𝗗𝗔𝗥𝗞𝗡𝗘𝗦𝗦┃RICK GRIMES.

➤ 33; MAL.

CAPÍTULO TREINTA Y TRES;
❝ MAL. ❞

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Un pequeño grupo se introdujo en el matadero. Conformado por Glenn, Daryl, Abraham y como se debía, Rick liderando la hilera. El mismo ordenó que se separarán para un encuentro más pronto, y a pesar de que Maggie aseguró que los enemigos habían vuelto hecho cenizas, no bajarían la guardia. Aunque poco le importó a Rick, que corrió por la oscuridad del pasillo con la linterna a un lado de su machete en alto, que no dudaría en clavar si alguien ajeno se cruzaba en su camino.

La busqueda se intensificó, y el edificio pareció hacerse cada vez más grande al no haber un rastro de ella por ninguna de la cantidad de habitaciones. Hasta que Daryl se condujo hacía una de las puertas que yacía abierta. Con cuidado, se aproximó. Y en el interior llegó a encontrar un charco de sangre, y más de la misma descendiendo por las paredes. Tendido en el suelo, el cadáver de un hombre yacía muerto, sin ningún tipo de arma sobre sí mismo. Entonces, supo que su amiga había sido causa del robo. Conocía todas aquellas capacidades que tan especial la volvían. Como el cazador que era, siguió el rastro de las gotas carmesí por el pasillo, así llegar donde abundaba el fétido olor a cadáver vaporizado. Aunque ello no le impidió continuar, y hallar efectivamente a la mujer. En el frío suelo, apenas respirando, y con la sangre brotando de ella.

Colgó la balletas en su espalda, así tener los brazos libres a la hora de tomarla entre ellos. E informó al resto del hallazgo, a través de la radio. Se enseñó a la luz del sol, ganándose sonrisas por el reencuentro. Hasta que el líder se la quitó de los brazos, en lo que el agradecimiento salía desde sus labios sin pausa. Fue entonces que se montaron en la caravana, así regresar a casa.

Apenas arribaron, Rick no dejó que el vehículo se diera espacio dentro de la comunidad. Se bajó por su cuenta, y las piernas se dieron a la carrera hasta dónde la enfermería.

Denis le dio atención. Y dedicó a recuperar el oxígeno limpio en sus pulmones, conforme trataba la herida en su espalda, que se veía bastante mal. Finalmente, curó los pequeños, pero varios cortes en las palmas. Y acabó con una vía que recuperaría la sangre perdida en su anatomía.

Pero no todo estaba resuelto.

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Días después, Leah recuperó el conocimiento, y despertó del casi coma que se había metido. Lo primero que percibieron sus ojos fue el blanco del cuarto, y no tardó en reconocer dónde se encontraba. Después siguió a ver los rizos castaños esparcido por las sábanas, junto con una cantidad de sollozos que eran semi inaudibles. ⏤¿Rick?⏤ la voz de la joven hizo un breve eco en la habitación, a pesar de ser aguda, y liviana.

El aludido no tardó en intentar recomponerse, muy tarde pues Leah ya había sido testigo de todo.

⏤Leah, mi amor.⏤ habló, dejándose tan cerca como fuera posible mientras sus manos se enredaban con una de las suyas.

⏤¿Que ocurrió, en el matadero?⏤

⏤Eso ya no importa, cielo.⏤ quiso calmarla, pero ella no tardó en alterarse. Llevando una de sus palmas hacía su vientre plano.

⏤Nuestro… El bebé.⏤ formuló.

Entonces Rick no supo que decir, o qué hacer. Pero una respuesta no hizo falta, todo era tan claro como el agua. La información se procesó sola en el cerebro de la mujer. Entendió entonces, que el bebé, su bebé, no había sido tan fuerte para sobrevivir al humo, a los golpes, y a la infección.
La mirada no tardó en nublarse, junto con las lágrimas que se dieron a conocer al descender por sus mejillas. Rick la siguió en su dolor. Nunca había vívido algo similar, y de verdad, que no quería volver a experimentar semejante dolor en su pecho. Se sentía culpable de no impedir que Leah participará. De no haber llegado a tiempo para su salvación. De no haber estado para ayudar en ese momento.

Se sentía culpable de ser un pésimo padre.

¿Por cuánto más durarían los macabros planes del destino?

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