capítulo 1

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Lo primero que siento al despertar es un dolor de cabeza terrible, y por esa razón, todavía no me atrevo a abrir los ojos. Me siento rara, muy rara. Estoy muy cansada y adolorida.

Después de unos minutos tratando de calmar todos los dolores posibles, abro lentamente mis ojos y una penetrante luz choca contra estos, haciendo que los entrecierre. Una vez acostumbrada a la luz, abro completamente los ojos y me doy cuenta de algo.

No sé dónde estoy, no reconozco el lugar. Parece un cuarto, pero lo que más me asusta y asombra al mismo tiempo es ver mis piernas, mis brazos. Poder tocarlos y sentirlo. No sé por qué me sorprende.

Entonces unas ráfagas de imágenes cruzan por mis ojos.

Yo corría, corría entre la espesa niebla del Reino Celestial, pero no conseguía ver mis piernas, ni mis brazos, ni nada. Solo sentía que las tenía, pero no podía verlas. Era... como un aura.

Cogí una bocanada de aire al no darme cuenta de que pasaba, empezaba a asustarme. ¿Qué era eso que acababa de ver? ¿Por qué no sé que me ha pasado?

Intenté levantarme de la camilla, pero un gruñido se escapó de mi boca al intentarlo, y es ahí cuando ví muchos cables, algunas agujas clavadas en mi piel. Y me asusté. Me asusté muchísimo.

— ¡Ayuda! —grité con la débil y raspada voz que salía de mí— ¡Ayuda, por favor!

Nadie venía, así que empecé a tocar todo lo que veía que parecía ser un botón, hasta que después de unos segundos, una mujer entró a la habitación.

— Hey, tranquila —dijo la mujer, poniéndose a mi lado— ¿Cómo te encuentras?

— ¿Dónde estoy? —pregunté alarmada, consiguiendo como única respuesta una mirada extrañada por parte de la mujer que vestía con una bata blanca desabrochada— ¿Qué es esto? ¿Por qué tengo agujas clavadas?

— Estás en un hospital, y yo soy la enfermera que está a cargo de tí —dijo tranquila, pero aún así, extrañada— Me llamo Melissa, y estás en Beacon Hills —sonrío— Esas agujas son una por un gotero, y la otra por un análisis que estábamos realizándote.

¿Estaba en un hospital? ¿Por qué estaba en un hospital? ¿Qué me había pasado? No recordaba nada, solo recuerdo como me llamo y poco más, sé que es cada cosa: una casa, un árbol, los sentimientos... pero no recuerdo de dónde vengo, ni dónde está mi familia.

— Necesito hacerte unas preguntas —habló la enfermera, que ahora conozco como Melissa, yo asentí para que empezara— ¿Qué hacías en la calle a las tres de la mañana?

La miré, sin saber qué contestar. No sabía nada. No me acordaba de nada.

— No lo sé.

— Entonces... tampoco recordaras como es que llegaste a estar inconsciente en medio de la carretera de la entrada del pueblo, sin indicios de haber sido atropellada y sin ningún signo como golpe, moradura... —hizo un movimiento con sus manos incitandome a recordar y contestar.

— No, enserio, no lo sé.

Empecé a estresarme. Melissa supongo que lo notó, ya que se acercó lentamente para comprobar si estaba invadiendo mi espacio, pero al no ver ninguna reacción negativa, posó su mano en mi hombro.

ángel caído » liam dunbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora