— Tranquila, no pasa nada, puede ser estrés post-traumático —dijo— ¿Puedes decirme tu nombre?

— Leyla —contesté mirando todavía mis manos, las cuales me tenían impresionada. Mis dedos eran delgados, y las uñas estaban perfectas.

— ¿Apellido?

Levanté mi vista hacía ella, e inmediatamente volví a bajarla a mis manos.

— No sé cual es mi apellido. Creo... creo que no tengo.

Ella apuntaba algo en sus hojas, no me había dado cuenta hasta ahora que todo el rato estuvo anotando cosas.

— Bien, ¿necesitas ir al baño o algo?

— No, pero si me gustaría andar un poco, la verdad —dije un poco avergonzada.

Ella sonrió:— Vale, déjame quitarte el gotero, no dolerá casi.

Ni si quiera sentí que me sacó la aguja que conectaba con el gotero, la que sí me hizo un poco de daño fue la otra que quedaba.

— Leyla, —dijo, llamando mi atención— no te preocupes, yo personalmente me encargaré de ayudarte.

Le sonreí débilmente, la verdad es que después de todo esto, no tenía ni ganas de sonreír.

Melissa desapareció por la puerta, y yo decidí que era hora de ponerme de pie. Aunque al principio, cuando mis pies hicieron contacto con el suelo, me desestabilicé un poco.

Sentí el suelo, era frío, pero un frío cómodo. Sonreí ante el tacto.

Al lado de mis pies habían lo que reconocía como unas zapatillas de ir por casa, y al ponermelas, sentí la comodidad de ellas.

Comence a caminar, dudando y examinando cada paso que daba para no tropezar. Nunca había sentido lo que era andar, o al menos no recuerdo sentirlo. Sí, que raro es saber que es cada cosa, pero sorprenderte de sentir como se anda y de ver las extremidades de mi cuerpo.

Abrí la puerta de mi habitación, y salí al pasillo. Algunos doctores caminaban por estos, e incluso alguna persona, probablemente dispuestas a buscar a sus familiares.

A mí nadie había venido a buscarme, aunque, a lo mejor tampoco tengo familia.

Pude distinguir a Melissa hablando con tres jóvenes, aunque uno de ellos parecía más joven que los otros dos.

Mis tripas sonaron, y sentí hambre. Es más, tengo mucha hambre. Muchísima.

Decidí dejar la vergüenza a un lado y acercarme a Melissa para preguntarle dónde podía comer, pero cada vez que me acercaba más a ellos, uno a uno iban mirándome, y no sé si era asombrados o asustados. ¿Qué cara tendría ahora mismo, o qué pelo?

— Melissa... —dije tímida, todavía con la voz débil y rasposa— ¿dónde puedo comer algo? Es que tengo un poco de hambre.

— No fuerces la voz —sonrió— Scott, por favor, ¿puedes ir a la cafetería a comprarle un sandwich?

Melissa le dio dinero a el chico más moreno, y para ser sincera, muy atractivo y muy alto.

— ¡No! —elevé la voz, pero automáticamente me arrepentí, ya que empecé a toser— Melissa, seguro que tengo algo de dinero, no quiero que me pagues la comida, en serio.

— No, Leyla, no tenías dinero encima, ni móvil ni nada —dijo, y me decepcioné un poco, estoy en un sitio que desconozco sin nadie y sin nada— Oye, tranquila, yo te pago la comida. Vamos a averiguar dónde están tus padres.

Asentí no muy convencida de ello, y el chico que ahora conocía como Scott se fue a por comida.

— Gracias Melissa, estás siendo muy amable conmigo —sonreí tímidamente.

— Y lo seguiré siendo, sé que estás asustada, pero arreglaremos esto, ¿sí?

Le sonreí como respuesta y fuí a sentarme a uno de los asientos que había en los pasillos, y aún estando un poco en lejanía, pude escuchar la conversación que ella tenía con los dos chicos que estaban con ella.

¿Qué tiene ella? —preguntó el chico que parecía más joven.

¿Por qué quieres saber eso? Es confidencial —dijo Melissa.

Melissa, creemos que ella puede ser algo —dijo el otro chico más alto, que era pálido, pero que igual era muy guapo.

¿Cómo que si podría ser algo?

¿Cómo decís eso tan a la ligera?

— Lo huelo, no sé, no me recuersa al olor de un humano normal, Melissa.

Ví a Melissa suspirar y acercarse más a ellos, pero incluso susurrando, pude escuchar a la perfección lo que ella había dicho.

Creo que padece de amnesia, pero, de todos modos, ni si quiera sabe su apellido... —dice— Comentó que cree que no tiene.

Necesitamos saberlo Melissa, la luna llena es en seis días, y si ella es algo y no se acuerda de nada, podemos tener un ser sobrenatural arrasando Beacon Hills —dijo el chico pálido.

¿Están hablando de que soy un ser sobrenatural? ¿Por qué?

Y todavía más espeluznante, ¿por qué podía escuchar su conversación estando a tanta distancia de ellos?


🐺



Seguía sentada en las sillas, ¿por qué decían que era un ser sobrenatural? ¿Qué clase de películas se montan? ¿Tengo amnesia? Demasiadas preguntas, y ninguna respuesta.

Y esto comenzaba a agobiarme.

— Hola —dijo alguien que se sentó al lado mío, y cuando giré a ver quién era, ví a Scott, el chico que mandó Melissa a por mi comida— Siento haber tardado tanto, la cafetería estaba cerrada y tuve que ir a un bar.

Me dio mi sandwich, y después de cogerlo, miré a Scott con una sonrisa.

— Gracias —dije— Puedes... ¿puedes decirme que día es hoy?

Él me miró confuso, pero luego contesto:— Hoy es día 7 de Octubre.

Nada, nada me hacía recordar algo, y esto estaba empezando a molestarme, así que no dude en hacerlo saber soltando un bufido.

— Tranquila, seguro que pronto mejora todo —me sonrió— Iré a hablar con mi madre, nos vemos.

Me despedí de él asintiendo y ví que se volvía a acercar a Melissa y a los otros dos chicos, por lo que deduje que Melissa era su madre. Ellos acababan de volver de no sé dónde.

Suspiré, cansada de esto, solo quería recordar que había pasado. ¿Tan complicado era?

ángel caído » liam dunbarWhere stories live. Discover now