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CAPÍTULO VEINTISÉIS;
NO. ❞

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"⏤Debes ponerte esto encima. Juro que todo saldrá bien.⏤ su voz gruesa sonaba agitada, tan agitada como el momento que nos encontrábamos viviendo. Ni siquiera habíamos llegado a procesar el instante cuando los caníbales arribaron a la cabaña que habíamos llamado "hogar" durante seis meses. Pero en un rato como aquel, solo sentía la necesidad de escaparme de allí lo más pronto posible. Sin embargo, su cantidad parecía infinita, hasta el punto de rodear por completo cada fracción del hogar, dejándonos sin ninguna otra salida que no sea la puerta principal, que crujia con cada golpe emanado desde afuera. Iba a ceder a los empujones en cualquier momento, cuando menos lo esperemos, y para cuando eso ocurra, iría a ser demasiado tarde.

⏤No puedo hacerlo. No sin ti.⏤

⏤¡Por amor de Dios, Leah! ¡Tú, y nuestro bebé tienen que salir ilesos de aquí!⏤ su exclamación innecesariamente fuerte causó un estruendo más en la madera. Y a pesar de mis ruegos, mi marido no se detuvo en pasar sus grandes manos por mi torso, de arriba hacía abajo, haciendo mi atuendo más carmesí que de costumbre, ahora no sólo la tela desgastada, si no también mis brazos, mis piernas e incluso, mi rostro. Estaba manchada hasta los pies con las tripas de errante, que tanta náusea me causaba. Pero una sola caricia por parte de mi marido en mi vientre, hizo que mi bebé diera un vuelco en su posición, y anulara su malestar, casi como un anuncio de lo que vivíamos.

⏤Al menos, inténtalo...⏤ pedí, tan rápidamente como mi tono de voz quebrado me permitió. Y es que con aquel único cadáver que habíamos conseguido, sólo había alcanzado para mi misma. Dejando a mi marido en un estado total de desprotección.

A mi ruego, simplemente asintió desganado antes de empezar a trazar su cuerpo en los escasos restos que habían quedado por los rincones. El tiempo, ni la fortuna estaba de nuestro lado, cuándo, sin ni siquiera haber acado de repartir los sesos, la puerta reaccionó a los golpes, cayendo estrepitosamente hacía el suelo, y causando un ruido que me volcó el corazón latiente en mi pecho.

Ellos nos ignoraron, pasaban de nosotros con su respiración a vagos centímetros de la nuestra. Nos mezclamos en la muerte, y la victoria estuvo cada vez más cercana con cada paso que dabamos en dirección a la puerta principal. Pero como antes había mencionado, la fortuna no era una amiga mía.

Uno de los monstruos se paró en seco, con la mirada vacía posicionada justamente en mi esposo, y sin darme la chance de una despedida, una última mirada, se abalanzó sobre él, sin ningun duda. Masticó de su hombro, y más tarde otro se le unió, hasta que sus gritos fueron un detonante para que el resto se aproximara al festín. Justo en frente de mis ojos. ⏤¡CORRE, LEAH!⏤."






























Los gruñidos haciendo eco en cada esquina de la alcantarilla fue lo que la despertó de su pesadilla, sólo para despertar en otra más que no se alejaba a sus sueños. Pero, al menos aquello le había vertido la idea en su cabeza que llevó a cabo. Inició una caminata, dando justo con el cadáver de los caminantes que había atacado aquella tarde con Maggie, y Aaron. Con ello, puso en práctica lo que su marido había enseñado.

Una vez lista, se acercó a la tapa de la alcantarilla y removió ésta. Por lo que, los caminantes no se hicieron esperar. Se dejaban caer hacía ella con brutalidad, algunos muriendo ante el impacto, mientras otros pasaban justo a un lado de Leah, pero sin darle atención ante las tripas sobre su atuendo que la mezclaba como una más.

Esperó el momento perfecto, y subió por las escaleras. Afuera la imagen era aterradora. Miles de monstruos, deambulaban por todo su hogar, en busca de carne fresca, y otros ya comiendo de la misma con los habitantes que no habían logrado escapar de sus garras. Aguantó las ganas de gritar, llorar, y a paso lento, sin llamar la atención, fingió ser uno de ellos.

Deambulo en dirección a su hogar, el mismo que estaba repleto de errantes dentro, sólo causando las lágrimas en sus ojos que se tornaron rojos ante el llanto que quería huir por los labios rosados entreabiertos.

Ahora si, no sólo actuaba como uno de ellos. Se sentía de la misma manera, sin vida, ni esperanza, ni un corazón latente. Quizás su familia se había llevado todo de ella, de su virtud.

Su rumbo prosiguió sin un objetivo en especial. Sólo se dedicaba a arrastrar los pies por la acera, con la cabeza gacha, y el cabello azabache que le cubría el rostro completo. Si un ajeno la viera desde la ventana, ella sería como un caminante más invadiendo la comunidad.

⏤¡Mamá!⏤ un grito gutural le provocó ascender la cabeza en dirección a dónde lo había oído, y cuando pensó que se había vuelto complemente loca, una imagen le partió el corazón por lo brutal que era. Se trataba del pequeño Sam. Aquel niño de gran carisma, grandes ánimos para repartir, ahora siendo un festín de los errantes a los que tanto temía. El final más cruel se dedicaba para quiénes menos lo merecían.
Presenciando aquella pesadilla, halló a Rick, junto con Carl, en la compañía de Michonne, Ron y... Jessie. Aunque no por mucho tiempo, cuando los caníbales se percataron de los gritos de dolor de la mujer. También tomándola como parte del menú cuando se tiraron sobre ella. A pesar de no haber tenido una buena relación, nadie merecía un final como aquel. Lleno de sufrimiento.

Con los pies cansados, se fue aproximando dónde la escena, y con aquellas pintas que tenía, nadie la había podido reconocer.
Una escasa sonrisa se había trazado desde su boca por los vagos centímetros que la separaban de su familia, cuando un sonido le cambió la expresión completamente. Fue el seguro de un arma siendo retirado lo que guió a todos hacía Ron Anderson, quién apuntaba hacía Carl, decidido a acabar con su vida.

Leah tenía que pensar en una salvación rápida. No tenía balas para asesinar al atacante desde su posición, y si corría, llamaría la atención hasta de los muertos que no tardarían en irse sobre ella hasta hacerla su cena. Pero, si aquella era la única forma de salvar la vida de su hijo, estaba dispuesta a pagar el precio.

Los pies se movieron ágiles por la acera, hasta llegar a empujar al menor hacía un costado que lo dejó tendido en el suelo, y lejos del peligro. Pero en un segundo, todo se oscureció.

No...⏤

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𝗗𝗔𝗥𝗞𝗡𝗘𝗦𝗦┃RICK GRIMES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora