capítulo 25

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POV Malia

Ni si quiera entré a la escuela. Me quedé horas y horas esperando a Leyla fuera, sabía que saldría, sabía que ella ahora mismo estaría sintiendo que la estoy buscando.

No me puedo ni imaginar que ella no me recuerde. Leyla es demasiado importante para mi, más que nadie nunca lo había sido. Si es verdad que está Lydia, estuvo Kira, pero sin duda Leyla en apenas dos meses, a cubierto un vacío inmenso en mí. Stiles y yo rompimos y ahora está muy cariñoso con Lydia, y aunque ninguno de los dos quiera decirlo al público todavía, ellos se habían dado ya un par de besos. Y por eso, en el fondo, siempre había una incomodidad con Lydia que solo salía a la luz cuando Stiles estaba cerca de ambas. Porque a mí me sigue gustando Stiles, menos, pero sigue en mí cabeza.

Leyla era lo más cercano a una hermana. Entendía todos mis problemas y me ayudaba a controlarme cuando simplemente hubiese ido a desgarrarle el cuello a todos los capullos con los que me he acostado. Todos siempre hablaban de mí con otros chicos, diciendo que soy muy buena en la cama... claro que sé que soy buena, pero no es para que todos los chicos lo sepan y solo quieran una noche intensa conmigo y hasta luego.

Yo también busco algo llamado amor, que aunque parezca inexistente, no lo es.

Luego está Liam... pobre. Enamorado hasta los huesos de una chica que a día de hoy no recuerda nada de él, y que quiere acabar con toda la manada de Scott, muy probablemente incluído a él.

Entonces, de entre los autobuses distinguí una sombra acercándose, y por el olor, supe que era Leyla.


POV Narrador

Leyla llevaba toda la mañana sintiendo una presión en el pecho, como si alguien, inconscientemente, estuviése llamándola. Y una oleada de sensaciones extrañas le hizo dirigirse hacía los autobuses. Cuando llegó, se encontró con Malia.

Reconoció a la chica al instante, sabía que era por ella por la que había tenido esa presión. Malia quería que ella fuese a verla.

— ¿Qué quieres? —habló Leyla, poniendose enfrente de ella, pero a una distancia prudente.

— Quiero que vuelvas a ser tú —contestó la morena, ganándose una risa sarcástica por parte de la rubia— Que vuelvas a ser mi mejor amiga, que volvamos a hablar de lo mucho que te gusta Liam y de lo mucho que me gusta Stiles todavía.

— No intentes confundirme, no sé quien eres. No eres mi amiga —dijo Leyla más fría de lo normal.

— Dasio te ha borrado la memoria Leyla, ¡por eso no me recuerdas, por eso no nos recuerdas a ninguno! —exclamó Malia— ¡Él te está utilizando!

Leyla gruñó, en ese momento Malia supo que las cosas no iban a ser tranquilas, y que muy probablemente las cosas no acabaran bien para ella. Leyla es una chica fuerte, Malia sabía reconocer eso. Una lucha contra ella era muy cercana a la perdición de su rival.

— Mi tío me advirtió de las gilipolleces como estás que me diríais, pero sinceramente pensaba que tu eras la que más se parecía a mi en tu grupito —habló Leyla, dando vueltas alrededor de la morena— Violenta, mal humor, contestaciones duras... ¿por qué tan blanda ahora?

— Tú sabes perfectamente como soy yo.

— ¡No, no lo sé Malia! —gritó la rubia, y Malia se puso en posición— No te conozco.

— Tienes que venir conmigo —Malia seguía reacía a escuchar esas contestaciones de parte de su mejor amiga— Nosotros te podemos ayudar a recuperar la memoría.

Malia se atrevió a coger la muñeca de la chica, delicadamente, pero aunque por un momento Leyla sintió el afecto y pudo incluso confundirse, su memoria no actuó, así que lo consideró un gesto de amenaza.

Leyla se apartó rápidamente, formando una esfera de energía y lanzándola contra Malia, haciéndola volar varios metros de distancia.

— No vuelvas a tocarme —contestó Leyla, ya con las garras negras fuera y sus ojos verdes.

Malia perdió las formas, no consintiendo que la ataquen, y por mucho que fuera el cuerpo de Leyla, sabía que en su interior ahora mismo no había rastro de el alma de la chica, así que no haría una excepción con ella.

Malia gruñó y se abalanzó sobre ella, arañándola e incluso mordiéndole, pero eso no detendría a Leyla. Después de forcejear un poco, Leyla consiguió deshacerse de las garras de Malia, y sin piedad, comenzó a crear esferas de energía para hacerla volar por los aires.

Con la telequinésis movió varias piedras, tirándolas contra ella, pero a Leyla eso no le era suficiente. Ella quería más cuerpo a cuerpo, y no dudo en darle unas cuantas patadas cuando tuvo oportunidad.

— ¡Tu no eres así, Leyla! —dijo Malia, adolorida desde el suelo— ¡No eres así!

Y eso enfureció más a Leyla, y empezó a sentir como una sensación de ardor subía por su cuerpo, desde los dedos de los pies hasta sus rodillas, y así subía todo el rato. Ella se sentía fuera de control. Sentía la voz de Malia lejana, oía sus latidos propios. Leyla se agachó un poco por la presión en su cabeza, ya no controlaba sus actos, y aunque ella estaba bien agusto con su violenta forma, Malia se dio cuenta de que ella estaba en modo insane. Totalmente fuera de control. La oscuridad había poseído a Leyla, y ella ya no podía hacer nada.

Leyla, de repente, dio un golpe al suelo con la palma de la mano y este se agrietó, causando incluso, y solo notable para ellas dos, un pequeño temblor. La rubia, con una agilidad nunca vista antes, llegó hasta Malia y la cogió del cuello, tumbándola en el suelo de un solo golpe en la pierna. La morena intentaba quitarse las manos de su cuello, pero era imposible. Leyla tenía el alrededor de sus ojos verdes, de color negro. Estaba más pálida de lo normal.

— Leyla, vuelve por favor —susurró Malia, casi sin voz, ahogándose.

Malia veía la muerte más cercana de lo normal, y no quería morir en las manos de su mejor amiga. No así.

Leyla le soltó, la duda invadió los ojos de Malia, pero cuando de la mano de la rubia salió un rayo de electricidad, Malia temió lo peor.

Leyla soltó toda la electricidad en la cabeza de la morena. La vio temblar, los ojos de Malia se pusieron blancos mientras las combulsiones invadian su delgado cuerpo. Y paró, de repente paró.

Leyla volvió en sí, y cuando vió a Malia tirada en el suelo, con los ojos cerrados, oyendo sus pesados latidos de corazón, se sintió horrible. Sintió que ella decía la verdad, pero su tío confundía tanto...

La rubia debía hacer algo, se sentía entre mal, pero tampoco fatal, estaba confundida. Pero pese a eso, decidió buscar por los bolsillos de la chica para buscar su móvil y marcar un número de teléfono de alguien que pese que era del grupo rival, le había hecho tener visiones placenteras.

— ¿Liam? —habló Leyla desde el teléfono, mientras seguía mirando a la morena— Creo que sería bueno que fueses a dónde los autobuses, tu amiga Malia no tiene muy buen aspecto.

Leyla colgó, sin darle tiempo al chico a hablar, y luego emprendió su camino a casa.

Malia ya no sería un problema para ella.

ángel caído » liam dunbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora