𝗗𝗔𝗥𝗞𝗡𝗘𝗦𝗦┃RICK GRIMES.

➤ 28; PROMESA.

CAPÍTULO VEINTIOCHO;
❝ PROMESA. ❞

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( 2 MESES MÁS TARDE. )

Finalmente, la comunidad volvió a su clásica armonía, que tanto caracterizaba al pequeño pueblo de Alexandría. Mientras tanto, en un hogar de paredes blancas con ventanales azules, una mujer de cabello largo hasta la cintura en un tono azabache se acariciaba el vientre, complacida ante la sensación del crecimiento de su embarazo de tres meses.
Hasta que otra presencia estuvo a sus espaldas, seguido de unas ásperas manos en su cintura, y el aroma a vainilla entre sus fosas nasales que le provocó una sonrisa, conforme su cuello se desviaba hacía un costado para una mayor comodidad en los besos que Rick propinaba a su cuello; ⏤¿Has descansado bien, cariño?⏤

⏤Cómo todas las noches.⏤ su respuesta fue casi de inmediato, casi al mismo tiempo que sus besos se fomentaban hasta hacerla reír ante las cosquillas. Sin embargo, unos golpes en la pared, interrumpió el momento de la pareja. Y ambos sabían de que se trataba; ⏤¡Carl!⏤ el mayor de los Grimes reprochó a su primogénito, abandonando a su mujer para dar el repetitivo sermón al menor, dejando a la chica en la compañía de la cría que se hallaba muy entretenida, arrodillada en la alfombra en lo que jugaba con un par de vasos rojos, ante la falta de juguetes.

Leah tomó a la niña entre sus brazos, antes de correr a auxiliar a su hijo en el regaño de su padre. ⏤Vamos... Judith no puede ser la única que se divierta.⏤ Lo defendió la mujer, irrumpiendo en la conversación.

⏤Gracias, mamá.⏤ Carl sonrió satisfecho. ⏤¿Ahora me das de vuelta la pelota?⏤, se dirigió a su padre. Quién suspiró, y con la mirada de aprobación de su chica, regresó el pequeño objeto verde claro a las manos de Carl. Siempre, y cuándo, la promesa sería que continuaría su juego a las afuera de la casa, dónde no le causará una migraña. A lo que Carl rodó ambos ojos, conforme obedecía, y salía al exterior.

Nuevamente solos, reanudaron los mimos entre ellos, dando la mayor aproximación en sus anatomías ante estar Judith en medio de ambos. ⏤¿Quieres alguna cosa en específico?⏤ cuestionó el rizado, a lo que ella contestó con una negación con la cabeza. Y si ella no iba a querer nada, quedaba alguien más a quién preguntar. Se puso de rodillas a ella, quedando en la altura de su vientre. ⏤¿Y tu, cariño? ¿Qué es lo que quieres?⏤

Y Leah amaba cuándo hacía eso. Hasta en ocasiones solía dormir debajo de las sábanas, aferrado a su estómago. ⏤¿Chocolates? Está bien.⏤ Se puso recto nuevamente, y fue directo a los labios de su mujer.

Abandonando su momento de ternura, ambos se enseñaron en las calles de Alexandría. Dónde afuera Daryl Dixon esperaba por el hombre para salir de aquellos muros que los rodeaba. ⏤Buen día.⏤ saludó el hombre, en un intento por disimular la sonrisa en su boca de tener presente el vientre abultado de la mujer. En respuesta, Leah se aproximó al arquero, para sostener su mejilla con su mano libre, y dejar un sonoro beso en su pómulo.

Minutos después, el automóvil desaparició por la carretera, y Leah lo apreció esconderse en los árboles del frondoso bosque que interrumpía su vista a pesar de estar desde el puesto de vigilancia. El cuál, le tocaba ocupar. Cubría trabajos simples ante su embarazo, pero en eso, pudo encontrar una figura que se escabullia por los arbustos. Y ella conocía el dueño de aquella sombra.

⏤No me parece que tu desicion por salir fuera de estos muros sea la correcta. No con la cantidad de posibilidades que existen allá, y una de las más probables es...⏤

⏤Eugene.⏤ Leah acabó con el discurso del hombre. ⏤Sólo... tú no digas nada. ¿Está bien? Sé cuidarme allá afuera.⏤ no dejó que el hombre respondiera alguna cosa más. Simplemente puso los pies en las afueras, llenando sus pulmones de aquel oxígeno tan puro que sólo los árboles sabían brindar. No tuvo que buscar demasiado cuando encontró al hombre, esperando nervioso a aquel caminante que se acercaba en pasos chuecos, y los gruñidos en su canal auditivo que se llenaban de los mismos.
Spencer no pudo asesinar aquel cuando Leah se adelantó a ello, clavando el filo de su arma en su coronilla.

⏤¿Qué haces aquí?⏤ él parecía fastidiado. Pero por alguna razón ella no confiaba en él, ni en sus intenciones allí afuera.

⏤Pues, salí a caminar. Es bueno para el bebé.⏤ mintió.

⏤Salgo al bosque desde hace tiempo, y aún así, eres la primera en notarlo.⏤ Sentenció, dando a conocer que no creía ni una mínima parte de lo que decía.

⏤Iré contigo.⏤ ni siquiera pidió permiso para ello cuando se empezó a mover en la misma dirección que el hombre, a una distancia apropiada para que no se sintiera acosado, o al menos, no del todo.

Hicieron la caminata en silencio.
Leah se tomó el tiempo de ver al bosque con atención. Como si fuera la primera vez que lo estuviese viendo, y de hecho, nunca había tenido tiempo como para ver lo tranquilo y armonioso que podría ser. Hasta qué, unos crujidos la trajeron de vuelta a la realidad, tomando el mango del cuchillo y dirigiendo la mirada hacia el ruido, encontró a Carl. Quién trotaba por el césped, con cuidado de no chocar con algo, miraba hacía atrás.

Leah quiso reñirle, pero primero debía averiguar qué demonios estaba haciendo allí afuera, y sin embargo, algo más preocupante se presentó; Squel cuerpo putrefacto caminaba hacia ellos, con deseos de comerlos. Esa cosa ya no era Deanna.

Esperó a que se acercase a Spencer, y la sostuvo por los brazos. Dándole todo el tiempo del mundo al joven para que, encontrará el valor de acabar con la vida de la que solía ser su madre. Hasta que pudo con ello, y el peso del cadáver se tornó débil, vago. Ya sin vida.

Fue Spencer quién la atrapó, y acabó arrodillando entre el pasto verdoso. Tomando aquel cuerpo como al de un bebé.

⏤A esto venía.⏤ confesó.

Juntos hicieron una tumba, y Leah se encargó de tallar una perfecta "D" en un roble frente la misma. De ese modo, que nadie fuera a olvidar a la fundadora de lo que salvó su vida, y la de toda su familia.

⏤Cumpliremos tu sueño, Deanna.⏤

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