Capítulo 88

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"Seamos lo que anhelamos. Seamos las personas que se merecen el cielo y no el infierno. Seamos lo que siempre hemos querido ser pero jamás nos atrevimos a intentar."

No podía sentir ni imaginar el dolor de los cortes que le hacían sangrar las mejillas, o de las quemaduras que le irritaban la piel. Entró en el invernadero a paso inestable. Sarah lo flaqueaba con una ballesta. Nunca había visto una de esas armas en la vida real, solo en las películas, pero sabía que las flechas eran de verdad.

Glenn estaba lleno de golpes. Su cabello lucía graso y tanto su ropa como su piel sucias. La imagen me partió el corazón, que de por sí ya no estaba en una pieza. Kyle jadeó y no necesité mirarla para saber que estaba llorando de impotencia.

—¿Qué rayos le hiciste? —susurró Becca, con voz afligida y filosa a la vez.

—¡Maldito hijo de...! —estalló Kyle, lanzándose hacia adelante.

La ira se adueñó de su cuerpo, pero antes de que pudiera llegar a Trainor, Glenn se interpuso con un movimiento que hizo crujir sus huesos. A excepción de las rápidas respiraciones, el silencio se asentó.  

Los hermanos Scoterfull compartieron una mirada extensa. El amor en esa conexión ejerció una agridulce presión en mi pecho. Glenn y Kyle habían sido abandonas por sus sus padres de niños. No es que no los quisieran, pero no tenían para darles de comer. Desde entonces él cumplió el rol de padre y madre para ella. Fue la persona que le relató cuentos de hadas con finales felices para que pudiera dormir. Robó medicamentos cuando Ky se enfermó. Hizo de ella una buena persona.

—Retrocede —pidió él, a centímetros de ella.

Aunque parecía que Glenn trabajaba con ellos, quería protegernos. Sabía que nadie debía provocar o atacar a Trainor si queríamos salir con vida de esa situación. Tomó las decisiones que tomó por la seguridad de los que quería, de eso estaba segura. Además, ya ni fuerzas de ofenderme o sorprenderme tenía.

—Duele, ¿verdad? —susurró Sarah en mi oreja, y ladeé la cabeza para ver su mirada cetrina—. Él estuvo todo el tiempo con nosotros y aún así su corazón le sigue diciendo que la lealtad se la debe a ustedes. Especialmente tú.

Se alejó y colocó tras Trainor, quien sonrió.

—La chica es un encanto. Lo heredó de mí —dijo el hombre.

Becca gimió.

—Imposible —espetó escéptica—. Si tú eres su padre... 

No terminó la oración, pero sus ojos destellaron con comprensión. A los segundos también lo entendí: Meredith había sido esposa de Trainor.

—Jamás pensé que podrías llegar a la conclusión tú solita teniendo en cuenta que la falsa Becca parece ser la más inteligente de las dos —dijo—. Sin embargo, ella no sabe lo suficiente sobre Shinefalls aún. No sabría descubrir mis motivos, pero tú sí. Inténtalo, Rebecca.

Se estaba divirtiendo con aquel tétrico juego.

—¡Entonces esto no tiene nada que ver con ellos! ¡Tu problema es conmigo! —estalló con las manos hechas puños. El miedo se había evaporado con la llegada de la ira—. ¡Fui yo! 

—Rebecca, detente —advirtió un inquieto Killian, captando hacia dónde iba el desenlace, o más bien el comienzo, de la historia.

Estaba mareada. No tenía la menor idea de lo que estaban hablando.

—¡¿Detenerme?! —repitió mi hermana revolviéndose en su lugar—. Por el infierno que no. Es hora de sacar todo a la luz. 

Miró a Trainor de la misma forma en que antes me observaba a mí. La Becca oscura regresó para dar el último golpe.

—¡Todos merecen saber que estamos aquí por él es un maldito alcohólico! —Su lengua se transformó en una de serpiente, viperina—. ¡Tú te quedabas embriagándote en la pocilga que tenías de hogar mientras enviabas a tu esposa a trabajar, y cuando la despidieron te largaste! ¡La explotabas y le robabas! ¡La dejaste embarazada y abandonaste porque ya no tenía nada que te interesara! No te importaba ni tu propia hija, cobarde —escupió, disfrutando que Trainor apretara la mandíbula con desdén—. Pero jamás creíste que ella sería capaz de hacerlo lo que hizo, ¿no? Qué jodida es la vida... Dio sexo por dinero y frecuentó todos los bares de la ciudad para conseguir unos billetes que pudieran comprarle comida a Sarah.

Se puso de pie y caminó hacia él, hasta que solo los separaban cinco centímetros.

—Y cuando te percataste de la mierda de hombre que eres fue demasiado tarde —siguió—. Mis padres la habían rescatado de su miserable vida, porque eran buenas personas. Yo odiaba a Meredith porque pensaba que había tomado el lugar de mi madre, pero ahora creo que la amo por haber dejado a semejante basura como tú.

Me sobresalté cuando Trainor le dio una bofetada a Becca. El chasquido trajo consigo un incremento de la tensión. De inmediato Amit intentó intervenir, pero James lo apuntó con el arma y negó con la cabeza.

—No sabes lo difícil que fue ver cómo mi esposa debía rebajarse a hacer eso —gruñó el policía—. Me marché y convertí en lo que soy para poder darle todo lo que no le di. ¡¿Sabes lo difícil que fue regresar y ver que estaba enamorada de otro hombre?! ¡¿Lo difícil que fue cuando me prohibió ver a mi propia hija?! —Su mano se cerró sobre el cuello de Becca y ella jadeó por aire—. ¿Y sabes qué me dijo? Que tú la habías salvado —La soltó de golpe cuando empezó a patalear en busca de oxígeno—. El mismo día en que Carter y Mary te adoptaron, tú la viste a orillas de la ruta con Sarah en brazos. Fuiste tú la que le pediste a tus padres que la ayudaran. Más tarde, cuando intenté hacerla entrar en razón, Meredith dijo que tú tenías más corazón que yo.

—Qué ironía, ¿verdad? —aportó Sarah, cruzándose de brazos—. Justo tú teniendo un buen corazón.

Por la mirada atónita de mi gemela supe que ella era demasiado pequeña para recordar todo eso.

—El día en que llegaste a Shinefalls fue el día en que arruinaste todo —concluyó Trainor.

Seguidamente, alguien disparó.

El cuenta mitos de BeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora