➤ 12; COMIENZOS.

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CAPÍTULO DOCE;
COMIENZOS. ❞

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Giré sobre las sábanas, hasta quedar de frente con Rick. El hombre estaba completamente dormido, abrazándome con fuerza de la cintura. Cómo si temiera que fuera a escaparme de su agarre tan firme. Estaba tan plácido en su sueño, que no quise hacer mucho ruido al momento de levantarme. Y como no iba a estar cansado, si su intranquilidad lo mantuvo despierto toda la noche.
Con cuidado de no despertarlo, me deshice del edredón de sábanas que cubría mi cuerpo.
Verifiqué que Judith estuviese dormida, por la cámara que daba a su cuarto que nos mantenía informados de sí lloraba o demás, pero no, del mismo modo que su padre, la cría estaba exhausta.

Recogí un cambio de ropa del armario, y todo lo necesario para darme una ducha rápida antes de que la menor se despertase. Y con su llanto, también lo hiciera con su padre.

Conforme me bañaba, pensaba en mi reflejo. Admiraba mi cabello azabache, ahora suave cómo la seda ante el champú que había tenido contacto con él. Mi mirada turquesa, oculta detrás de las ojeras del cansancio, mis labios finos rasgados por las semanas sin agua y algún que otro corte, moretón o demás cicatrices me cubrían el cuerpo desnudo. Tan demacrando mi rostro. ¿Cómo podía ser perfecta ante la visión de Rick Grimes? Negué repetidas veces. No era una adolescente, ni mucho menos éramos una pareja para sentirme tan preocupada por mi imagen. Aquí habían muchachas más cuidadas, jóvenes. Cómo aquella rubia del día de ayer, Jessie Anderson.

En cuánto regresé al cuarto, cambiada y con el hambre golpeándome el estómago, éste sentimiento se reemplazó por frustración, preocupación al ver el colchón vacío. Con las sábanas desparramadas. De manera desesperada, corrí hasta el que había sido designado cuarto de Carl, también el de Judith. Ninguno se hallaba allí, no había rastro.

Entre pasos tan torpes, cómo descoordinados, bajé las escaleras, llegando a la planta baja. Dónde el aroma a waffles, café y la leche de la cría me llenaron las fosas nasales. Seguido de los saludos de mi familia, que me deseaban un buen día. Si bien, había una casa para nosotros. Esa noche habíamos decidido pasarla juntos, sólo para ser precavidos. Definitivamente, aquella era una imagen a la que podría acostumbrarme.

Las personas que adoraba, riendo entre ellos mientras alimentaban sus anatomías correctamente. Con alimentos verdaderos, y no una lata de conserva. Con una sonrisa brillante en sus labios, y un destello inigualable en sus miradas. Demostrando lo feliz que se encontraban. Por otro lado, Carl yacía sentado, bebiendo una taza de té humeante con unas tostadas y mermelada. Mientras por ratos, el mismo se giraba a ayudarle a su hermana a acertar la papilla en su boca, y no en sus mejillas cómo ésta desparramaba torpemente. Rick estaba de pié, bebiendo café mientras hojeaba, por milésima vez desde que llegamos, las fotografías de la comunidad.

Me aproximé a su posición, dejando una caricia en el cabello del segundo de los Grimes en el trayecto. Cuándo por fin llegué, sus ojos tan iluminados cómo el cielo de aquella mañana me dividizaron, olvidando las imágenes. Sonreí, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura tras haber quitado las fotos de su alcance y dejarlas a un costado, dónde no pudieran interrumpir nuestro momento.

⏤Buen día.⏤ Deseó en un susurro, pues ante la cercanía, no hacía falta elevar el tono de voz. En lugar de responder con palabras, opté por dejar un beso sobre sus labios. No obstante, no duró demasiado cuándo un tosido falso nos separó.

⏤Señores, busquen un cuarto.⏤ Habló Abraham, con su clásico tono sarcástico que tanto lo caracterizaba. ⏤Hay niños aquí.⏤ Informó, cubriendo los ojos de Judith. Aunque con el tamaño de su mano, dejó oculto su rostro completo. Haciendo a la pequeña reír.

Relamí mis labios, algo avergonzada, al haber olvidado de las miradas ajenas sobre nosotros. Y es que era uno de los tantos efectos de los besos de Rick Grimes tenía sobre mi, nada más importaba que sus labios sobre los míos.

Aproximándome, hasta la latina y la castaña, tomé asiento en medio de ambas. Provocando que el dúo se dieran miradas cómplices antes de empujarme ligeramente por los hombros. Cuándo el líder se acomodó a un lado de su hijo mayor, fue que Abraham se levantó, con una sonrisa y su taza en alto. Nos recorrió a todos con la mirada, cómo si analizara la escena tratando de guardarla en lo más profundo de su corazón.

⏤¡Por los sobrevivientes!⏤

⏤¡Por los sobrevivientes!⏤ Exclamamos al unísono, seguido del cristal de las tazas chocando entre ellas, en un brindis.

»⏤Nunca me temas a los nuevos comienzos.⏤«

Quizás este se trate del
nuevo comienzo...

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𝗗𝗔𝗥𝗞𝗡𝗘𝗦𝗦┃RICK GRIMES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora