─¿Quién anda ahí?

Draco había estado arremetiendo hacia el collar de la camisa de Zabini cuando una cuarta voz sonó a través del aire acusadoramente, haciéndonos congelar con Draco a solo unos centímetros de Zabini y mi mano en su brazo como si hubiera estado preparado para alejarlo. Me giré para ver a Ron Weasley rodeando la esquina del viejo piano, su varita alzándose y su expresión automáticamente cambiando en sospecha al vernos.

Antes de que pudiera hacer un movimiento, Zabini estaba haciendo su camino a través de Draco y alzando su varita. Casi entrando en pánico al darme cuenta de lo mal que aquello debería parecerle a Ron, salté hacia Zabini y protesté: ─Para, baja tu varita...

─¿Qué estáis haciendo aquí? ─espetó Ron, su varita vacilando entre nosotros tres como si no supiera quien iba a arremeter contra él─ ¿Cómo habéis sabido que estábamos aquí?

─Draco y yo no estamos aquí para haceros daño ─supliqué─ Estamos intentando ayudaros, podemos haceros desaparecer de aquí y...

─¿Dónde está Potter? ─Zabini gruñó, cortándome completamente e intentando mirar a través de Ron─ Está aquí, ¿verdad?

─No escuches a Zabini ─Draco espetó acaloradamente, intentando saltar hacia adelante y agarrar el brazo de Zabini hacia un lado─ Pon tu maldita varita abajo. Estamos intentando ayudarlos, por el amor de Dios.

Ron estaba parpadeando con su varita todavía apuntando hacia Zabini, sus ojos moviéndose entre Draco y yo como si estuviera intentando entender quien estaba diciendo la verdad. Estaba abriendo mi boca para decir algo de nuevo, para decir cualquier cosa que pudiera convencer a Ron de que solamente estábamos intentando ayudarlos, cuando Harry y Hermione salieron a través de la esquina.

Zabini estaba tan sorprendido que inmediatamente tiró su varita hacia arriba, una maldición volando a través de ellos en un arco de luz roja antes de que Draco o yo pudiéramos hacer algo. Ron se tiró a si mismo hacia adelante para bloquearlo, tropezándose hacia atrás mientras la maldición rebotaba con el hechizo protector y se derribaba hacia el vacío pasillo. El área concurrida al final del pasillo estaba de repente llena de luces y maldiciones voladores, mi varita alzándose para apartar los hechizos que eran enviados en mi dirección mientras Draco intentaba ponerse a sí mismo delante de mí.

Mis pies fueron forzados a tirarse hacia atrás mientras Hermione enviaba una maldición tan poderosa que apenas había tenido tiempo para bloquearla, Draco agitando su varita hacia arriba para apartar el segundo hechizo para que pudiera regenerar mi posición. Zabini estaba justo a la izquierda de nosotros, su mano derecha girándose a través del aire mientras luchaba contra Harry y Ron. Miré como enviaba un hechizo desarmador contra Harry en apenas unos milisegundos después de bloquear la maldición de Ron, la vieja varita de Draco alejándose de los dedos de Harry y girándose a través del aire hasta perderse de vista.

Sin varita, Harry se encogió detrás de Ron mientras Zabini continuaba lanzando maldición tras maldición en su dirección, la expresión de Zabini cambiada a odio mientras gritaba algo que no podía escuchar. Draco estaba agarrando mi brazo entonces, colocándome lejos de Hermione y de Ron mientras bloqueaba un maravilloso hechizo que rebotó en el viejo piano, las teclas sonando a la vez en un doloroso crescendo de acordes incompatibles. Me colocó detrás de un sofá casi roto, agachándose a mi lado mientras una maldición volaba cerca de su cabeza.

Colocamos nuestras espaldas contra el sofá manchado mientras hechizos volaban sobre nuestras cabezas, una recortando el borde y mandando un espray de relleno amarillo sobre el hombro de Draco. Podía escuchar a Zabini chillando maldiciones des de solo a unos diez pasos de nosotros, pero no podía entender cuáles eran ninguna de ellas; estaba claro que Draco podía, no obstante, cuando sus ojos se abrieron de repente y giró la mirada a través del borde del sofá, chillando sobre el ruido: ─No, idiota...

Little BirdWhere stories live. Discover now