Capítulo 75

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"No deberíamos suplicar por amor, pero solo en esta ocasión lo haré. Por favor, ámame una noche o finge hacerlo, me da igual. Solo quiero sentir que no estaré sola para siempre, aunque sea por unas horas."

Narra Tyler

Perder a alguien debía ser doloroso. Las personas debían experimentar un sufrimiento tan grande que no eran capaz de describirlo. Yo jamás lo había vivido y esperaba con todas mis esperanzas no tener que hacerlo.

Ni siquiera sé cómo fui capaz de conducir en mi estado de conmoción, pero lo hice. Seguí a la ambulancia sobrepasando el límite de velocidad, con el corazón en la garganta y la imagen de la camisa manchada de sangre de Killian impregnada en la mente.

Ella parecía muerta.

No sé cómo estacioné. No sé de qué hablaban los otros en el camino al hospital. Solo sé que corrí a través del estacionamiento sollozando en voz baja y frené ante el caos de doctores y enfermeras que se reunían alrededor de la camilla donde J estaba. 

Amit estaba sosteniendo a Kyle contra su pecho cuando me giré. Pixie se dejó caer en shock contra una pared, abrazando sus rodillas. Meredith y Carter se abrazaban, pálidos y asustados. Félix parecía haber visto todos los fantasmas del mundo, y en su silencio se escuchaba el horror que sentía.

Killian tenía las manos enterradas en el cabello. Tiraba de las hebras con impotencia. La desesperación en su rostro y la forma en que caminaba desenfrenado de lado a lado me rompió el alma. Ver su camisa me estremeció y tuve que cubrirme la boca para no llorar tan fuerte.

Cuando se la llevaron y las puertas se cerraron, Killian se alejó y puso en cuclillas, con la cabeza gacha. Escondió el rostro entre sus manos y no se movió.

Pensé en cómo me regañaba por tener tantos envoltorios de dulces y comida chatarra apilándose en la camioneta. Decía que parecía una puta rata. Recordé su sonrisa discreta cuando quería reírse de mis chistes más oscuros pero no lo hacía porque su moral se lo impedía. Me negaba a creer que podía perderla.

Ella era fuerte. Logró superar todos los obstáculos de su vida sin perder su esencia en el camino, pero a la hora de desafiar a la muerte, incluso los más valientes y experimentados son capaces de perder.

En algún momento, Pixie se acercó y tomó mi mano. Nadie dijo siquiera una palabra, porque no había nada que pudiera revertir lo hecho.

Pasó media hora antes de que las puertas se abrieran dejando pasar a un médico. Nos apiñamos a su alrededor al instante.

—¿Quién es familiar?

Félix y Carter dieron un paso al frente.

—Nos derivaron un accidente de múltiples pasajeros ayer. Somos un hospital pequeño y el tipo de sangre Rebecca no abunda mientras ella sigue perdiendo una gran cantidad. Necesitamos hacer una transfusión rápidamente. Si alguno de ustedes comparte el mismo tipo sanguíneo necesito que venga conmigo.

Carter negó con la cabeza de manera frenética.

—Ella es adoptada. No tenemos el mismo tipo de sangre, pero tiene que haber alguien más —suplicó más que decir.

—Es cero negativo, donante universal. Solo puede recibir de su mismo tipo —explicó recorriendo con la mirada la sala—. ¡Necesitamos a alguien que pueda donarle sangre, no tenemos mucho tiempo y la hemorragia es grave!

Todos nos observamos unos a los otros. El silencio fue una respuesta negativa, y Meredith rompió en llanto. Ninguno podía salvarla y aquello originó una impotencia ciega en mis adentros. Ella era mi amiga, mi responsabilidad, y no era capaz de ayudarla.

Era mi amiga e iba a morir si no hacíamos al...

—Rebecca —susurré con voz estrangulada—. ¡Rebecca!

Todos me observaron desconcertados e impacientes.

Los gemelos compartían el mismo tipo de sangre. La verdadera Becca era la única que podía salvar a J.

El cuenta mitos de BeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora