Prefacio.

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David estaba a punto de morir. Y se encontraba solo.

Él no era una mala persona, aunque tampoco un santo, solo era un tipo normal. Tenía un empleo decente, no era ni muy gordo ni muy delgado, aun así estaba completamente solo en sus últimos momentos, como lo estuvo toda su vida, sin saber exactamente porque. En más de una ocasión se llegó a preguntar si él era algo que no debió existir, morir de esa manera tal vez era la forma en que el universo le confirmaba que su existencia había sido inútil.

Pero no estaba enojado ni amargado, sabía que él no tenía la culpa, ni siquiera aquellos que lo rechazaron eran responsables. Las cosas solo sucedieron así. Era algo inevitable, al menos él lo veía así.

Lo único malo es que no moriría de viejo, o tal vez era una bendición no llegar a ser un anciano amargado, si se veía desde otra perspectiva. El solo tenía treinta años, ese día, como de costumbre, después de un arduo día de trabajo, se acostó en su cama, pero un horrible dolor en su estómago lo obligo a levantarse a vomitar. El inodoro se llenó de sangre y restos de comida, mientras David sentía todo su cuerpo arder, poco después cayó al suelo, sin fuerzas para levantarse a llamar a una ambulancia, sintiendo como su cuerpo se consumía desde dentro.

Lo siento.

Una voz femenina es lo último que escucho antes de caer en la oscuridad.

David murió una nochebuena, poco antes de medianoche, pasarían seis días hasta que alguien encontrara su cuerpo.

Theria Volumen 1: Un Nuevo Mundo.Where stories live. Discover now