Capítulo 53

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Creer en la bondad de un alma es arriesgarse a apostar por quien salvaría a otros antes que a sí mismo.

—¿Kylie? —dudo.

La chica entró hecha una furia.

—Cuéntale la verdad, Becca —ordenó—.  No te detendré, pero tampoco dejaré que distorsiones los hechos para hacer parecer a Glenn un monstruo.

Se veía diferente, más como una mujer que como una niña, pero su instinto por proteger a su hermano seguía igual.

No podía terminar de procesar que mi hermana conocía a Gleen y Kyle, mucho menos entenderlo.

—No necesito distorsionar nada. El día que escapé, bebí y terminé contándole mis problemas a un patético barman en Londoncast. —Sus ojos fueron de la recién llegada a los míos—. Ese barman era Glenn Scotterfull, y cuando le dije que un extraño venía por mí dejó a todos y todo para ayudarme a escapar y rehacer mi vida lejos de este basural. Robó setenta y cuatro mil dólares para que tuviera dinero y pudiera largarme de esta mierda de vida.

Las imágenes del oficial maniatado en el asiento del copiloto, las escenas de Glenn haciéndose pasar por oficial de policía y cartel en la patrulla de Oliver que anunciaba su búsqueda cobraron sentido.

—Entonces descubrí cuál era su verdadera intención. Él temía que el desconcierto pudiera ir tras de su novia. Yo era peligrosa he hizo hasta lo imposible para sacarme del país. Sabía que cuando me conocieras te enredarías en todos los problemas de mi vida y te arrastrarías al infierno conmigo.

Cada palabra me golpeó como una onda expansiva, arrasando, chocando y partiendo mi corazón en cientos de pedazos. Podía ver la honestidad en su mirada y percibir la amargura tiñendo su voz.

Glenn la había conocido antes que yo. Me ocultó la verdad Y dolió saber que luché tanto por alguien que mi novio escondía de mí. ¿Cómo pudo haber hecho todas esas cosas con la excusa de protegerme? Ahora que estaba en los zapatos de Becca lo comprendía, él solo quería mantenerme al margen de los peligros que desmantelaban Shinefalls, ¿pero hasta que punto debía llegar por mí? 

—Glenn conoció a Rebecca y arriesgó todo para que no tuvieras que sufrir cuando alguien la matará o ella partiera tu corazón —me dijo Kyle, con fuego en los ojos—. Cada persona que la conoce sabe que no es más que una zorra despiadada. Mi hermano tiene pedido de captura, debe cuidar su espalda ahora y me pidió ayuda para sacarte de este maldito pueblo. Podemos volver a Londoncast, empezar de nuevo y olvidarnos de esto —suplicó.

—No se irá a ninguna parte. No me expondré para que el psicópata venga por mi otra vez. Se quedará y lo atrapará, es lo menos que puede hacer luego de robarme la puta identidad. —Inhalo con fuerza, decidida—. Cuando lo hagan me devolverán mis setenta y cuatro mil dólares y desaparecen de mi vida.

—No puedes hacer eso —espetó Tyler con la mandíbula apretada—. ¿Con qué derecho das órdenes?

Se paró frente a mí como si fuera un escudo capaz de protegerme del dolor que ocasionaba sus palabras.

—Lo harán. —Sonrió con amargura—. O todos sabrán la verdad y el desconocido vendrá por ambas, porque si me voy al infierno tu amiga vendrá conmigo.

Dio medio vuelta y salió, echando un vistazo de superioridad a Kyle antes de dar un portazo.

Un silencio ensordecedor se extendió.  
Pixie y Tyler compartieron una mirada cargada de preguntas, mientras la hermana de Glenn me observaba con una mezcla de pena y afabilidad. Amit estaba estático, con los ojos perdidos en algún punto de ella cabaña, pensando en Rebecca.

Sin decir palabra alguna salí afuera. Necesita aire y espacio, un momento para absorber la verdad y entender la realidad que me rodeaba. Entonces, la puerta de la cabaña se abrió otra vez. Quería estar sola, llorar y gritar por la angustia, el agotamiento y la impotencia.

—Becca —llamó Ty cuando empecé a alejarme—. Becca, por favor, detente.

Era mi culpa ser una persona curiosa y necesitada de una familia. Era yo la que había empezado a mentir.

—¡Becca, para!

Tyler me tomó del brazos y tiró de mí.

—¡No me llames así! —bramé.

—Mírame —ordenó—. Nada de esto es tu culpa. Si ella no sabe apreciar lo que has hecho, si no puede ver el amor y la abnegación de tus actos, no merece tenerte.

Me arrastró en un abrazo al que en un principio me resistí.

—No merece ser tu hermana.

Fue mi punto de quiebre. Mi rostro se humedeció con lágrimas que fueron secadas por la brisa.

—¿Por qué no puede quererme? —pregunté con voz estrangulada. 

El silencio nos envolvió mientras nos mecíamos lentamente bajo una luna que parecía haber perdido todo su resplandor, justo como yo.

—Ya veo a dónde tenías que ir —dijeron desde un lugar cercano.

Killian.

Mierda.

El cuenta mitos de BeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora