ambos lados del largo paso marítimo y decidió dar una vuelta. No le apetecía mucho bañarse, al menos por el momento, así que se decantó por un paseo tranquilo a lo largo de la línea de costa. Caminaba con las manos entrelazadas y de vez en cuando, tenía que sujetarse la pamela blanca para que no se cayera con la brisa marina. Su vestido blanco nacarado ondeaba ligeramente en el aire.




La pegadiza melodía de un puesto de helados la atrajo casi por encanto y se quedó maravillada ante la inmensa variedad de sabores y colores que tenían. Por extraño que parezca, ella nunca había probado el helado. "Postre a baja temperatura de muy diversos sabores y formas...típico del verano." Se dijo a sí misma, pensativa. Pasaron diez minutos y la joven no se decidía. El de frambuesa tenía muy buena pinta...pero el de crema de caramelo parecía tan dulce...y el de coco simplemente la llamaba...¡Qué difícil decisión!




-Yo creo que el de frambuesa y nata le encantará.- Una voz conocida la sorprendió. Cuando volteó a la derecha vio a un sonriente chico de pelo negro corto encorvado hacia el escaparate.

~ Un verano juntos ~Where stories live. Discover now