Capítulo 3 | Los Sprause.

Începe de la început
                                    

Sólo el gorila me miró, el resto me ignoró completamente siguiendo con su absurda conversación de la película o pidiendo sus horarios a la secretaria.

— Pues, sí hacer la fila es para persona normales, entonces no lo somos— responde sarcástico el gorila.

No tengo tiempo para sarcasmo, me levanté temprano, anteriormente tuve un viaje de cuatro fastidiosos días, mis traumas se hacen realidad y mi plan de faltar a clases hoy falló. Lo último que necesito es que unos niños mimados y de cara bonita vengan a meterse justo cuando es nuestro turno en la fila. Ya les di una advertencia, ahora viene la amenaza.

— No tengo tiempo para tu sarcasmo, dije que se vayan al final de la fila ahora mismo— dije lentamente, conservando un tono de voz frio y neutro.

— ¿O qué?— me retaba el gorila.

Ya no tenía más paciencia; mi regla de tres pasos para intimidar a las personas llega casi siempre a la segunda, ya que después de la amenaza, viene la acción. Así que le lancé un golpe al gorila, sin importarme que me dobla de tamaño. Sin embargo, el gorila fue más rápido y agarró mi muñeca en el aire, deteniendo mi golpe. Él, sin mucho esfuerzo, empezó a estrujar mi muñeca. Mientras que yo, lentamente, caigo al suelo por el dolor que siento en dicha zona, está a punto de partírmela.

Todos están pendientes de la escena, hasta la secretaria y Augus, que no sé por qué no hacen algo como llamar al director o de lo contrario lanzar a Edward al ataque.

— Julián, basta— cuando siento que es el final para mi muñeca, Dani habla—. Le vas a partir la muñeca.

Ahí es cuando él deja de hacerme presión, y deja a mi adolorida muñeca en paz. Dani aparta al gorila— que ahora tengo presente que se llama Julián— y me tiende la mano para ayudar a levantarme.

Yo la acepto sin pensarlo mucho y al instante pude sentir lo frio que es su tacto. Sin embargo, le hice caso omiso a mis pensamientos y me levanto con ayuda de ella.

Y ahora nos quedamos mirando fijamente; ella observando mis facciones y yo las de ella, e increíblemente son las mismas que detallé en el bosque. Incluso podría decir que la palidez es literalmente la misma que un muerto.

— ¿Nos conocemos?— no pude evitar preguntar en voz baja. Mi ira se había disipado un poco gracias al ambiente estéril que de pronto nos cubrió.

Ella duda unos instantes.

— No lo creo— muestra su dentadura para luego mirar al gorila— Lo siento, Julián puede ser algo violento a veces.

— Casi me parte la muñeca— informo calmado.

— De nuevo, lo siento. Tal vez debió de explicarte las cosas antes de que te lastimara— prosigue ella—. Aquí, nuestro querido amigo... Augustus— nombra dudosa al chico que está delante de mí en la fila—, nos estaba guardando el puesto, creímos que no les importaría que nos metiéramos.

Y es ahí cuando miro extrañado al chico, él no acotó nada segundos atrás y estoy casi seguro de que Dani miente. Sin embargo, Augus sólo evita mi mirada y no dice nada.

— Pues aunque sea hubieran avisado, o al menos Augustus me hubiera dicho— digo con lentitud, aun tratando de descifrar lo que ocurre.

— Lo que pasa es que Augustus es un chico tímido— explica ella, y es ahí cuando afirmo que miente; este chico literalmente habla más que yo—. Nosotros de verdad lo sentimos, y Julián también lo siente, ¿No es cierto, Julián?

Al ver que el chico no dice nada, ella lo fulmina con la mirada.

— Si...lo...siento— dice Julián a regañadientes.

Prometo encontrarme © (Completa)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum