Capítulo 68

6.8K 1.1K 292
                                    

"Estamos perdiendo el control de nosotros mismos, cayendo en el abismo de un alma vacía a la que le quitaron la esencia."

—Rebecca —susurré.

No había forma de que pudiera confundirla con alguien más. Sus familiares ojos brillaron tras la máscara.

La misma máscara.

El mismo peinado.

El  mismo vestido.

Estábamos idénticas y sabía que no podía ser simple coincidencia. El temor me llevó a tensarme. Aquello no era parte del plan. Se estaba exponiendo, arriesgando a que nos descubrieran y a que el desconocido supiera la única ventaja que teníamos sobre él: el hecho de que éramos gemelas.

—¿Qué diablos haces aquí? —espeté entre asustada y enfadada.

—Quiero ver a los ojos al puto psicópata. Conoceré a ese pedazo de mierda quieras o no —advirtió irritada—. ¿Cómo te atreviste a no decirme sobre el plan?

¿Cómo se había enterado?

Las personas seguían circulando en un ir y venir a nuestro alrededor. Los mozos tendían copas a los invitados y el mundo parecía ser ajeno a nosotras, pero saberlo no me tranquilizaba.

—Me dijiste que me deshiciera de él y es lo que haré. —Bajé la voz mientras escaneaba el salón con rapidez—.  Nunca te importó nada de lo que hice por ti, ¿y ahora llegas así como así? Hay personas que me están ayudando y no dejaré que el maldito que te persigue les haga la vida miserable por un capricho tuyo. —Me acerqué y aseguré que me mantuviera la mirada—. Estás arriesgando el plan, a ellos y a ti misma. Vete, por favor.

Enarcó una ceja y apretó la mandíbula. Parecía a punto de soltarme un golpe.

—¿Y acaso te importa lo que pueda llegar a pasarme? Porque si me matan o hacen desaparecer, sería el escenario perfecto para adueñarte de mi vida otra vez, ¿no crees?

Su crueldad no tenía límite, y a pesar de ser una chica astuta, por un segundo la creí una estúpida. 

—¿Estás de broma? —dije entre dientes—. Todo lo que hice fue por ti y tu seguridad, aunque no tendría que haberlo hecho porque no te mereces mi compasión luego de hacer creer a Pixie que estaba embarazada, destrozar el corazón de Amit, el futuro de Glenn y acostarte con Killian.

Me giré intentando alejarme. No quería llamar la atención cuando el extraño podía estar viéndonos en aquel preciso instante, y si me mantenía junto a ella corría el riesgo de ser yo la que lanzara un puñetazo.

No obstante, una mano se enroscó alrededor de mi codo. Estaba a punto de decir en voz alta las palabras que tenía comprimidas el mi pecho. Iba a jurarle que luego de esto esperaba no volver a verla nunca más.

Pero era mi hermana, sino Amit.

—Ella no se acostó con Killian —confesó—. Fue con Oliver.

Mis ojos fueron un vaivén entre el chico y una seria Rebecca que se escondía detrás de él.

—Sabía que él te estaba siguiendo y que el idiota de Félix le estaba pagando —siguió ella rodeando al muchacho para quedar frente a mí otra vez, de brazos cruzados—. Amit me dijo que ibas a pagarle con el dinero que Glenn robó, que en realidad es mío, y entonces hice lo que tenía que hacer.

No necesitaba más explicaciones, pero sí saber cómo sentirme respecto a su confesión. Amit me había ocultado todo, ¿por qué? ¿Por qué me dejó sufrir de ese modo? Y lo más importante, ¿por qué era tan masoquista como para guardarle los secretos a ella?

—No puedo creer que le diste sexo por información.

Ella me sonrió.

No sabía qué punto su egoísmo iba a llegar. Se acostó con el oficial fingiendo ser yo para no perder el dinero que le había hecho robar a mi ex en San Francisco. Su avaricia era demasiada.

—Él estaba loco por ti —dijo—. En realidad, por mí teniendo en cuenta que te haces pasar por Becca Rosewood... Los Bates estaban fuera esa noche y lo llamé diciendo que tenía problemas. Vino hacia mí en cuestión de minutos y sabes cómo terminó la historia.

Se había colado en la habitación de Killian solo para que los oyera teniendo relaciones y pensara que Bates y ella estaban juntos. Saberlo fue la gota que rebalsó el vaso.

—Está será la última noche que me verás —aseguré, ya con más angustia que con otra emoción—Te lo prometo.

No había vuelta atrás. Ya no podía ni quería seguir intentando que me quisiera alguien como ella. No se merecía mi amor y yo mercería algo malditamente mejor.

Volví a oprimir el botón del intercomunicador.

—Tyler, estoy yendo al ala oeste para encontrarme con Pixie.

Esperé.

—¿Tyler?

No hubo respuesta.

Me detuve bruscamente sintiendo que el corazón saldría corriendo de mi pecho al oír una respiración a través de la línea.

—¿Pensaste que caería en tu trampa? —preguntó el desconocido.


El cuenta mitos de BeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora