Capítulo 50

4.3K 370 63
                                    

Ellie observaba hacia la puerta por donde había salido minutos atrás la ginecologa aun sabiendo que Leila estaba sentada junto a ella hablándole acerca de lo que decia el periódico.

Llevaba dos días en el hospital desde que la habían liberado, el primer día lo pasó totalmente sedada debido a las heridas que tenía en todo su cuerpo y otros procedimentos médicos.

Cuando despertó esa misma mañana creyó que el mundo entero le caía encima, se había enterado de tantas cosas al mismo tiempo que no le daban la oportunidad de procesar ninguna de ellas. Pero las que le importaban eran las que tenía grabadas a fuego en su cabeza.

Toda su familia estaba bien. Chris iría a verla pronto. William estaba con vida. Y James había sido puesto bajo arresto.

Esas eran las únicas razones por las que estaba agradecida con la vida, pero a pesar de recibir esas noticias tan buenas no podía dejar de sentir que algo dentro de ella se había roto de manera permanente, a cada segundo sentía una agonía tan grande que solo deseaba estar sola sin que nadie le estuviese diciendo que todo iba a estar bien porque sabía que no era cierto, ya nada iba a ser igual que antes, dieciséis años atrás habían matado a Kendall Littleton y siete días atrás habían hecho lo mismo con Ellie Rainer. Ya no sabía que era ella en ese mundo justo ahora.

Sus padres había recién salido de la habitación para ir a descansar un poco después de que ella les asegurara que se encontraba bien, Liam y Quinn debían poner toda su atención al caso que estaban llevando así que aun no se habían aparecido por allí, los padres de William pasaron para ver como seguía -cosa que la sorprendió realmente ya que no tenía idea de que ellos conocían todo acerca de su pasado-, su cuñada Nicole estaba a cuidando a Chris y Melody así que tampoco había llegado y William, quien estaba en cama reposando de su operación a unas cuantas habitaciones de la de ella la había visto cuando recién ingresó al hospital, pero ella aun no lo había visto a él.

La joven recordó el momento en el que Leila le había dicho que William estaba con vida, lloró por varias horas debido a la felicidad, pero aun así no se atrevía a verlo ya que no encontraba la manera de decirle que había perdido al bebé que estaba esperando.

Ese tema en especial la hacía sentir un agujero en el pecho enorme, había hablado con la ginecóloga acerca del sangrado y los dolores que había sentido cuando estuvo encerrada y esta le explicó que esa no había sido la causa de su aborto sino más bien por los golpes que recibió de parte de esa bestia, incluso le aseguró que había perdido al bebé en la ambulancia de camino al hospital y que la paramédico que la iba atendiendo hizo todo lo posible pero fue muy tarde.

La ojiazul se sentía tan culpable en ese momento que no era capaz de darle la cara a William por eso mismo; si ella no hubiese provocado a ese hombre él no la hubiera golpeado de esa manera tan brutal y su bebé probablemente seguiría con vida.

-Fue mi culpa -dijo en voz baja y casi para si misma, pero Leila la había escuchado a la perfección.

-¿De qué hablas? -la rubia de cabello corto dejó a un lado el periódico y posó sus ojos verdes en ella.

-Fui yo quien provocó a ese hombre y por eso me golpeó... fue mi culpa -aceptó la joven en voz baja pero cargada de resentimiento.

Ella le había contado a Leila absolutamente todo lo que había pasado estando encerrada otra vez, era en la única persona capáz de confiarle ese tema en ese momento.

-No te atrevas a justificar lo que hizo ese malnacido -la regañó Leila, sentándose en el borde de la camilla. Su hermana le tomó la mano y la acarició con delicadeza-. Tu solo te estabas defendiendo, al igual que lo hubiese hecho cualquier otra persona en tu lugar.

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora