Capítulo 48

7.7K 1.3K 58
                                    

Extrañar a alguien es suspirar por un recuerdo.

—Pixie —saludó no muy alegre Becca.

Su voz era un veneno dulce. Arrastraba las sílabas como seda sobre la piel, sin interrupción y con confianza.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Alivio, emoción, pánico; todo me azotó el pecho de golpe. Me deslicé contra la pared de la parte superior de la escalera, escondiéndome.

—Re... Rebecca. —La pelirroja sonó perpleja—. Eres... —No siguió hablando, se calló porque las sorpresas son buenas arrebatadoras de palabras.

Mi hermana estaba viva.

A salvo.

A solo metros de mí.

—Soy yo —le dijo, estaba vez con algo de esperanza, como si la hiciera feliz que la gente no pudiera terminar de creer que había regreso.

El problema era que personas como Pixie no ponían en duda su regreso porque ya había una Rebecca en Shinefalls que no se había marchado, sino que se escondía de la verdadera.

—Vine porque necesito tu ayuda, por eso envié el mensaje.

Al final no fue el Desconocido, pero ¿por qué había recurrido a Pixie y no a Amit? ¿Qué fue tan importante como para hacerla regresar?

—¿Por qué no me contestaste? —El disgusto se manifestó en su voz.

Silencio y tensión, fue todo a lo que se redujo el mundo. Ya no estaba en mi poder decir la verdad o mentir, todo recaía en Pixie.

No le digas, por favor.

Becca todavía no sabía que tenía una gemela ni que esta le había robado la identidad. Mi conciencia me recordaba que estaba mal, que debería salir de mi escondite, enfrentarla y abrazarla por primera vez, pero no podía moverme.

A veces, cuando esperas mucho tiempo que algo suceda, cuando lo hace no puedes asimilar que está ocurriendo y te quedas en blanco.

No me perdonaría robar su vida. Se expondría ante todos y correría peligro si el Desconocido se enteraba de la farsa que había montado.

Ella me odiaría.

—Pensé que no era real —dijo Pixie, aún aturdida—. No sería la primera vez que alguien hace ese tipo de bromas de mal gusto...

Mintió. Estaba de mi lado. Era de confianza.

—Vas a ayudarme. —Becca estaba apurada—. Nos vemos a las afueras del bosque alrededor de las once.

—¿Por qué? ¿Qué ocurre? No puedes aparecer como si nada luego de un año y...

—Ahórrate la saliva y limítate a hacer lo que te digo.

Fruncí el ceño, dividida entre la parte de mí que quería conocerla y la que no por miedo a que fuera como todos la describían.

—No harás preguntas. Una palabra y empezarán a preguntarte por Will cuando les diga que...

—Lo prometo —interrumpió la pelirroja, nerviosa—, pero no vuelvas a mencionar su nombre.

Compartieron una extensa mirada, compitiendo acerca de quién tenía más que perder si la otra hablaba.

La puerta se cerró con gentileza. Bajé las escaleras de dos en dos al ver el frenesí asustado en sus ojos.

—¿Quién...? ¿Quién mierda eres?

La decepción en su rostro me dolió, aunque no tenía por qué.

—Lamento haberte mentido, a ti y a todos. Soy hermana de Rebecca, pero ella... —Negué con la cabeza, avergonzada e impotente—. Lo siento mucho, Pixie.

—¿Quién eres? —reiteró con el labio inferior temblando ligeramente.

—No puedo decirte, pero no hay tiempo y necesito que nos ayudes.

—¿Nos? —Se llevó una mano a la frente y cerró los ojos un instante—. ¿Quiénes más saben de esto?

Me quedé callada.

—¿Qué es lo que están haciendo?

Tampoco contesté. Tomó mi silencio como una afirmación de que, lo que sea que estábamos haciendo, era peligroso.

—Confía en mí —pedí.

Marqué el número de Tyler.

—Ven a Rushmont Street 731 —pedí, y antes de colgar, añadí:— Tenemos un problema.

—¿A dónde irás?

—Iremos —corregí.

Ahora Pixie era nuestro problema, pero también podría ser nuestra salvación.

El cuenta mitos de BeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora