Capítulo 51

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La verdad te destruirá.

El bosque se hallaba en un sepulcral silencio. Los secuoyas se estiraban hacia el cielo noctámbulo para acariciar las estrellas y los búhos aleteban entre las hojas, queriendo lanzarle al viento.

Amit, inmóvil de brazos cruzados, observaba fijamente la puerta en la espera por reencontrarse con la chica que amaba tras más de trece meses separados.

Pixie, en el rincón más lejano de la cabaña, se abrazaba a sí misma. Había accedido a ayudarnos en un mutismo que me inquietó. No gritó ni cuestionó. Me tenía preocupada.

Tyler me sostenía la mirada. Estaba serio, sin rastro del ánimo que lo caracterizaba. Él sabía que podría tocar fondo esta noche porque mi corazón dependía de mi hermana.

No me odies, Becca.

Tras que se marchó de la casa de Pixie habíamos acordado encontrarnos en la cabaña e interceptarla. Rebecca pensaba que se encontraría con la pelirroja, cuando en realidad me contemplaría cara a cara.

Cualquiera fuera su problema y quien lo fuera, quería ayudarla. Necesitaba remediar lo mal que había actuado.

No quería volver a perder el control como lo había hecho lanzando objetos a través de la habitación. Necesita tranquilizarme, pero la pregunta que más temía estaba por obtener respuesta:

¿Ella me querría?

Pensé en Killian y el brillo en sus ojos cuando me miró. Quería sentir algo tan real y bueno como eso con mi hermana, pero la parte lógica de mí me negaba soñar o fantasear con aquello.

No me odies, Becca.

El crujido de las ramas puso en alerta a cada persona en la sala. El aire se cargó de electricidad y la tensión subió hasta alcanzar su punto máximo.

—¿Pixie? —Su voz abasteció el vacío y mi esperanza.

La puerta crujió y se abrió.

Ambas nos congelamos.

Frente a frente, como si me estuviera observando en un espejo. Era idéntica a mí y yo a ella en un nivel de detalle impresionante. Sus ojos eran del más profundo otoño, preciosos y llenos de vida. El corazón se me aceleró, emocionada de por fin estar con ella. Me sentía como una niña pequeña otra vez, pero a diferencia de cómo lo era en la infancia, esta vez fui feliz. Mis labios se abrieron pero las palabras no salieron, no era capaz de nada más que mirarla.

Las lágrimas me nublaron la vista.

No me odies, Becca.

—Tú. —Su voz salió estrangulada, una acusación que perforó mi pecho como mil dagas—. Eres tú —escupió con un desdén que destruyó todas mis esperanzas.

Supe que ya sabía de mi existencia, pero el dolor por cómo me hab v otoñal.

—Rebecca, por favor...

—No te atrevas a decir mi nombre —advirtió antes de percatarse de que no estábamos a solas.

Sus ojos se trasladaron a Tyler, luego a Pixie y no último a Amit.

—¿La ayudaste a encontrarme? —interrogó con ira a la pequeña pelirroja, que se mantenía alejada y avergonzada en aquel rincón—. Eres una maldita traidora. ¡Necesitaba tu ayuda y mira lo que me haces!

—Ella no tiene la culpa —intervine.

—Tú te callas, ¡no necesitaría ayuda si no hubieses aparecido en mi vida! Eres la razón de todos mis malditos problemas —dijo temblando de ira.

—¿De qué estás hablando? —pregunté perpleja, incapaz de remover de mis facciones la incredulidad—. He intentado ayudarte, Becca, debes creerme.

Mi mano intentó alcanzar la suya pero se apartó con rapidez, asqueada. Ella debía saber lo que estaba haciendo con su vida, porque no podía referirse a nada más.

No me odies, Becca.

—Supe que tenía una hermana en el momento en que leí que habías desaparecido —expliqué con desesperación—. Junte cada trozo de información que pude a lo largo de doce meses, te busqué por cielo, mar y tierra deseando encontrarte. Te robé tu vida, me hice pasar por ti todo este tiempo para atrapar a la persona que quiso herirte, y lo siento... Lamento haberte causado tanto dolor, pero debes saber que mentí porque quería hacer justicia por ti y que estuvieras segura. Quería que algún día volvieras y pudieras darme la oportunidad de conocerte.

No me odies, Becca.

Lo vi en sus ojos, en su rostro y su cuerpo inmóvil.

Ella no sabía nada de lo que acaba de decir.

Hasta ahora, por supuesto.

Me odias, Becca.

Entonces, se abalanzó sobre mí.

El cuenta mitos de BeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora